No alimentemos falsas esperanzas, en el caso Cienfuegos

Por: Héctor Calderón Hallal

La información periodística, sobre todo la que es puntual y estrictamente veraz, se transforma poco a poco en nuestro país en un bien común, indispensable para todos; como ese sol que sale todos los días por el oriente y como ese aire que respiramos.

No obstante, los procederes políticos –no sólo en México, sino en América, por lo que se ve-, no se modernizan ni democratizan a la misma velocidad del resto de la sociedad; vamos, ni siquiera las burocracias de América (EU, México y América latina ni se diga), muestran el compromiso con la verdad que enseñan en cada acto público y privado los servidores públicos de Europa y Asia, por ejemplo.

Así que de nada sirve que juren frente a la Biblia cada 4 años, unos… y que reciban ‘ramazos de pirul en el lomo’ otros, a manera de ‘limpia’, de parte de los dioses indígenas, para purificarse frente al pueblo, si sus actos no son diáfanos ni enteramente  honestos, de frente a la sociedad.

Si viviésemos en un país asiático como Japón, Sudcorea o China Popular, el general Salvador Cienfuegos Zepeda, hoy –venturosamente para él- exonerado de una injusta pretensión punitiva de los Estados Unidos, volvería a alguno de estos países a enfrentar la implacable crudeza de un juicio popular, para que explique a la sociedad de qué se le acusó –o trató de acusar-  en un país ajeno.

Y ni se diga si Cienfuegos fuera súbdito del Reino Unido o cudadano de Alemania:  lo mínimo que la sociedad esperaría sería una conferencia de prensa, donde explique qué se le trató de imputar y qué declaró y a quién delató.

Sabemos perfectamente y de antemano que nada de esto sucederá en México con el intrépido y honorable veterano militar, injustamente involucrado en un jaloneo político-mediático.

Sin duda se cometió una ofensa a las fuerzas miliatares mexicanas y a la persona del General Cienfuegos que, desde luego no es un santo; de hecho,  ningún alto mando militar en el mundo lo es… ni lo debe ser. Un jefe de las armas de una nación es y debe ser por lo regular, un hombre mundanamente patriota, que defienda el interés de su país, el de sus connacionales y de sus soldados, sin falsas santidades ni ingenuidades, con todo lo profano y lo sagrado que haya a la mano… con lo que sea necesario; un hombre de carne y hueso que ‘sepa sacar la basura’ y tener la dignidad y el honor de dar la cara a su sociedad siempre.

Y así es Salvador Cienfuegos. Tal y como lo describió en entrevista reciente el penalista mexicano Juan Velázquez: “Decenas de altos mandos del Ejército Mexicano reconocen hoy la inocencia y la integridad del exsecretario de la Defensa”.

Por eso el pueblo de México demanda y merece saber, celoso de su derecho a una información veraz y oportuna, ¿qué fue lo que pasó con el General Cienfuegos en Estados Unidos?; ¿porqué el presidente López Obrador secundó rápidamente el operativo de ‘captura’ y traslado a la Prisión Metroplitana de Los Ángeles, diciendo que él se había enterado de la investigación sobre el General desde el inicio de su mandato y que 15 días antes de su captura también tuvo conocimiento?.

¿Pues qué nadie le indicó al presidente o le hizo ver que se trataba de un posible movimiento mediático de un gobierno agonizante como el de Donald Trump, que ocupaba ya en ese momento de golpes espectaculares- aunque ficticios, sembrados, en base a hipótesis sin comprobar-, sugeridos por la personalidad desequilibrada de William Barr?.

Pero las explicaciones de viva voz de Cienfuegos difícilmente se darán, desafortunadamente. Como aquí no tiene antecedentes, lo más probable es que en atención a la tradición militar mexicana, por prudencia de no generar nuevos episodios de inconformidad social al presidente y a su gobierno, el extitular de la Sedena se retire de la vida pública dentro del más estricto ostracismo, sin alcanzar a lavar su imagen de muchas décadas de servicio  a la población mexicana.

Y es que es una especie de “tropismo imperial”, propio de la actitud de Estados Unidos con países más pobres que ellos, como México. Sus burocracias nunca se equivocan, ni piden disculpas. Hacen todo de acuerdo al criterio marcado por su muy particular forma de “deliberación”, desde el “ara sagrado” que sostiene a sus entes más preciados: El “Dios Dinero” y el “Dios Dominio” sobre el resto de los hombres.

Así que por favor, no alimentemos falsas esperanzas. No es un primer acto de reivindicación de la burocracia estadounidense ante el resultado electoral,  que ‘echa’ de la Casa Blanca a los republicanos y abre las puertas a los demócratas a una “nueva era”; no… desafortunadamente no es así, aunque aparente…. por lo menos no del todo. No están corrigiendo un posible error.

Vuelve el suscrito a un punto frecuente en sus personales juicios… y prejuicios: Ni en la política, ni mucho menos en la guerra, cabe santidad alguna.

La mañosa y ‘gandalla’ burocracia republicana estadounidense, se está deshaciendo de una ‘veta informativa’ de gran valor político, militar y estratégico, como lo es el General Cienfuegos, que preso o procesado en prisiones estadounidenses, podría cantar los corridos más interesantes y reveladores sobre las ‘andanzas’ del gobierno de Donald Trump, en sus afanes intervencionistas, financieros y de control del mercado de la droga y las armas en nuestro país y en el resto del continente… por eso se deshacen de él, antes de que sea retomado su juicio por los demócratas, que también para eso de las “verdades a medias” y las “mentiras completas”, se pintan solos.

Porque, ¿qué no sabrá el General Cienfuegos de funcionarios del U. S. Department of State, la Fiscalía General de Justicia Americana o de la DEA y el ICE?. Si todos los operativos sin excepción se realizan de forma –digamos-  coordinada… o coludida en muchos de los casos, sin que sea éste el caso de Cienfuegos, desde luego.

Y tenga el lector la certeza, de que si las autoridades ‘investigadoras’ americanas le mostraron a Cienfuegos una baraja con ‘dos parecitos y su comodín’, este les salió con ‘ases y tercia de reyes’… ¿Qué información clasificada sería?.

También en México se hace inteligencia y contrainteligencia, de mucha calidad.

Por eso se insiste en que no alimentemos falsas expectativas. En el país paradigma de la justicia, la honradez y la verdad, también hay corrupción… y mucha.

De aquel lado de la frontera y de este, los gobiernos siguen practicando la mentira y la falta de transparencia en muchos asuntos, que son neurálgicos para la vida en común de los dos países y de la región en general.

Y sí.

El gobierno de la actual administración debiera mesurarse en sus pronunciamientos y acciones.  Hay malestar en el sector militar por este incidente y otros más.

Un sector que por cierto, casi abandona su esencia castrense, para dedicarse a labores asistenciales, policlaes, de construcción y hasta de promoción del actual Gobierno Federal; no merece actos de agravio para ninguno de sus integrantes, sean mandos o soldados rasos.

 

 

 

Autor: Héctor Calderón Hallal

 

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