“No debemos sentir miedo al rechazo por reconocernos feministas”

Ciudad de México / Blanca Juárez.- “Es lamentable que las mujeres digan ‘yo no soy feminista’ por un malentendido de qué es el feminismo”, dice Sonia Garza González, presidenta de la Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresa (AMMJE).

No es que todas las mujeres deban militar en el feminismo. La empresaria habla de la interpretación equivocada de ese movimiento político, social, económico y cultural y del miedo al rechazo, generalmente masculino, de integrar las teorías que genera.

La ejecutiva es fundadora de una comercializadora de productos dermocosméticos, así como de clínicas dermatológicas y estéticas. Es consejera nacional en la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) e integrante de la comisión de mujeres de la Cámara de la Industria de Transformación de Nuevo León (Caintra).

Incorporar un análisis feminista al mundo del empleo y el emprendimiento haría que el país avance, porque muchas mujeres podrían desarrollarse, dice en entrevista.

“Si la distribución totalmente injusta e inequitativa del trabajo de cuidados no se originara en los roles de género, las mujeres tendríamos más tiempo para trabajar en nuestros proyectos y también para descansar”, apunta.

En México, del tiempo que toma realizar el trabajo del hogar y de cuidados, las mujeres aportan el 74% y los hombres el 26%, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

“Estamos tan saturadas que ha impactado nuestra salud mental. Y la salud mental ya es un problema laboral”. Estamos a punto de echar por la borda lo aprendido en la pandemia de covid-19, advierte.

Las empresas ya se olvidaron

“Antes de la pandemia, en varias empresas se consideraba que los empleados debían agradecerle a la compañía por el trabajo que se les ofrecía”, admite. Pero la crisis nos dio “una sacudida”. Algunas compañías “se dieron cuenta que, si se enfermaban o les fallaban los colaboradores, se iban a ir de pique. Esto sirvió para reconocer la importancia del personal”.

Los convenios y tratados internacionales que México ha firmado recientemente también impulsaron ese cambio, dice. En julio de 2020 entró en vigor el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que incluye un capítulo sobre los derechos laborales. Y en abril de 2022, nuestro gobierno ratificó el Convenio 190 de la OIT sobre la violencia y el acoso.

Sin embargo, pasado el inminente peligro, ¿qué siguen haciendo las empresas?, cuestiona Sonia Garza. Al inicio de la pandemia, se dijo mucho que “la pandemia tenía cara de mujer, porque en efecto fueron las más afectadas”.

 

Los sectores económicos más impactados por el cierre de actividades fueron el comercio, el servicio y el turismo, “donde más se desarrollan las mujeres. ¿Y qué pasa ahora? Nada. Todo mundo sacó la bandera de apoyo a las mujeres pero, ¿qué han hecho verdaderamente y qué están haciendo?”.

Muchas volvieron a la presencialidad y se olvidaron de los programas de flexibilidad y las jornadas extensas han vuelto. O por el contrario, las que se mantienen en home office o implementaron un horario híbrido “siguen pensando que como no nos trasladamos tanto como antes, trabajamos menos. Al contrario, estamos trabajando más y estamos agotadas”.

 

La esperanza de las nuevas generaciones

Hace décadas, “éramos cosificadas, éramos propiedad de alguien. Primero, de nuestro papá, o nuestro hermano mayor, luego del esposo”, recapitula. Esta realidad existe para tantas mujeres todavía, pero a través de los movimientos feministas, muchas se han emancipado.

La empresaria continúa: “Luego tuvimos que luchar por votar y ser votadas, por eso decimos que los derechos humanos son progresivos. Las luchas de los años 50, 80, inicios del 2000 y las de ahora son diversas, pero seguimos peleando por la autonomía económica”.

A pesar de los avances, muchas mujeres con puestos ejecutivos o empresarias temen ser vinculadas con el pensamiento feminista. “Lo que necesitamos son líderes audaces, que no tengamos miedo a hablar de las realidades que tanto nos duelen y que a veces no queremos admitir”.

El feminismo no es una lucha contra el hombre, dice. “Es visibilizar nuestro aporte, pero para eso, primero nosotras mismas nos debemos reconocer como generadoras de economía; transformadoras del mundo. Y los hombres también deben entenderlo ya y no estar a la defensiva”.

Pero hay una esperanza en las nuevas generaciones, recompone. La fuerza de la realidad económica ha impulsado que “el hombre ya no sea el proveedor, la mujer le tiene que entrar al quite si quieren tener mejores condiciones de vida”.

Por el tema económico y el cambio de roles, muchas mujeres ya no quieren tener hijos o hijas, pues “ser mamá, para algunas, es seguir en la pobreza”. Desde hace décadas, en la AMMJE “sabemos que a nosotras nos cuesta muchísimo más cualquier actividad, porque lo tenemos que combinar con las tareas domésticas y de cuidados”.

El sistema nacional de cuidados es urgente, agrega. Pero, sobre todo, “necesitamos un cambio de mentalidad: que la ciudadanía exija sus derechos, que el gobierno cumpla y la inversión privada no espere a que lleguen más leyes, sino que actúe de manera proactiva. Mientras las mujeres no nos desarrollemos plenamente, México no va a progresar simple y sencillamente, así de fácil”.

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