No es la consecuencia, es la causa señora Sheinbaum

Claudia Rodríguez

¿Mayores penas carcelarias, menos crímenes?

Por mucho tiempo, una de las situaciones que más se discute en diferentes foros, es sí aumentar las penas delictivas, realmente incide en la disminución de la actividad criminal, sin dejar de lado los que abogan a que más bien corresponde a factores en positivo de la sociedad, educación, empleo, oportunidades económicas y hasta culturales y de recreación; lo que de manera directa llevaría a disminuir –no a eliminar—la violencia y la criminalidad que hoy mismo no da tregua en nuestro país, casi en cualquiera de sus poblaciones y ciudades.

No está fuera de ninguna lógica que la reducción de los actos delictivos por el mecanismo de prevención debe contener a la par, estrategias para ser percibidas por la población; y no solamente estimada en cifras y números que alegren el discurso.

El aumentar el número aumentar en años de las penas por delito correspondiente, no lleva de facto a la disminución de la violencia entre la sociedad. Estudios reconocidos –Laurrari 2000, Von Hirsch-Bottoms-Burney- Wilkstrom 1999–, revelaron que la pena de muerte en los Estados Unidos durante los años cincuenta-sesenta, no llevaba a mayor grado de intimidación en los estados en los que estaba instaurada para que se redujera el crimen. Las transgresiones a la ley de alto impacto para ese entonces se cometieron igual en los estados con o sin pena de muerte. como castigo,

Sin aviso, no hay interés

Un primer aspecto para tener en cuenta es que para que el derecho penal realice efectivamente su fin preventivo, el mismo debe ser mínimamente conocido al menos en lo que se refiere a las penas carcelarias; lo cual es utópico, tanto como tener conocimientos de medicina para prevenir enfermedades. No obstante, hay que reconocer, cómo juega entre los distintos grupos de la sociedad no sólo el aspecto económico, sino incluso aspectos de moral y religión. Se dice que la clase media es la que menos delinque, porque está condicionada a obedecer. En los extremos es en donde el crimen tiene su base y distintas peculiaridades. Unos roban para obtener una ganancia líquida, otros más bien por el poder.

La ruta aplaudida pero no efectiva

Este mismo lunes, la Comisión de Administración y Procuración de Justicia del Congreso de la capital del país, aprobó reformas al Código Penal de la Ciudad de México, que endurecen penas a delitos como el robo de celulares, atraco a bordo de motocicletas y reincidencia en delitos de alto impacto. Modificaciones que parten de la iniciativa de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

Los ejemplos: el caso del feminicidio ya no se penará con 35 años de prisión, sino con 70, en tanto el delito calificado, castigado con 20 a 50 años de cárcel; y el agravado, con 30 a 60 años de prisión.

¿Esto logrará en serio que los crímenes de toda tipología reduzcan? ¿Es en serio? ¿No intentan maquillar cifras, sino sólo aumentarlas a como dé lugar?

Si la gran mayoría de trabajadores pierde de vista hasta la fecha de verificación de su auto, renovación de sus documentos personales o de su patrimonio. ¿Esto hará que el crimen vaya a la baja?

Será difícil. Ahí queda el ejemplo de que ni la pena de muerte, inhibió a los criminales.

Acta Divina… La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, negó “cuentas alegres” en los índices delictivos, precisó que tampoco persigue a alguien con la denuncia del “maquillaje de cifras”, al contrario, “se está trabajando para abatir la inseguridad en la ciudad”.

Para advertir… Con todo y el trabajo, no hay seguridad ni penas “en la sombra” que detengan a los infractores.

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