*La violencia mediática como obstáculo para el acceso a la justicia en casos de violencia sexual.
Netflix estrenó No estás sola: La lucha contra La Manada, un documental que recoge declaraciones judiciales, cartas y entrevistas con abogadxs, policías y periodistas que se involucraron en la investigación de la agresión sexual de la que fue víctima una chica de 18 años durante las fiestas de San Fermín en Pamplona (Navarra, España) en julio de 2016.
Con No estás sola: La lucha contra La Manada, la cineasta Almudena Carracedo y el productor Robert Bahar (El silencio de los otros, 2018) se sumaron a los esfuerzos de contrapeso a la narrativa revictimizante de uno de los casos de violencia sexual que, además de anteceder el #MeToo, cambió el tablero legislativo en España. Diferentes disciplinas de las artes han intentado ofrecer una visión más amplia —y problematizada — sobre lo ocurrido la madrugada del 7 de julio de 2016 en el municipio de Pamplona:
Una joven de 18 años y su amigo asistieron a las fiestas de San Fermín. El grupo con el que iban se separó y, mientras esperaba, ella se sentó en una banca cerca de la Plaza del Castillo. Un hombre se le acercó y empezaron a platicar. Caminaron y llegaron a un portal entre las calles Paulino Caballero y Roncesvalles. Ahí, otros dos sujetos la agarraron del brazo, le taparon la boca y le dijeron que no gritara. La acorralaron entre 5 hombres y la violaron entre todos, mientras grababan y sacaban fotografías.
Antes de irse, los agresores tomaron el celular de la chica y le quitaron la tarjeta de memoria. Aunque desde un principio algunos comisarios supieron que, “indudablemente era una agresión sexual (…) de alta intensidad”, la joven y su familia se enfrentaron a episodios de revictimización por parte de jueces y medios de comunicación.
En casi ocho años, documentales como el de Almudena Carracedo y Robert Bahar, obras de teatro (Jauría, Miguel de Arco, 2020) y libros han señalado —y, en la medida de lo posible, remediado — los vacíos que —a propósito, o por descuido — la prensa y la televisión dejaron pasar.
Pese a las trampas implícitas en el género true crime, No estás sola: La Lucha contra La Manada logra mostrar cómo la violencia mediática —que se expresó desde el privilegiado espacio que se le dio al abogado de La Manada, Agustín Martínez Becerra, hasta el desinterés frente a los estereotipos y juicios de valor de algunos periodistas— fue un factor central en la primera sentencia (en la que se determinó que fue “abuso sexual” y no violación), la postura del juez Ricardo González y la jueza Raquel Fernandino [1]; las reacciones dañinas en la opinión pública y la forma en la estas vulneraron derechos como el de acceso a la información y la libertad de expresión.
Sumado a los juicios moralinos —o más bien exponentes de un profundo, arraigado y peligrosísimo patriarcado— la exposición de datos sensibles de la víctima, la denunciante de violencia sexual también se enfrentó a la falta de ética, rigor y responsabilidad de los medios de comunicación.
En septiembre de 2019, distintos diarios y portales web ‘informaron’ sobre la supuesta existencia de un ‘tour’ por los lugares que visitaron los integrantes de La Manada. Dos años antes, en 2017, el colectivo Feminismos Madrid, convocó a una movilización frente al Ministerio de Justicia por “la victimización secundaria” a la que dieron pie ciertas coberturas mediáticas.
El Español —que desde su fundación en 2015 se ha configurado como uno de los diarios digitales más conservadores en el país ibérico—, además de socavar el derecho a la privacidad de la denunciante, juzgó que ella continuaba con su vida y aseguró ‘que no estaba traumatizada’. Paralelamente, el canal de televisión LaSexta se centró en mostrar a los integrantes de La Manada como ‘buenas personas’. Los segmentos en los que se entrevistó a amistades y familiares fortalecieron uno de los argumentos a los que los abogados defensores Agustín Martínez Becerra y Jesús Pérez recurrieron durante las audiencias: eran chicos que mantenían una buena relación con sus familiares.
Antena 3 Noticias fue otro de los medios que abogó por los violadores. A mediados de noviembre de 2017, el programa ‘informativo’ publicó un artículo –profundamente amarillista- sobre el deterioro del estado de salud de los agresores sexuales durante el proceso judicial. También en ese año El País intentó deslegitimar a las denunciantes de violencia sexual diciendo que no todas ‘eran unas santas’.
Para ahondar en los efectos de la violencia mediática, otro de los puntos que se abordan en el documental No estás sola: La lucha contra La Manada fue el de la descontextualización. Gran parte de las líneas editoriales se esforzó en abordar a la agresión sexual en Pamplona como un caso extraordinario. Sin embargo, las protestas que se llevaron a cabo al interior y exterior de España subrayaron que la impunidad frente a los casos de violencia sexual era –ES– estructural.
Entre las participantes de las movilizaciones se encontraba Asunción Casasola, madre de Nagore Laffage. En julio de 2008, Nagore, de 20 años y estudiante de enfermería, celebró el inicio de sanfermines en un bar de Pamplona. Fue asesinada a golpes por José Diego Yllanes Vizcay, médico residente de Psiquiatría en Navarra, tras negarse a tener relaciones sexuales.
El acceso a la justicia de la familia de Nagore fue muy parcial. Aunque la joven fue hallada con signos de estrangulamiento y traumatismos, el Ministerio Público señaló que Yllanes la desnudó violentamente y el jurado popular contaba con pruebas suficientes, la resolución no consideró las demandas de la familia. Al contrario, durante las audiencias, Asunción fue testigo de cómo se revictimizó a su hija y como el jurado, al final, concluyó que el feminicida “pensó erróneamente que Nagore quería mantener una relación y respondió de forma violenta”.
El asesinato de Nagore Laffage y la violación de La Manada no fueron casos esporádicos. Meses antes de que Pamplona apareciera en titulares nacionales e internacionales, la Asociación de Periodistas de Aragón, el ayuntamiento de Zaragoza y la plataforma Feminicidio.net trabajaban en un informe estadístico sobre la incidencia del feminicidio en España. Los datos se problematizaron a partir de las limitantes de la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
Al priorizar narrativas revictimizantes y en defensa de La Manada, los medios de comunicación también desperdiciaron la oportunidad para poner sobre la mesa discusiones que necesitaban llegar a un público más amplio. Por ejemplo, el hecho de que, hasta ese momento, España estaba entre los países que contaban con ‘cifras ocultas’ respecto a los casos de violencia sexual en grupo.
Las líneas editoriales tampoco se interesaron en denunciar que, de acuerdo con información del Sistema Estadístico de Criminalidad del Ministerio del Interior, el 81% de los delitos sexuales correspondía a agresiones agravadas. Mucho menos se preocuparon por convocar a diálogos en los que se plantearan alternativas a las deficiencias del Código Penal.
Si bien No estás sola: La lucha contra La Manada no profundiza en los apartados estadísticos o la situación de las leyes de protección integral en España, ofrece acercamientos con los que se puede —y debe — retomar la cobertura mediática de la violencia sexual.