*
/ Jorge Fernández Menéndez /
Creo en los símbolos de la política, pero no en una política que se reduce a símbolos o eslóganes. Si hubiera ganado Hillary Clinton aquella elección de 2016 contra Trump, las mujeres no hubieran logrado romper el techo de cristal, como decía la entonces candidata demócrata, ni tampoco con la llegada al poder de Claudia Sheinbaum es verdad que llegaron todas. Escucho en cada corte comercial en radio el spot que dice que antes a las mujeres les decían desde cómo vestirse, hasta qué estudiar y que ahora, como alzaron la voz, llegaron todas al poder y creo, una vez más, que las vallas impiden ver la realidad.
Más allá de spots y discursos, el machismo y la misoginia siguen permeando el país y al propio partido en el poder. Basta con escuchar otra estúpida declaración, la de ayer de Gerardo Fernández Noroña contra la viuda de Carlos Manzo, la alcaldesa Grecia Quiroz, para comprobarlo y para preguntarse qué esperan en Morena para deshacerse de ese personaje. O recordar a las legisladoras de Morena rodeando en la tribuna de la Cámara de Diputados a Cuauhtémoc Blanco, coreando “no estás solo”, cuando el exfutbolista y gobernador estaba acusado de haber intentado violar a su media hermana, para comprobar que no llegaron todas.
Play Video
Pero en el mundo real la situación es aún peor: la violencia contra las mujeres sigue siendo masiva y estructural, la enorme mayoría de las mujeres en México ha sufrido algún tipo de violencia: sexual, laboral, familiar, mientras que cada día son asesinadas cerca de 10 mujeres, de las cuales sólo dos casos se investigan como feminicidio. Todavía en muchas comunidades indígenas las mujeres no tienen derecho a opinar o votar y siguen siendo vendidas cuando apenas son niñas o jovencitas e, incluso, desde el poder, muchos toleran esas prácticas calificándolas como de usos y costumbres. Los embarazos en adolescentes muestran una tendencia a la baja, pero siguen concentrándose y aumentando en los estados más pobres y con mayores brechas de acceso a salud y a la educación sexual.
Más de mil 600 mujeres al día, casi 610 mil en nueve meses, reportaron a las fiscalías del país un delito de violencia de género; el número 911 recibe alrededor de mil 400 llamadas de emergencia diarias de denuncias de violencia contra las mujeres, y más de 70% de las mujeres se sienten inseguras, según la encuesta del Inegi.
Siete de cada 10 mujeres en México han experimentado violencia a lo largo de su vida, ya sea psicológica, física, sexual, económica o patrimonial. La violencia familiar y la violencia sexual muestran incrementos sostenidos en la última década, y se ha generado un entorno de “violencia feminicida” reconocido por organismos nacionales e internacionales, que es potenciado por el accionar de los grupos criminales, en los cuales la violencia contra las mujeres, como venganza, revancha o diversión, se ha convertido en una norma.
Entre 2015 y noviembre de 2024 se registran más de 33 mil asesinatos de mujeres (homicidios dolosos más feminicidios), un aumento cercano a 59% respecto a 2015, lo que equivale a más de nueve mujeres asesinadas al día. En 2023, más de dos mujeres al día fueron víctimas de feminicidio, y las tasas de violencia sexual crecieron 22% entre 2019 y 2023. Este sexenio han bajado los feminicidios, pero ha aumentado el número de homicidios dolosos contra mujeres. Sumando homicidios dolosos y feminicidios, más de 3 mil mujeres y niñas son asesinadas cada año en el país, concentrándose casi un tercio de estos casos en el Estado de México, Veracruz y Jalisco.
Las cifras oficiales identifican un alza sostenida en las denuncias por violencia sexual y violencia de género, aunque se reconoce una cifra negra mucho mayor por temor a denunciar, revictimización e impunidad.
No tenemos cifras de este 2025, pero en 2024, en el ámbito digital, se estimó que 10 millones 600 mil mujeres fueron víctimas de ciberacoso y, dentro de estas agresiones, destacan la difusión no consentida de imágenes íntimas, amenazas y hostigamiento sexual en línea.
En 2023 se registraron 101 mil 147 nacimientos de madres de 10 a 17 años, la cifra más baja de la década, lo que representa una reducción de alrededor de 47% frente al pico de 2013 (más de 192 mil nacimientos). Pero la cifra sigue siendo altísima y, aunque la tendencia es descendente, el fenómeno se sostiene y se concentra en estados con alta marginación: la tasa proporcional más alta de nacimientos en adolescentes se registró en Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Chiapas y Veracruz, donde más de 6 de cada 100 nacimientos corresponden a madres menores de edad.
Son muchas cifras, quizá demasiadas, pero son el reflejo de la realidad. Seguimos siendo un país donde la violencia contra la mujer es cotidiana y no es atacada ni remotamente con todos los instrumentos del Estado. Pero aun, desde el ámbito político, la utilización sin sentido alguno del instrumento de la denuncia por violencia de género para contrarrestar cualquier acusación de corrupción o de simple disenso, ha deslegitimado esa figura legal, haciendo un daño irreparable a las mujeres que realmente sí la sufren.
Me parece muy bien que se celebre, lo hago, que una mujer haya llegado a la Presidencia de la República, pero no llegaron todas.












