Eduardo Sadot.
Esperábamos una respuesta entre presidentes, como estadistas, pero no le dio la altura a Andrés Manuel López Obrador que pequeño quedó, cuánta pobreza intelectual y de estadista, cuanta carencia, no pudo argumentar contra once cuartillas, se perdió en la diatriba, le invitaron a subir al juicio de la historia y exhibió sus miserias intelectuales y humanas, perdió su oportunidad. Un doctor en economía frente a un vulgar porro de universidad grillo golpeador, ni de medio pelo, que triste porque es el presidente de México y pensarán que así somo todos los mexicanos o los que votaron por él, y así cuida la imagen presidencial de verdad, que vergüenza, es de risa incontenible de pena ajena. Que pena Andrés y que herencia para tus nietos.
No todos los mexicanos han tenido acceso al documento completo del presidente Zedillo, menos número de mexicanos han tenido el cuidado de leer y todavía menos mexicanos podrán comprenderlo, paradójicamente ni el presidente en funciones, de haberlo leído habría dado respuesta puntual al documento con razones y argumentos, de nivel y calidad presidencial y de estadista, pero no, obviamente ni lo leyó y si lo leyó ni lo entendió, se deduce, por su respuesta fácil insultante y engañosa, aún peor que en el siglo XVI (hace quinientos años, de ese tamaño es el grado de retraso de nuestro gobierno) cuando Lorenzo de Medici nunca leyó el texto que le escribiera a Maquiavelo, igualmente por su limitación intelectual.
El documento de once cuartillas no tiene desperdicio, más que pretender resumirlo debemos leerlo, hace una descripción puntual de la importancia de las instituciones para la democracia y para el derecho mexicano, su reflexión crítica refiere los años de hegemonía del PRI, explica la importancia de la dualidad justicia-democracia y la importancia de los organismos autónomos para frenar los abusos del poder frente a los ciudadanos y, los contrapesos ante el poder ejecutivo – presidente de la república – en la administración pública, incluidos los tres órdenes de gobierno y las garantías individuales fundamentales en toda democracia, para la convivencia armónica de la población.
En el documento destaca, lo que todos sabemos, el móvil visceral vengativo del hombre pequeño de palacio, su encono por no haber podido subordinar al poder judicial a su capricho. Solo agregaríamos el señalamiento de la costumbre recurrente del jefe del estado mexicano actual de hacer las cosas sin diagnóstico, por ocurrencias sin mirar las consecuencias de su imposición autoritaria ocultando o desconociendo las consecuencias y repercusiones en el universo nacional. La destrucción, el desmantelamiento del poder judicial rompe con su autonomía, exponiéndola a la intervención e infiltrado de actores tan lesivos como la delincuencia organizada, lo que hace crecer la sospecha de los compromisos del actual gobierno con el narcotráfico.
La mano de la intolerancia e injerencia presidencial es evidente en la creación de un tribunal encargado de castigar, que consolida la amenaza de juicio político contra miembros del poder judicial que se le opongan, amenaza expelida desde la ruindad execrable de los drenajes de Palacio Nacional.
La respuesta de Palacio, evadiendo el fondo de la crítica del presidente Ernesto Zedillo, distrayendo y embobando al pueblo, con descalificaciones personales, la respuesta raya en la locura, de verdad presidente obrador, es de risa pueril, de verdad cree que engaña, una estúpida respuesta – estúpida en el más puro sentido de Dietrich Bonhoeffer y Carlo Cipolla para que no se vayan a ofender en Palacio y mejor pónganse a investigar el tema – sin tocar un solo punto del pronunciamiento de Zedillo, útil para seguir con el engaño al “pueblo bueno” la autoalabanza, pero no para contribuir al engrandecimiento de México. Al final Zedillo coincide con nosotros, con lo descrito hace tiempo, la 4T se refiere a 1T Santa Ana, 2T Díaz, 3T Huerta y 4T obrador.
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