*A Juicio de Amparo.
/ María Amparo Casar /
No basta con tener inscrito en la Constitución que “la manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa”.
Las prácticas gubernamentales anulan o restringen la libertad de expresión. Son prácticas que evocan el lazo corredizo, nudo de horca, que se usa para lazar caballos. Un lazo que se ajusta al cuerpo del animal y permite sujetarlo, controlarlo y, si es necesario, lanzarlo a cierta distancia. Se usa para la doma.
Así las prácticas gubernamentales que estamos viendo.
La práctica del abuso que constituyen las mañaneras (antes a secas, ahora mañaneras del pueblo) que compiten de manera desleal, con recursos públicos y sin derecho de réplica. Esos “ejercicios comunicacionales” son la mayor plataforma de desinformación o de información a modo que se haya inventado. Un verdadero ministerio de la “información revelada”.
La práctica de demandar penal, administrativa y civilmente a decenas de comunicadores y opinadores.
La práctica, de enviarles auditorías fiscales a ellos y ellas y a los medios donde trabajan o a los patrocinadores que los apoyan.
La práctica de revelar ilegalmente, incluso por la Unidad de Inteligencia Financiera (la temida UIF), sus datos personales y los de sus familiares.
La práctica de las granjas de bots que todos los días y a todas horas insultan y amedrentan a los periodistas y comentaristas que se dedican a informar no difamar.
La práctica de acusar a los trabajadores de los medios de mentirosos y antipatriotas en la sección El Detector de Mentiras en las mañaneras.
Está también la normatividad. Desaparecieron el INAI y ahora tendremos la información que el gobierno quiera darnos porque también nos quitaron el órgano que hacía efectivo el derecho a estar informados. Además, viene una nueva ley de telecomunicaciones y nuevas facultades en materia de intervención de comunicaciones a la Guardia Nacional que también atentan contra la libertad de expresión.
Los focos rojo intenso que prendió fueron tales que la presidenta se vio obligada a decir que el gobierno retiraría de la iniciativa uno de sus artículos (109): que la Agencia de Transformación Digital podría “bloquear temporalmente una plataforma digital por incumplimiento a disposiciones u obligaciones previstas” en “normativas aplicables”. Desaparecerá esta barbaridad por orden de la presidenta, pero no, nada indica que esto haya sido un error en lugar de una firme intención.
Ojalá la presidenta se hubiese pronunciado con la misma fuerza contra el intento del gobierno de Puebla por proponer que se castigara penalmente las publicaciones en redes sociales que “difaman”, “denigran” o “generan daño emocional”. Sólo dijo que en otros estados no-morenistas también hay estas restricciones.
Ojalá y hubiese dicho algo sobre la orden de la gobernadora de Campeche de cerrar el medio local Tribuna y prohibir a su exdirector ejercer el periodismo.
Ojalá y se hubiese manifestado en contra de la censura al periodista de investigación Héctor de Mauleón y de El Universal por publicar la verdad; en contra de las agresiones a Loret y Latinus, o en contra de tantos otros periodistas cuya sola mención llenaría este espacio.
Ojalá se hubiese señalado al presidente del Senado, Fernández Noroña, por haber abusado de su poder llevando a un ciudadano a la tribuna pública para que pidiera una disculpa por haber expresado su desacuerdo con él.
Ojalá hubiera tenido alguna palabra reprobando a los consejeros del INE y los magistrados del Tribunal por haber castigado a una ciudadana que se atrevió a acusar en las redes al líder de los diputados de Morena, Sergio Gutiérrez Luna, de nepotismo.
Ojalá y ella misma dejara de denostar a quienes haciendo su trabajo señalan con evidencia los yerros del gobierno o los actos de corrupción en los que incurren los funcionarios públicos.
Entonces, quizá, podríamos comenzar a creerle a Claudia Sheinbaum cuando dice: “la libertad de expresión por encima de todo”.
Todo esto, en lugar de preguntarse en la mañanera de ayer que “¿en qué momento cualquiera de los que escribe ha sido censurado?”
La Constitución también garantiza la división de poderes y ya no la hay. Los tres poderes están en manos de Morena y de la presidenta.
La libertad de expresión no se garantiza sólo con leyes. Hace falta ejercerla y que la dejen ejercer. El discurso hostil que se hace contra los medios y sus trabajadores se conoce, lisa y llanamente, como censura.