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/ Raúl Zibechi /
En los últimos años fue fraguado el concepto de “nuevas masculinidades” y de “masculinidades alternativas”, como respuesta de los varones más sensibles a la lucha feminista, con la intención de reubicar su papel ante las fuertes críticas al patriarcado y al machismo. La realidad está exigiendo a los varones cambiar nuestras actitudes y sensibilidades para llegar a una relación más equilibrada con las mujeres y las disidencias sexuales.
He asistido a reuniones en las que mujeres nos interpelan sobre las nuevas masculinidades. Siempre aparecen varones que explican, a veces con cierto detalle, cómo es un varón “deconstruido” o, incluso, no patriarcal. La impresión que he recogido en los debates, es que ya existe una masculinidad de nuevo tipo o que por lo menos se tiene claro cómo sería y sólo resta ponerla en práctica.
Mi posición es muy escéptica al respecto, quizá por una cuestión generacional o porque no creo en cambios tan grandes que nos permitan arribar a un mundo sin patriarcado en poco tiempo. Creo que las cosas son mucho más lentas y complejas. Más aún, he comprobado que los varones que se proclaman no-patriarcales suelen haber cursado licenciaturas en la academia y dominan el lenguaje y las actitudes “correctas”.
Creo que la crisis del patriarcado es muy positiva, necesaria, pero no veo que pueda resolverse en un breve período. Sin olvidar que esa crisis se debe a la actitud beligerante de las feministas y de las mujeres en general.
Creo que pensar que ya existe un varón no-patriarcal es tanto como cortar o abreviar la crisis del patriarcado. Saber cómo es el nuevo varón, supone impedir que la crisis masculina se prolongue e intensifique. Es una suerte de cortafuegos.
Por supuesto entiendo la angustia que supone para los varones no saber qué lugar ocupar, cómo relacionarse, qué hacer en estos tiempos de revuelta feminista. Yo mismo sufro angustia y no tengo respuestas para la mayoría de las preguntas que me hago o me hacen. Pero estoy seguro que creer que existe un puerto seguro, las masculinidades alternativas, es hacernos trampas al solitario y, en el peor de los casos, impedir que la crisis del patriarcado se profundice, lo que creo necesario para llegar a nuevos, e inciertos, lugares.
La pregunta siguiente sería: ¿es posible vivir en crisis permanente? Una parte de los varones han optado por la ultraderecha, ya que de ese modo evitan moverse del lugar material y simbólico heredado. Por primera vez en décadas, las posiciones políticas de los varones y las mujeres menores de 30 años muestran una clara diferencia: ellos hacia la derecha, ellas hacia el progresismo o la izquierda.
El problema, evidentemente, es de los varones que no nos sentimos conformes con la herencia patriarcal, que la vivimos como un castigo “en el alma y en el cuerpo”. Por duro que sea, y lo es, no veo otro camino que asumir la realidad, la crisis de lo que fuimos pero sin creer que ya tenemos la solución. En suma, vivir en crisis. Nada sencillo.
Rechazo las soluciones mentales, teóricas, ideológicas. No vamos a salir del atolladero, como varones que rechazamos el patriarcado, sin entrar en crisis y sin permanecer en ella cierto tiempo, sabiendo que es un lugar nada confortable. Uno de los problemas es que la inmensa mayoría de los varones que no quieren ser patriarcales, provienen de las clases medias académicas y blancas, y tienen (tenemos) un evidente sesgo ideológico.
Propongo ensayar un camino que pase por la espiritualidad. No individual sino colectiva. Que a través de ella podamos aprender de la naturaleza, de la vida, de las mujeres. Que han avanzado mucho, muchísimo más que nosotros. Desde hace más de 30 años participo en grupos de yoga, tai chi, pilates y otras prácticas, y puedo asegurar que la cantidad de varones que asisten se mantiene inalterada: uno cada seis o siete mujeres.
Las prácticas espirituales suelen ir de la mano de músicas y danzas que nos ayudan a salir del lugar culturalmente heredado. Que sean prácticas colectivas nos ayuda a salir del agujero neoliberal de lo “correcto” y del estilo new age, que nada consiguen modificar.