/Soledad Jarquín Edgar/
SemMéxico, Oaxaca, 3 de agosto, 2021.- 15 años después la Marcha de las Cacerolas volvió a ser protagonizada por mujeres que revivieron aquellos días de 2006 cuando Ulises Ruiz Ortiz, gobernador priista, desalojó de forma violenta un plantón magisterial en el zócalo y despertó a la ciudadanía.
Apenas habían pasado 15 días desde el desalojo magisterial, cuando las mujeres se organizaron para hacer una protesta, escogieron el 1 de agosto de aquel año. Marcharon desde la misma fuente de la Siete Regiones, ubicada al norte de la capital oaxaqueña, con ruidosas cacerolas pedían que URO fuera destituido y el cese a la persecución policiaca. Este año el recorrido fue semejante, solo que no fueron al canal 9, sino a explanada de Santo Domingo, el emblemático templo católico que fue bordeado por lienzos de tela verde y morado.
Entre las mujeres destacan las fotografías de “las que ya no están”: Ethelvina Morales Félix, Estela Ríos, Bertha Elena Muñoz, Lucía Elba Vicente Cruz y Bety Cariño Trujillo, delante una enorme manta “Mujeres oaxaqueñas tejiendo la unidad anti-patriarcal”, las marmotas de dos mujeres que bailan al ritmo de la banda de música.
Mireya Martínez e Itandehui Santiago son dos de las cientos de protagonistas hace 15 años, para las dos las emociones están contenidas, reviven aquel día en que “tuvieron voz” y “se organizaron”.
Itandehui Santiago reparte hojas con la información sobre la marcha, está tranquila, los día aciagos se fueron hace tiempo.
“Si esa marcha no se hubiera dado, las mujeres no estuviéramos en el nivel político y de participación en que las mujeres están hoy…ahí aprendimos a hablar, a manifestarnos, nos decidimos a participar y nos queda claro que la lucha social no podría seguir adelante sin la participación de las mujeres”, dice orgullosa de lo logrado hace 15 años.
El movimiento social nos dejó mucho a las mujeres, pero la mayor enseñanza es la necesidad de que las mujeres nos organicemos.
Mireya Martínez acude a la marcha como hace 15 años porque asegura que tiene esperanza de que habrá mejores tiempos para las mujeres y para recordar a las mujeres que ya no están, pero que entonces fueron fundamentales protagonistas.
Venimos a recordar lo que pasó, por lo que luchamos y seguiremos luchando por las mujeres del futuro, porque hoy la injusticia está presente, las mujeres no están seguras ni en sus casas ni en las calles.
A 15 años de distancia, Mireya Martínez dice que la lucha creció, tomamos conciencia de la violencia contra las mujeres y seguimos trabajando para erradicar ese que también es un mal social.
Yolanda Barranco, maestra de preescolar también está en la marcha, organiza y toma la palabra en el micrófono. Tiene en el corazón el movimiento magisterial, es una víctima indirecta de la represión que alcanzó a su pareja. Pero ahí está, denuncia y pide justicia para las mujeres.
Dice que lo más importante de aquella movilización de 2006, es que rompieron varios cercos: demostramos que las mujeres si podemos organizarnos y la muestra, la pusieron las compañeras que tomaron un canal de televisión del Estado, en momentos sumamente críticos.
Hoy, algo cambió, pero los gobiernos –dice- siguen criminalizando el movimiento social, no hay justicia para las mujeres, de ahí que seguimos exigiendo que se respeten nuestros derechos y hemos descubierto que somos la voz más fuerte de los movimientos sociales.
Beatriz Picaso Pérez, también estuvo hace 15 años, va y viene a lo largo de la marcha de atrás hacia delante. Sus compañeras la consultan de vez en cuando.
“Nos encontramos aquí nuevamente la rebeldía de las mujeres”, suelta de buenas a primeras cuando se le pregunta sobre sus recuerdos», dice a SemMéxico.
Estamos aquí, las mujeres para seguir manifestándonos, para exigir nuestros derechos a la libre expresión a la salud digna, a la igualdad…para recordar aquella jornada de hace 15 años, a la doctora Bertha, a Elena, Ethelvina…y a tantas mujeres que también estuvieron en la lucha.
Picaso dice que todo eso representa la Marcha del 1 de agosto, pero también salieron a la calle, a pesar de la pandemia, para luchar por las otras pandemias, la violencia, la desigualdad que afecta la vida de las mujeres, por las que luchan por la defensa de los territorios, el agua, los recursos naturales, por la que siguen trabajando por una educación libre y gratuita, por la defensa de los derechos humanos…Afirmó, sin embargo, que la mayor de todas las luchas de las mujeres es por la justicia para las víctimas de feminicidio, por todas ellas volvimos hoy a la calle.
Raquel Chávez Solano es parte de las mujeres que llevan la manta al frente, más tarde hará un relevo con Angélica Ayala para sostener la larga tela de más de 10 metros color morado que custodia las mujeres.
En 2006, Raquel era estudiante del último año de su carrera universitaria, recuerda que el movimiento social había inquietado a muchas y muchos jóvenes como ella, pero fue, dice ahora, la marcha de la Cacerolas la que llevó a todo su grupo a tomar la calle.
Le dijimos a los maestros “ahí, se ven” y nos fuimos. No nos importó nada. Éramos más útiles en la calle. Y desde ese día 1 de agosto de 2006, Chávez Solano fue parte activa de aquel movimiento que hoy dice “sacudió nuestras conciencias”.
“Nos dieron una lección, aprendimos que más allá de la academia había otro mundo. Dijimos tenemos que entrarle y lo hicimos porque nos causaba mucha indignación la represión contra el magisterio, la impunidad que había en el estado por la actuación de políticos terribles, envueltos en esa capa de autoritarismo, el tráfico de influencias, desvío de recursos y por todo eso salí, me uní al movimiento.
15 años después evalúa y sostiene que el movimiento de mujeres ha sido como un sube y baja y en todo ello se produjo el encuentro entre las mujeres movilizadas y el movimiento feminista. Hoy estamos frente a un movimiento feminista diversificado, intergeneracional en el que ha habido encuentros y desencuentros, pero todas con la conciencia de que es necesario seguir luchando.
“¡Mujeres luchando, el mundo transformando!” Repetía un coro de mujeres al paso por una ciudad que pretendió detenerlas al llegar al centro con vallas metálicas y policías que recibieron toda clase de reclamos: ¡Dónde estaban mientras asesinaban mujeres! ¡Dónde estaban cuando violaban mujeres! ¡Dónde estan cuando las golpean! Un elemento de la policía municipal pretendió callarlas, la respuesta fue el clásico: ¡Sí tú has de ser de los que creen que nosotras calladitas nos vemos más bonitas!
Al final las vallas fueron retiradas, la marcha siguió hacia el zócalo y luego a la explanada de Santo Domingo, donde Itandehui Santiago, Felipa Cruz y Noemí Ortiz leyeron un largo pronunciamiento, que advertía que las mujeres seguirán luchando y Mare Advertencia Lírica cerró al cuestionar desde el rap al sistema político patriarcal.