*CON SINGULAR ALEGRÍA :
/ POR GILDA MONTAÑO /
Lasswell politólogo de la universidad de Chicago, se interesa por los temas de propaganda, opinión pública, asuntos públicos y elecciones. Su segundo estudio: Psicopatología y políticas en 1930, hace el análisis de los líderes reformadores y revolucionarios, cuya personalidad interpreta en función del grado de rebelión contra el padre. Los 30’s ofrecen un laboratorio de primera clase para el estudio de la propaganda política. La elección de Roosevelt en 32, supone el pistoletazo de salida del New Deal y las técnicas de formación de la opinión pública. Se trata de movilizar la población alrededor de los programas del Welfare State para salir de la crisis. Los sondeos de opinión, salen a la luz como instrumentos de la gestión cotidiana de la cosa pública.
¿Quién dice qué, por qué canal a quien y con qué efecto? Laswell dota en 1948 de un marco conceptual a la sociología funcionalista de los medios de comunicación. Traducido en sectores de investigación, da respectivamente: análisis de control, análisis de contenido, análisis de los medios de comunicación o soportes, análisis de la audiencia y análisis de los efectos.
A mí me llama la atención el análisis de contenido que aporta al investigador elementos susceptibles de orientar su aproximación al público, ya que aspira a la descripción objetiva, sistemática y cuantitativa del contenido manifiesto de las comunicaciones. La evaluación y observación de los efectos de los medios de comunicación en los receptores, la evaluación constante, con fines prácticos de los cambios que se operan en sus conocimientos, sus comportamientos, sus actitudes, sus emociones, sus opiniones y sus actos, están sometidas a la exigencia de resultados formulada por quienes las financian, preocupados por evaluar la eficacia de una campaña de información gubernamental, de una campaña de publicidad o de una operación de relaciones públicas de las empresas y, en el contexto de una guerra, las acciones de propaganda de los ejércitos.
Después de la primera guerra mundial y a petición de la valoración social en los años que precedieron a la Primera Guerra Mundial, se empezaron a desarrollar investigaciones sobre la influencia de los medios de de comunicación en los niños y los jóvenes. En 1933 instituyendo una larga tradición de estudios sobre la cuestión de los medios de comunicación y la violencia, psicólogos, sociólogos y educadores eminentes se interrogaron sobre los efectos del cine en el conocimiento de las culturas extranjeras, las actitudes en relación con la violencia en el comportamiento delictivo.
Según Lasswell, el proceso de comunicación cumple tres funciones principales en la sociedad: a) la vigilancia del entorno, revelando lo que podría amenazar o afectar al sistema de valores de una comunicad o las partes que la componen, B) la puesta en relación a los componentes de la sociedad para producir una respuesta al entorno; c) la transmisión de la herencia social.
Pero Lazarsfeld añade una cuarta, el entretenimiento y complican el esquema distinguiendo la posibilidad de disfunciones latentes y manifiestas. Así un analizador de programas o máquina de los perfiles, era el encargado en registrar las reacciones del oyente en términos de gusto, disgusto o indiferencia. Este autor, contra la investigación crítica, reivindica la investigación administrativa. Se perfila la idea de que una ciencia de la sociedad no puede tener como objetivo la construcción de una sociedad mejor, ya que el sistema de la democracia existente, representado por EUA ya no necesita perfeccionarse. En la postguerra, querer perfecciona el sistema o inventar otro, resultaba sospechoso.
El “hombre político” se alza como uno de los factores principales, de los cambios y transformaciones más impactantes que erosionan paulatinamente las relaciones sociales entre los individuos. Y a eso, en este momento, debemos de añadir la globalización. Y los problemas de una pandemia que nadie sabe en qué acabarán: pandemia y globalización.
A todo lo anterior se suma el papel de los medios de comunicación, que en una sociedad como la actual, bombardea continuamente mensajes, para la imposición de un nuevo estilo de vida que responda a una moda o a determinado sector de la población, a la cual le determina el rumbo a seguir.
En síntesis, la clase dirigente detentora de los medios de producción que regulan el mercado global mundial, y más aún en estos tiempos de los medios de comunicación masivos, con los cuales es posible generar ideologías y moldear modos de comportamiento colectivo para una determinada causa, propician la erosión paulatina del concepto de colectividad o solidaridad comunal de muchas de nuestras poblaciones.
Se entenderá pues por solidaridad, la definición clásica del sociólogo francés Durkheim, quien dice que en todas las sociedades se desarrollan lazos de unión y cohesión entre los individuos, que los identifica.
La solidaridad entre los individuos de la sociedad es un vínculo susceptible de desarrollo. El derecho y la división del trabajo contribuyen a que esta solidaridad trascienda a niveles superiores.
El autor distingue diversos tipos de solidaridad: la mecánica y la orgánica, como mera aclaración sólo se mencionan. La solidaridad orgánica es la que se desarrolla en sociedades más avanzadas, es decir, más modernas.
La solidaridad orgánica constituye la conciencia colectiva de las comunidades, con la cual se identifican los miembros de esa población, y genera una forma superior de organización social en tanto los individuos aun siendo diferentes entre sí, se cohesionan para lograr un bien común sacando a flote, con ello, su conciencia colectiva.
Esta conciencia colectiva, es la que regula la actuación de los pueblos y siempre se busca atrapar por la clase dirigente para legitimarse.
La modernización ha trastocado esta conciencia, volviendo al individuo más preocupado de sí mismo que de ayudar en forma organizada a la comunidad; las grandes ciudades son el prototipo de esa individualidad, basta viajar en una hora pico en el metro y ver cientos de caras desconocidas, o mostrarse indiferente ante situaciones típicas de necesidad de varias personas. La palabra que califica este fenómeno es conocida como deshumanización.
Los conceptos de ayuda mutua han perdido su esencia, solo en las grandes tragedias parece aflorar nuevamente como una flor en un inmenso jardín de concreto, para después ser guardado en el baúl de los recuerdos, o ser sepultado por los enormes condominios familiares, en donde lo que menos importa, es conocer quien vive en el último piso. La individualidad pasa a ser la esencia de la colectividad. Repito: no, en las grandes tragedias.
La modernidad o el imaginario social de lo que debe ser México, presente en gran parte de los actores protagónicos de la política, gana batallas. Ojalá que en este preciso momento en que tanto necesitamos de la solidaridad y del amor hacia nosotros mismos, también ganemos la batalla. Muy difícil situación.