Paolita Suárez: Nada justifica la violencia

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/ Delia Angélica Ortiz. /

Paolita Suárez de Las Perdidas fue víctima de una agresión que se conoce como “Violencia de Pareja en la Intimidad”, que es mi traducción personal de lo que en inglés denominan “Intimate Partner Violence” o IPV por sus las siglas en inglés. Al final, el objetivo es nombrar una violencia que implica daño físico, sexual o psicológico contra una persona por parte de su pareja sexo afectiva.

Hace cuatro años, la Universidad de Nueva York publicó “Transgender Intimate Partner Violence”, que en español sería algo como “Violencia de pareja transgénero”. Aunque esa traducción queda muy justa para explicar una problemática que ha sido señalada por los investigadores de distintos países como un asunto de salud pública, debido a su incidencia.

En el caso de Paolita, ella fue golpeada por su novio, quien le había pedido matrimonio (justo un día antes de la agresión). Ella terminó en un hospital público de Guanajuato con un hematoma en el ojo y el tabique desviado.

La influencer levantó una denuncia contra su novio José de Jesús Castro Gómez. Él en su versión argumentó que ambos estaban drogados y que ella intentó estrangularlo. A estas declaraciones se suman lo dicho por el guardaespaldas de Paolita, quien refiere que ambos estaban bajo la influencia de bebidas alcohólicas, pero no de drogas.

Afuera del hospital, el guardaespaldas conocido como El Ropero dijo que José de Jesús había intentado robarle dinero a Paolita. Además, comentó que a pesar de que el novio de la influencer aparenta ser un hombre tranquilo, en realidad es una persona agresiva.

En “Transgender Intimate Partner Violence” hay un capítulo que llamó mi atención. Es el apartado que titularon “¿Por qué no te vas? Resiliencia transgénero y barreras para escapar del abuso”. Esas son las preguntas: ¿Por qué las víctimas se quedan en una relación abusiva? ¿Por qué incluso hay aquellas que normalizan la violencia y no se atreven a denunciar?

Dejar al abusador es algo bastante complejo. Implica salir de una relación de abuso de poder, en donde la víctima se siente desvalorizada. Hay pérdida de dignidad, control y seguridad, así como un sentimiento de impotencia y aprisionamiento que experimenta la persona que es el objetivo directo de ataques (físicos, psicológicos, económicos, sexuales, verbales y/o espirituales) que de manera continua o repetida realiza el agresor.

En ese capítulo se lee que las víctimas transgénero que permanecen con sus abusadores desarrollan conductas que les permiten afrontar y resistir el abuso. Eso explicaría la normalización de la violencia y la incapacidad para reconocer que nada justifica la violencia.

A modo de cajón de sastre, acá otros datos más. De acuerdo con una investigación en Estados Unidos, las personas transgénero tienen 2.2 veces más riesgo de sufrir violencia de pareja física y 2.5 veces más riesgo de sufrir violencia sexual de pareja, en comparación con las personas cisgénero.

En Canadá, en 2019, una encuesta a 667 mujeres trans realizada por la organización civil TransPULSE Canadá encontró que 3 de cada 5 mujeres trans sufrieron violencia de pareja, desde los 16 años.

La encuesta mostró que 56% de las mujeres trans entrevistadas habían tenido al menos a una pareja que las insultaba; 24% habían recibido amenazas de su pareja sentimental; 29% habían recibido empujones o algún tipo de doblegación física. En tanto que 33% habían sido obligadas o presionadas a participar en actividades sexuales sin desearlo.

Ahora, Paolita es parte de una estadística que debe atenderse con políticas públicas.

* Delia Angélica Ortiz es periodista especializada en inclusión y diversidad.

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