*Imagen de Juana de la Cruz en el Monasterio y Santuario de Santa María de la Cruz | Crédito: ACI Prensa.
El Vaticano informó el 25 de noviembre que el Santo Padre ha aprobado la promulgación del decreto de beatificación de la Sierva de Dios Sor Juana de la Cruz, conocida como “Santa Juana” de Cubas de la Sagra, Madrid (España).
El Pontífice ha dado luz verde a su beatificación sin necesidad de milagro, una concesión poco habitual pero entendible, dada la fama de santidad que tuvo ya en vida Juana Vázquez Gutierrez, una de las figuras más relevantes de la Iglesia Católica de los siglos XV y XVI cuyo legado llega hasta nuestros días.
Con la aprobación del culto inmemorial, cada 3 de mayo marcará en el calendario el día de la nueva beata española. Una fecha poco casual, ya que nació en la Fiesta de la Cruz en 1481 y murió el mismo día del año 1534.
Nació en Azaña (actual Numancia de la Sagra), en el seno de una familia pobre. En 1496, a pesar de la oposición de su familia y después de haberse escapado de casa vestida con ropa de hombre, llegó al convento franciscano de Cubas de la Sagra, en el que ingresó el día de su 15º cumpleaños con el nombre de Juana de la Cruz.
En la actualidad, este lugar es conocido como Monasterio y Santuario de Santa María de la Cruz y Santa Juana, construido después de que la Virgen María se apareciera en 1449 a Inés Martínez, una joven sencilla de entre 12 y 13 años. De esta época hay 72 milagros demostrados con actas notariales y se conserva una copia del manuscrito original de las apariciones.
Durante los primeros años en el convento, Juana de la Cruz empezó a experimentar éxtasis y la aparición de los estigmas. Empezó a predicar y esto llamó la atención de muchos, especialmente del Cardenal Jiménez de Cisneros, primado de España y regente de Castilla, quien le nombró su consejera y también párroco.
El Emperador Carlos V, quien le visitó varias ocasiones, le nombró consejera del imperio. Era admirada además por Gonzalo Fernández de Córdoba, conocido como “el Gran Capitán”.
A la religiosa pronto se le atribuyeron asombrosos milagros. Además, contaba con abundantes dones y carismas, como el don de las lenguas a pesar de que era analfabeta, así como los dones de inspiración, bilocación y sanación.
En los cuadros e imágenes se representa a Santa Juana con una cruz y la filacteria con el texto: “Que se me da a mí de mí, si no de vos mi Dios”. También suele aparecer con un tiesto o jarrón con flores del cual salen varias ánimas del purgatorio y un ángel con rosarios.
Juana de la Cruz murió con fama de santidad en 1534 y fue enterrada en la puerta del comulgatorio del convento. Años más tarde encontraron su cuerpo incorrupto y flexible, con el hábito en perfectas condiciones.
En 1810, las tropas napoleónicas profanaron el monasterio y robaron todo lo que se encontraron a su paso. El lugar también resultó afectado , 20 años más tarde, por el proceso expropiador de los bienes eclesiásticos conocido como Desamortización de Mendizabal y Madoz; y, en 1936, por la Guerra Civil española. El monasterio fue saqueado y la tumba de “Santa” Juana fue profanada. El 3 de mayo de 1994 se encontró su cuerpo, que no estaba incorrupto.
Proceso de canonización de Santa Juana
El camino a los altares de Sor Juana de la Cruz se ha visto salpicado de complicaciones, de tal forma que sobre su vida se han instruido hasta tres causas diferentes.
El primer proceso de canonización no llegó a término debido a que el Papa Urbano VIII cambió las normas de canonización eliminando la vía del culto inmemorial, que establecía que si a los 100 años de muerta una persona, el pueblo la aclamaba como santa, era canonizada de forma directa. La causa de Sor Juana se habría acogido a este precepto, pero desapareció cuando habían pasado 96 años de su muerte.
El segundo proceso se basaba en un libro que reunió las predicaciones de Juana bajo el título de “conhorte” (conforte), que tenían como propósito confortar la fe de los sencillos. Se trata de 72 sermones que forman un ciclo litúrgico completo, que incluyen una bellísima recreación teatralizada del cielo.
Este segundo proceso, conocido como el de Toledo, no pudo completarse porque el Vaticano solicitó el libro original, pero Felipe II lo había llevado a la biblioteca del Monasterio del Escorial.
El 18 de marzo de 2015, el Papa Francisco firmó de nuevo el decreto de virtudes heroicas de Sor Juana de la Cruz. La reciente decisión del Pontífice corresponde, por tanto, al tercer proceso de canonización.