PEJUCISTO, HA NACIDO EL REDENTOR.

Carlos Ferreyra

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No dejó de causar cierta inquietud en las altas esferas vaticanas, el lanzamiento del mandatario mexicano como el Mesías redivivo. Y que se haya hecho precisamente en los días que celebran la llegada al mundo de Jesús.
Causó desazón, vista la enorme, legendaria experiencia de los mexicanos en temas electorales, en la generación de causas y en la creación de héroes y fetiches para la adoración popular.
Los ejemplos no cabrían en este comentario; cada presidente tomó por su cuenta una figura de su simpatía, se le elaboró la biografía más adecuada y se abrió nuevo nicho en el altar de la Patria.
En broma, pero sin sonreír por si acaso, el populacho habla de Pejucristo y ya hay quien le cuelga milagros. Su promotor, quien ya lo lanzó a las filas de la Santidad, el ensotanado Solalinde, está dispuesto a organizar la que vendría a ser repetición de la frustrada Iglesia católica, apostólica mexicana.
Solalinde, fracasado aspirante al Premio Nobel de la Paz, pretendería la nominación de Su Santidad, Piedra Fundamental del nuevo rito. Polvos de aquellos lodos del Callismo y la guerra cristera.
Aunque por la secrecía institucional vaticana no es posible conocer lo que piensan, se asegura que a la gran capacidad organizativa popular, se teme igualmente a la paciencia cuasi oriental del mandatario mexicano, la habilidad para la movilización de masas y lo más actual:
López, se sabe, es pastor evangélico. Con otras sectas que consideran destacadamente a los cristianos, han ido restando fieles a los vaticanistas. En el sureste de donde es originario el personaje, hay poblaciones enteras en donde de hecho ha desaparecido el catolicismo.
Justificados, pues, los temores vaticanos, ante el riesgo del nacimiento de la Santa Iglesia de Pejucristo de Todos los Días.
Amén…