/ Por Inocencio Yáñez Vicencio. /
Los que entienden la política como un fin en sí mismo se empeñan en tratar de convencernos de que la única división que existe es entre gobernantes y gobernados, lo cual es falso histórica y racionalmente. En la Grecia Clásica prácticamente no existía esa división porque lo que había era el autogobierno, el gobierno no estaba separado de la sociedad. El pueblo reunido en la plaza pública deliberaba y resolvía sus problemas. Sus instituciones representativas eran muy gelatinosas. De esa experiencia toma Rousseau la idea de que la función legislativa se encargue a una comisión técnica, siendo el destinatario de la ley quien la decida para ser verdaderamente libre. En el Ágora hacer política era proponer, deliberar, discutir, consensuar, acordar. Fue cuando se impone la representación, cuando el gobierno ya no está directamente en el pueblo sino que éste delega sus funciones en un grupo reducido para legislar, ejecutar y juzgar y es cuando aparece la división entre gobernantes y gobernados y con ella la necesidad de legitimar su origen para hacerlo aceptable. La deidad, la naturaleza, la gloria guerrera, la tradición, la elección, que era vista con desconfianza y se utilizó poco comparada con el sorteo, nace limitada a la riqueza o al tributo, hasta extenderse universalmente. La elección surge con fuerza para someter y limitar en el tiempo y en su actuación a la relación de mando y obediencia, es decir, al poder político.
Si la política nace como una acción concertada para lograr el bien general, en la actualidad, donde quiera que existe la división entre gobernantes y gobernados, es, como bien lo expresó Maquiavelo, la lucha por alcanzar, ejercer y retener el poder. Es esta lucha del poder por el poder, la que la convierte en un fin en sí mismo y como ese poder, si bien es cierto viene formalmente de la constitución, su sede no está, como muchos creen, en los aparatos que lo institucionalizan en el Estado sino en la correlación de fuerzas, porque el poder político es antes que cualquier cosa, una relación social, lo que hace que sea disputado por personas, por familias y personas, detrás de las cuáles pueden estar sindicatos, gremios, organizaciones patronales, corporaciones religiosas, y ahora hasta grupos criminales.
La lucha por el poder político puede tener muchos propósitos, casi siempre recubiertos por la cantaleta de un Bien Común, que sólo los elegidos conocen. Por ejemplo: la Iglesias Católicas bajo el pretexto de que quiere que los padres escojan la educación para sus hijos, busca el monopolio de la enseñanza para controlar la mente de niños, jóvenes y adultos. El Clero no se resigna a perder las funciones de Estado que antaño realizó. Los grandes empresarios llevan a cabo una campaña permanente para debilitar a la política para trasladar las decisiones comunes al mercado con el fin de reforzar sus mecanismos de acumulación de capital. Los sindicatos buscan influir en política que aligeren las cargas a los productores directos. Los grupos de narcotraficantes buscan una política de abrazos no balazos. El traslado del antagonismo social al antagonismo personal sirvió y ha servido para ocultar que antes que la política ya existían contradicciones que surgió para expresar y encauzar, pero es privilegiar la confrontación de las personas en lugar de los problemas, lo que ha hecho que se degrade a un moralismo ramplón y se compita a ver quién resulta más manchado, soslayando los compromisos sociales de los actores individuales y colectivos, flotando por encima de los problemas que verdaderamente interesan y lastiman a la gente.
Cuando alguien se aleja de los cánones de la política del poder por el poder, es visto como un ser antisocial, como un desadaptado. No formar parte del elenco que no sabe más que intercambiar descalificativos es un sacrilegio para los censores.
Durante décadas se asoció al PRI con el poder, no sin razón, pero como partido que nació desde el poder, sus miembros no podían hacer campaña cuestionando su obra, ese privilegio sólo lo tenían sus opositores. Hoy el PRI es oposición. Está en su derecho someter al partido que es gobierno a una crítica sin cuartel. Que los que están en el gobierno hablen de sus logros es muy natural como que quienes aspiran a reemplazarlos hablen de sus fallas es lo normal. Esto cobra dimensiones inconmensurables cuando quien llegó al poder lo hizo prometiendo como si nunca le fueran a pedir cuentas y financiado por dinero ilegal, porque no va a aceptar el escrutinio público y menos el veredicto libremente expresado en las urnas, por lo que nada de extraño que para aferrarse al poder haga uso de todos los recursos materiales, policiacos, castrenses, vandálicos, criminales y difamatorios.
No sólo amenaza Morena y Amlo, imponernos una zacatecana como gobernadora, sino llevarse nuestra agua al Norte. Todos sabemos que el agua como el petróleo son recursos nacionales, pero si con el petróleo se recompensa en algo a los estados donde se extrae, con mayor la razón con el agua, y los morenistas jamás han alzado la voz para defender a Veracruz. Para tratar de imponer a la zacatecana van a tratar de destruir todo lo que se les oponga. Bien saben que Rocío Nahle, cada día se desinfla porque es de Zacatecas, porque carga el mal gobierno de Cuitlahuac y que la ciudadanía sabe hoy que los de la banda de ladrones que jefaturaba Javier Duarte, ya no están en el PRI, se los llevó Morena.
Por eso es de esperarse en los próximos días que redoblen su furia contra Miguel Ángel Yunes Linares, hombre de extraordinaria claridad mental, que las respuestas que han tenido los señalamientos que hizo, evidencian que tiene acorraladas a las ratas morenistas, porque les espantó el sólo anuncio de que estaría en la sede del CDE del PRI, que, como se vio en su conferencia del pasado miércoles 28, tiene credibilidad y muchos seguidores. Miguel no se hizo ni en las antesalas ni cargando portafolios. Duarte debía guardar silencio, porque él fue gobernador para cubrirle las espaldas a Fidel, únicamente para eso, no sabe nada de política y cuando quiso jugar a la política lo chamaqueo Miguel Ángel. Eso no se lo perdona. Tengo diferencias con él pero no rencores, porque jamás ni siquiera me hizo un mal gesto y miren que algunas veces lo contrarié. Un político debe tener carácter. Pepe, lo tiene pero es otro estilo. Domingo Alberto Martínez R y yo convivimos con Porfirio Muñoz Ledo y éste si era de carácter fuerte. En la política hay muchos estilos. No, no van dejar de insultar a Miguel, van a hacer hasta lo imposible por bajarlo de la campaña, porque con toda su maquinaria vandálica, le tienen temor y tratarán de seguirle lanzando lodo y siempre tendrán un testaferro que les haga el trabajo sucio. Lo importante es que la inmensa mayoría de los representantes de los medios quieren a Veracruz y saben que en la defensa de la República y la democracia caben todos.
La Coalición del PAN, PRI, PRD y la sociedad civil muestra que hemos aprendido que sin menoscabo de nuestras identidades somos capaces de poner por delante la defensa de la ingeniería institucional y las reglas del juego, hoy amenazadas por un autócrata que se valió de ellas para llegar a la Presidencia y que una vez en ella se ha propuesto destruirlas, para que nadie más llegue y reducirlas a pura fachada como lo hizo el dictador Porfirio Díaz.
Si la República de Weimar en 1918 y la Italia de 1922 hubieran construido un Frente como lo armó Francia en 1936, en el primer caso haciendo un lado sus diferencias y en el segundo, no creyendo que la aparición de los fascios era un asunto pasajero, para enfrentar la amenaza nazifascista, otra historia hubiera sido, pero esa lección no podemos ignorarla, dado el altísimo costo que tendría.
Cuando decimos que en la causa que abandera Pepe, que es la causa por detener la destrucción de los equilibrios republicanos y las condiciones y reglas democráticas, caben todos, nos viene a la memoria hombres y mujeres que su conducta privada no era ejemplar, los ganó la lucha patriótica: A Mirabeau le había iniciado su padre un juicio para desconocerlo como hijo y en la Revolución francesa es el alma de la constituyente, por lo cual la Nación se le rinde como a nadie hasta ahora; madame Stael, no obstante despertar muchos rumores, algunos de ellos ciertos, jugo un papel muy importante tejiendo alianzas políticas durante la lucha por consolidar el Estado emanado de la Revolución francesa; el abate Sieyés, no se aceptan sus virajes, pero sus servicios para pasar de la Asamblea de los estados generales a la constituyente fueron decisivos; Benjamín Constant, para muchos era intratable por las secuelas de su salud, pero su talento nos legó un patrimonio invaluable para la causa liberal. La lista de mexicanos que de una conducta cuestionada pasaron a ofrendar su vida por la libertad, es larga. Por eso decimos, una vez más: en esta lucha por librarnos de la banda morenista que con engaños arribó al poder para saquearnos y ponerlo al servicio de la delincuencia, caben todos, incluido, morenistas arrepentidos.
No queremos el poder para regresar a tiempos pasados, lo queremos para que nos de paz a todos y una justicia que dé a cada quien lo suyo. Ni un paso atrás en las conquistas de los desposeídos. Para ellos queremos guarderías, seguro popular, educación de calidad, que no haya más detenciones arbitrarias ni presos políticos, que los apoyos y pensiones nunca más se condicionen electoralmente. No proponemos ni un Estado neutral, indiferente a los grandes problemas sociales ni un Estado que se erija a costa de una parte. Queremos un Estado que nos lleve a suprimir desigualdades sin atropellar libertades tanto individuales como de no dominación. Retomemos el rumbo. Se puede respetando la ley y sometiendo el poder al derecho, porque fuera del derecho sólo hay arbitrariedad y ella destruye todo.
Con Pepe, caben todos los que quieren a Veracruz y todos son importantes. Bienvenidos todos los que quieran que no haya más presos políticos, persecuciones, saqueos, mediocridades, vallas en Palacio de Gobierno ni un gobierno rendido ante el crimen organizado.