Escrito por Citlalli López Velázquez.
04.04.2024 /Cimac Noticias.com /Oaxaca de Juárez.- Las pintas en la catedral, así como los vidrios rotos en bancos y tiendas de cadenas trasnacionales realizados durante las marchas feministas son una forma de protesta social llamada iconoclasia que, al tener fines ideológicos, no pueden ser considerados actos vandálicos.
La antropóloga e investigadora Charlynne Curiel señaló que lejos de criminalizar la lucha feminista debe haber un análisis más profundo sobre estas expresiones pues destacó que en cada una de las intervenciones hay un mensaje claro contra una lógica patriarcal y capitalista, es decir contra un sistema de dominio institucionalizado que mantiene la subordinación, explotación e invisibilización de las mujeres que da como resultado una desigualdad estructural.
La iconoclasia, definen algunos autores, es la destrucción de imágenes o espacios con el fin de apropiarse del espacio público dejando muestras visibles que hace que se desestabilicen los antiguos símbolos y se visibilicen las demandas del grupo manifestante.
El término pareciera relativamente nuevo a partir de la fuerza que en los últimos años ha alcanzado la ola feminista en México, sin embargo, ésta es una forma de protesta nacida muchos siglos atrás.
“Si observamos el paisaje que queda una vez que termina la marcha vemos de manera muy clara hacia qué lugares estuvieron dirigidas esas expresiones. Vemos las iglesias, bancos, sucursales de empresas cuyos dueños son la élite nacional y el capital internacional que lleva décadas expropiando y despojando a la población de este país. Acá el mensaje está muy claro. Las chavas nos están diciendo que la lógica patriarcal impera en un modelo económico que es el capitalismo alimentado de la explotación laboral y el despojo, y que confabulado con el estado garantiza los privilegios de las élites y la acumulación de su riqueza», expresó la especialista en estudios de género y feminismo.
Mirando más a fondo -apuntó- las empresas e instituciones a quienes se dirigieron las intervenciones son aquellas que se han beneficiado económicamente de las mujeres en mayor vulnerabilidad económica a través de endeudamientos y también de su explotación laboral.
Por otro lado, la intervención realizada en la Catedral -agregó- también es un reflejo del rechazo al discurso, narrativas y prácticas patriarcales de una institución que ha sido denunciada por su alta incidencia de pederastia clerical, además de ser un símbolo del colonialismo que contribuyó al dominio y sometimiento de los pueblos mesoamericanos.
Ya se puede hablar -agregó- de un feminismo de calle que está haciendo una vinculación entre patriarcado y neoliberalismo, que se expresa en el contexto inmediato con la gentrificación, turistificación y despojo en donde las mujeres son las más afectadas.
“Los monumentos, las estatuas, los edificios históricos, que son los que se consideran patrimonios son intervenidos en cualquier manifestación que finalmente lo que hacen es reactualizar el sentido que tienen ese tipo de monumentos que representan una visión hegemónica y oficialista de procesos históricos en donde generalmente no aparecen las mujeres, ni los sectores racializados, ni los más vulnerables”.
Charlynne Cueriel agregó: “Estamos frente a un movimiento social inédito que nos está dando una serie de elementos y aspectos importantes que tendríamos que estar reflexionando en torno a el presente que tenemos encima y el futuro tan incierto y macabro que vemos en términos de desigualdad, precarización, violencias, inseguridad, crisis económica, migraciones, es decir las feministas quieren obligar a la sociedad a ver todas estas problemáticas para que se pueda revertir el rumbo que nos está llevando al abismo en un contexto de crisis social, económica, política y ecológica».