/ Francisco Cabral Bravo /
Estimado lector, no está de más recordar la advertencia de Enrique González Pedrero en su ensayo Riqueza de la Pobreza: “Mientras los viajeros divierten, alegres y despreocupados en el baile de gala, el barco navega en la oscuridad hacia el iceberg fatal”.
En este septiembre de la patria, ¿A quién festejar, a Hidalgo y Morelos, o a Iturbide? La historia se convierte en una actualidad polémica siempre que se le da un uso político, cosa harto frecuente; es la función de la historia oficial que, se supone, desempeña un papel central en la creación de identidad nacional y de la cohesión que unifica a la sociedad en el amor a la patria. Además de la historia oficial, tenemos en México versiones liberales, conservadoras y las de los investigadores.
Los pueblos más libres son los que conocen mejor su historia, no solo los acontecimientos o personajes extraordinarios sino las causas profundas que mueven los cambios en la vida colectiva.
Pero decíamos que además de la oficial, también hay versiones conservadoras o progresistas de nuestro pasado, con múltiples variantes cada una que, igual que la oficial, lo que buscan es dirigir la forma de interpretar lo ocurrido y sobre todo, dejar en claro qué, cómo y a quién festejar; hoy por hoy tenemos a quienes exaltan los méritos de Hidalgo y Morelos, y otros los de Iturbide.
La globalización ha cambiado la historia de la humanidad. Las nuevas tecnologías de la información han roto barreras de tiempo y espacio. La comunicación es instantánea. Los bloques económicos funcionan según la competencia en los mercados globales. Los términos de soberanía, independencia y nacionalismo han cambiado. Hay más personas poderosas con recursos económicos y, en general, la población mundial no ha accedido a todos los beneficios la nueva regionalización.
Miguel Hidalgo, por ejemplo, ¿merece ser considerado el padre de la Patria, cuando solo estuvo cuatro meses en acción? preguntan los conservadores de hoy, que además le achacan haber movilizado una turba incontrolada que causó muerte y, aunque la insurgencia sólo se mantuvo activa poco tiempo entre Querétaro, Guadalajara, Guanajuato y las cercanías de la Ciudad de México, se le atribuye “una caída de su ingreso per cápita de los 40 dólares que tenía en 1800 a 27 en 1825” (La independencia que no fue, Nexos septiembre 2002).
La de Morelos sería una visión “torpe, cerrada, católica, obtusa y atrabiliaria en sus retrógrados Sentimientos de la Nación”, escribió Luis González de Alba hace 12 años en la revista Nexos.
Héctor Aguilar Camín, director de Nexos, se pregunta ¿Por qué celebramos como padres de la independencia a los sacerdotes Insurgentes derrotados, Hidalgo y Morelos, y no al militar criollo que la hizo realidad en 1821?
(Milenio diario 16-09-2021)
Somos resultado del mestizaje, de una conquista dura, cruel, pero que creó una nueva nación que no existía como colonia. La lucha por la independencia tenía como sustento político la invasión francesa, pero como ideología al liberalismo y se trataba mejorar condiciones de competencia económica que la Corona evitaba, por el cobro de impuestos.
Fue tan sangrienta la toma de Guanajuato, que Miguel Hidalgo prefirió evitar una matanza en la Ciudad de México y no se animó a entrar a la capital. Esto prolongó la lucha por más de 10 años, en los cuales perdieron la vida el propio Hidalgo y varios de los caudillos, Morelos incluido. Fue Agustín de Iturbide, tras la defensa de Vicente Guerrero, quién se empoderó como emperador del país.
Así comenzó una nueva era, de confrontación entre liberales y conservadores. Fue desde luego Benito Juárez quien fundó el Estado mexicano, con su Constitución, el combate a la invasión francesa y las Leyes de Reforma.
Este legado fue reconocido mundialmente.
No fue fácil combatir en varios frentes. Logró el triunfo a costa de riesgos y alianzas. Así pues, nuestra independencia y la Reforma fueron movimientos liberales ideológicamente.
La defensa de las libertades, la propiedad, el laicismo, hicieron posible un avance democrático y la creación de instituciones. Poco a poco México se modernizó. Pasamos por diversas etapas de construcción y restitución de nuestro país. En el marco del Estado de derecho.
¿Qué hay detrás de eso? Hidalgo o Morelos, como Zapata y Villa son incómodos con sus utopías de igualdad y justicia; el conservadurismo sueña con “rescatar” a Iturbide, cuyo mérito fue reunir a las élites criollas para pactar el Plan de Iguala, compuestas por el ejército realista que combatió a los insurgentes, por el alto clero que defendía sus fueros y por una oligarquía de comerciantes y hacendados.
El Plan de Iguala fue un cuartelazo de los mandos militares contrainsurgentes para impedir que se cumpliera el mandato de la Constitución de Cádiz, principalmente contra la Iglesia, y para para que la oligarquía económica eliminara restricciones al avance de sus negocios.
En otro contexto, las decisiones que se tomaron para enfrentar la crisis, ha permitido una recuperación apoyada en políticas de bienestar, sin aumento de impuestos y en proyectos estratégicos.
Contra los pronósticos apocalípticos de la oposición, México avanza en el cambio de la recuperación. Para este año, la Secretaría de Hacienda estima un crecimiento económico para 2021 de 6.3%, una cifra que coincide con la ofrecida por el Banco de México. Para 2022, el crecimiento sería de 4.1% y en los siguientes años las estimaciones irán disminuyendo hasta alcanzar 2.5% en 2025.
La estabilidad macroeconómica y social, así como la disciplina fiscal son los ejes del proyecto transformador del gobierno de México.
Llegamos al momento de la definición del presupuesto con presiones inflacionarias que llevaron al Banxico a prever una inflación de 5.7% al cierre de 2021, y con un tipo de cambio estable (se estima un tipo de cambio promedio de 20.1 pesos por dólar).
En los Criterios Generales de Política Económica para 2022 se destacan las acciones emprendidas para lograr la recuperación económica.
Se espera que a nivel global disminuyan las presiones inflacionarias y que haya estabilidad en los mercados financieros, lo que permitirá bajar la inflación en México en el contexto de un mayor dinamismo del comercio exterior y de mayor integración entre las cadenas de valor con nuestros socios comerciales.
El paquete económico entregado al Congreso será una herramienta clave para la recuperación económica frente a los saldos de la pandemia y al mismo tiempo para la consolidación del proyecto de nación que encabeza AMLO.
En el conjunto de propuestas destaca la creación del Régimen Simplificado de Confianza para personas que reciben ingresos de hasta 3.5 millones de pesos anuales, que se espera permita seguir aumentando la base de contribuyentes. Se espera que con éste régimen y otras medidas se pueda llevar la recaudación a un máximo histórico de 3.94 billones de pesos en 2022.
En un escenario global de gran complejidad, nuestro país avanza con estabilidad macroeconómica, aprovecha plenamente las ventajas que ofrecen instrumentos como el T-MEC, cosecha los frutos de las acciones oportunas que se pusieron en marcha para enfrentar la crisis sanitaria y para avanzar en el bienestar de la población.
Sin deuda, sin aumento de impuestos, impulsando una clara separación de los poderes político y económico ha sido posible incrementar la recaudación para dedicar más recursos a programas que benefician a las mayorías.