*ANA MARÍA OLABUENAGA
ANA MARÍA OLABUENAGA
/ 06.06.2022 02:01:56
Yo creo que a los mexicanos nos dicen la “raza de bronce” no por otra cosa, sino por lo que resiste ese dichoso metal. A pesar de lo vivido, de todas las tragedias sufridas, de lo padecido y de todo lo tolerado y consentido, nunca es suficiente. Nada alcanza a saldar esa cuenta maldita que tenemos con la propia historia de los que aquí nacimos. Encima, ahora todos los mexicanos tendremos que dormir en el suelo. Usaremos poca ropa para cobijarnos: apenas una túnica rugosa de color oscuro, a la que solo podremos sujetar al cuerpo con un cordón y tres nudos. Andaremos descalzos o, si acaso, con unas humildes sandalias. Padeceremos úlceras en las piernas y en los pies. Comeremos poco o tal vez nada. Mendigaremos. Viviremos en un leprosario, cuidaremos y besaremos a nuestros hermanos los leprosos y no nos interesarán ni la educación ni la ciencia porque rezaremos todo el día. Esto fue lo que nos anunció nuestro Presidente la semana pasada y, no hay remedio, si lo dice él, eso tendrá que hacer su gobierno: pobreza franciscana para todos.
“Sí, ya estoy pensando en darle otra vuelta a la tuerca porque hace falta darle más al pueblo y a ver si es posible pasar de la austeridad republicana a una fase superior que podría llamarse pobreza franciscana para todos, todos. O sea, que se acaben por completo los lujos: no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”, dijo nuestro Presidente.
Otra vuelta de tuerca. ¿Será el camino por el que quiere que vayamos descalzos el correcto? ¿No será que con tanta vuelta de tuerca nos estamos pasando ya de rosca? ¿En qué momento se barre un tornillo? ¿Antes o después de barrer las escaleras? ¿En qué preciso instante se pierde un tornillo? ¿Cuándo cae al suelo?
Pocos países como el nuestro. Lleno de políticos cuya vocación por la pobreza va más allá de lo espiritual o religioso y llega a lo ideológico. Un país que no quiere ser rico, anhela ser pobre. Empeñado en que no todos tengan más, sino menos. El reino de los pobres, con su rey de los pobres y su pueblo de pobres. Como si la pobreza fuera más buena que el pan; nuestra razón de vivir, el porqué de elegir un gobierno y la mismísima razón de gobernar.
Pobres de nosotros los mexicanos, sosteniendo gobiernos que no buscan acabar con la pobreza sino invertir en ella para alimentarse siempre. Al diablo don Benito Juárez que quería vivir en “la honrosa medianía”, abracemos hoy la pobreza de San Francisco de Asís.
Pobre México que pagó por la costosa cancelación de un aeropuerto, por el costoso mantenimiento de un avión, por la costosa revocación de mandato, por el costoso subsidio a las gasolinas y que encima de ello exige pobreza franciscana. A pesar de que en las urnas sí resuene, no es con dádivas que saldremos adelante. Hay de dos: confianza e inversión que generan crecimiento y empleo o dormir en el suelo y sonreír.
¿Qué tan cerca de la santidad estamos los mexicanos para aguantar tanto?, ya lo sabremos. Por lo pronto, si algo tiene de bueno eso de la pobreza franciscana es acercarnos a la forma de vida de San Francisco de Asís, el gran santo de los animales, a los que hizo sus hermanos. Tal vez, al imitar su forma de vida, aprenderemos otra de las cosas que lo hizo famoso: entender a las bestias y poderse comunicar con ellas.
Ana María Olabuenaga
@olabuenaga