*Encuentro de filósofos mexicanos y españoles.
/ María Guadalupe Lugo García /
13.01.2025.- Como parte de los trabajos de la Cátedra Joaquim Xirau que impulsan la UNAM y la Universidad de Barcelona, filósofos mexicanos y españoles conversaron sobre los límites y horizontes de la relación entre democracia y libertad en el mundo. Dicho conversatorio formó parte de la mesa “Libertad y Democracia. Una Reflexión desde la Filosofía”.
En el encuentro híbrido, Carlos Pereda Failache, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs), afirmó que siempre ha habido un conflicto entre los ideales democráticos: libertad, igualdad y solidaridad o fraternidad, el cual se ha acentuado en la actualidad, incluso se ha llegado a ciertos extremos de pensar que cada uno de esos ideales conduce a un concepto de democracia completamente opuesto a los demás.
Resaltó que hoy una de las grandes críticas o uno de los mayores problemas por los que atraviesan las diversas democracias en el mundo, es la polarización de los políticos y de los grupos sociales.
Ello nos ha llevado, de alguna manera, a reconocer “que existe una patología latente de ésta y que, en un universo polarizado en parte por estas tendencias a radicalizar algunos de los ideales tradicionales de la democracia, nos ha conducido hacia ese descrédito del que muchos piensan que los sistemas democráticos son un resabio del pasado y que deben sustituirse por sistemas o regímenes políticos que aseguren tanto la libertad como la igualdad”, prosiguió.
Sin embargo, precisó, esa polarización no es un tema nuevo, desde la antigüedad se han dado dos esquemas generadores de la polarización social, uno de ellos es la idea de que quienes nos enfrentan no entienden nuestras razones, “son algo así como analfabetos y por lo tanto tenemos que enseñarles nuestras razones”.
En el encuentro académico, moderado por José Diez, investigador de la Universidad de Barcelona, indicó: “ Para combatir estas polarizaciones que, de alguna manera, han convertido el espacio político de nuestras ciudades, en un ámbito profundamente agresivo tanto desde el punto de vista de género, como de clases sociales y nacionalidad, algunas reglas que podrían ser de utilidad es esforzase y trabajar para deshacernos de sesgos o prejuicios hostiles con quienes no comparten los mismos deseos y creencias”.
Asimismo, continuó, debemos aprender a vivir en discrepancia y promover, en lo posible, sociedades que se construyan con el concurso de relaciones libres y recíprocas, donde la argumentación pública ocupe un lugar básico y no sea cancelada por las polarizaciones sociales. Además, en cualquier sociedad debe permear la cultura de la conversación.
Por su parte, Faviola Rivera, también investigadora del IIFs, señaló que, si se habla de democracia, también debe hacerse de igualdad e inclusión, y plantear que el gran deterioro de este sistema político tiene que ver con la exclusión; cuando las democracias no dan resultados o beneficios tangibles para la población en términos sociales y económicos, no podemos sino esperar la aversión.
En décadas recientes, mencionó, se ha cuestionado el valor de la democracia y si ésta nos sirve para obtener mejores resultados porque es el mejor régimen político, “pero ciertamente, algo que no se puede cuestionar es que su valor radica, de manera precisa, en la igualdad; es el régimen político en el que mejor se logra establecer una relación entre ciudadanas y ciudadanos libres e iguales”, un tema central en la actualidad.
Es de llamar la atención cómo en las democracias contemporáneas o en el discurso sobre el desencantamiento con la democracia, “se enfatiza el lugar de la libertad individual y cómo ésta se ve afectada con la erosión de los regímenes democráticos”, reconoció.
Tendríamos que estar discutiendo la igualdad de las personas, ya sea ante la ley, de trato, de oportunidades, de recursos e igualdad cívica; aunque es una cuestión empírica, ¿a qué se debe este desencantamiento de las personas con respecto a la democracia?, “con seguridad una de las razones por las cuales ocurre esto es por lo excluyentes que han sido algunas de las democracias”, planteó la académica.
Destacó que en el caso mexicano, “han sido democracias en donde amplios sectores de la población han quedado marginados en términos sociales y económicos, aunque al menos en teoría sigan siendo reconocidos como iguales ante la ley. Como muchos autores han dicho, la democracia funciona en la medida en que las personas se vean incluidas en términos sociales y económicos”.
En este encuentro académico entre filósofos mexicanos y españoles, también participaron Xenia Rueda Romero, profesora del área de Teoría del Conocimiento y Filosofía de la Ciencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, así como Íñigo González, investigador de la Universidad de Barcelona.
Fuente DGDH UNAM