**Rúbrica .
/ Por Aurelio Contreras Moreno /
Varias encuestas señalan que si las elecciones fueran hoy, Morena retendría sin problema la Presidencia de la República y gubernaturas como la del estado de Veracruz.
Ello, a pesar de la inseguridad, de la crisis económica galopante, del desempleo creciente y la falta de oportunidades que, entre otras cosas, provocó un crecimiento de la pobreza en el país que afecta a 43.9 por ciento de la población, esto es, a 55.7 millones de mexicanas y mexicanos, de los cuales 3.8 millones cayeron en esa condición entre 2018 y 2020, de acuerdo con la medición más reciente del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Entonces, tal fenómeno de aprobación para un régimen más bien mediocre e incompetente solo puede explicarse en dos vías: los programas sociales clientelares del gobierno –que sin duda alguna le han resultado muy redituables políticamente- y el total descrédito de la oposición, que en cuatro años no logró articular ningún discurso ni propuesta de país que represente una alternativa real para una población que rechaza a los partidos tradicionales, y que difícilmente lo estructurará en los dos años que restan del sexenio, habida cuenta de que en sus cúpulas se niegan a soltar lo que les queda de cotitos de poder, que de todos modos pronto se les terminarán.
Así que pareciera –si no sucede algo extraordinario, como que la oposición partidista decidiera pensar en el país en lugar de en sus limitados y agotados intereses- que la verdadera contienda en 2024 se encamina a ser interna, en las entrañas del propio régimen.
La lucha de los grupos dentro de Morena por imponerse puede ser más encarnizada incluso que hacia el exterior, aunque la persecución contra el impresentable dirigente nacional priista, Alejandro Moreno Cárdenas, también es muestra de lo que el “humanista” régimen de la mal llamada “cuarta transformación” es capaz de hacer para “castigar” a quien se ponga en su camino y además tenga una larga cola que le pisen.
Los diferentes episodios de confrontación entre algunas de las “corcholatas” como Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, así lo indican. En el caso del tercero, fue eso mismo, el antagonismo político, lo que provocó que el gobierno de Veracruz –con titular de su mismo partido- ordenara la detención de uno de sus colaboradores más cercanos, el secretario técnico de la Junta de Coordinación Política del Senado, José Manuel del Río Virgen.
Su liberación, seis meses después de una intensa lucha legal ante las arbitrariedades de la Fiscalía veracruzana, representó una victoria política para Monreal hacia afuera, pero hacia dentro de la “4t” lo aisló todavía más y lo alejó del círculo más íntimo del poder. Ya se verá en qué acaba.
En el ámbito más local sucede lo mismo. La “cargada” del régimen que encabeza Cuitláhuac García Jiménez está abiertamente promoviendo a la secretaria de Energía, Rocío Nahle García, para que sea ella quien asuma la candidatura de Morena a la gubernatura en 2024. Y a quien levanta la mano para manifestar que también aspira a esa postulación, se la intentan cortar con saña, como si de pandillas rivales se tratara y no de militantes de un mismo partido y un mismo –en teoría- proyecto político.
Desde que comenzó a promover su imagen por Veracruz –con un financiamiento que tendría que explicar también-, al todavía presidente de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, lo han tratado peor que si se apellidara Yunes. Desde el gobierno de Cuitláhuac García lo han bloqueado, desconocido, insultado, boicoteado y todo lo imaginable que puede suceder en una contienda política… contra opositores partidistas.
Pero lo que es un hecho es que Gutiérrez Luna no estaría moviéndose como lo hace por Veracruz si no contara con la venia para hacerlo del único que tiene esa potestad en la “4t”. Y no es casual que hace unas semanas el minatitleco haya expresado públicamente su apoyo a la aspiración de una “corcholata” que apareció, como él, “fuera de programa”: el secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández.
No hay nada nuevo bajo el sol. En Morena hacen política “a la antigüita”, obedeciendo a muchos de los rituales que caracterizaron al PRI en sus años de partido hegemónico, incluida la “disciplina” a la que se refirió Cuitláhuac García en estos días. La decisión sobre las candidaturas más importantes, ni duda quepa, la tomará al final una sola persona.
Y como en el viejo régimen, la “tenebra” y las patadas bajo la mesa están incluidas en el paquete.
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