Políticos berrinchudos.

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/ Tere Vale /

Pocos placeres tan grandes para un niño mal educado o para un adulto autoritario (político o no) que humillar y acosar a los que se oponen a sus deseos. Digamos que los caprichudos, sean de la edad que sean, disfrutan enormemente al saltarse las reglas, desconocer las leyes y hacer lo que les dé la gana con tal de lograr sus objetivos. ¡Así son los niños malcriados!

Afortunadamente entre los 8 y 12 años, los niños y adolescentes son capaces de abandonar el berrinche y mostrar conductas socialmente aceptables. Parte de la maduración de un ser humano implica ser capaz de respetar y acercarse al punto de vista del otro.

Este periodo de consolidación de la responsabilidad y la empatía es muy importante porque en ella se manifiestan contundentemente conductas adaptativas que permiten construir amistades, lograr relaciones respetuosas con sus pares y mayores y hasta tener la capacidad de buscar el bien social.

Este proceso no se da en todos los niños y niñas. En la mayoría de los casos, aquellos que no maduran terminan con vidas destruidas y, en el peor de los casos, tras las rejas, como dirigentes del crimen organizado o, -¡atención!-tratando de controlar al mundo. Lo peor es que a veces lo consiguen. Así llegamos al preocupante caso del futuro presidente de los EUA, Donald Trump, y muchos otros populistas que en este siglo XXI mal gobiernan a muchos países del mundo.

En el siglo XX tuvimos ejemplos terribles de este tipo de personalidades trastornadas. Sobre Hitler, por ejemplo, uno de los autores que más investigó en su intento de comprender qué generó a este personaje lamentable, fue el psicoanalista germanoestadounidense Eric Fromm. En sus libros (Historia de la Destrucción Humana o Miedo a la Libertad) se refirió a ese trastorno de la personalidad llamado ahora “narcisismo maligno” (el berrinchismo digo yo), que le costó tantos millones de vidas.

Hoy en estos locos años veinte del siglo XXI vuelve a darse el desfile de trastornados -igual de izquierda que de derecha- como Nicolás Maduro en Venezuela o Bukele en El Salvador; por poner solo un par de ejemplos, hasta llegar a Mr. Trump quien será a partir del muy próximo 20 de enero el presidente de la primera potencia mundial y del que se puede esperar casi cualquier cosa por absurda que sea. Pronto sabremos hasta dónde llegará.

La negativa de este tipo de gobernantes a respetar los derechos humanos, el ataque diario a los opositores, la denostación de los que se atreven a pensar diferente, así como la desaparición de los contrapesos al poder ejecutivo, ponen en riesgo las democracias del mundo. Eso nos queda muy claro.

Este 2025 necesitamos combatir estas amenazas, por medio de una ciudadanía alerta, enterada, valiente y dispuesta a defender los avances democráticos que tanto trabajo han costado a la humanidad. En fin, los y las berrinchudos no deben ni pueden gobernar al mundo. Ese es mi deseo para este año nuevo. Ojalá lo cumplamos.