#8M ¿Por qué marchan las mujeres el 8 de marzo?

*Este miércoles es el Día Internacional de la Mujer, una fecha que se conmemora en todo el mundo cada 8 de marzo.

08.02.2023. México.- Este Día Internacional de las Mujeres no es un día para celebrarlas con rosas, palabras de halago, o chocolates e incluso premios estériles, pero no por ser mujeres sino por qué se trata de un día para conmemorar la lucha de ellas a lo largo de la historia y visibilizar los problemas que enfrentan en la actualidad.

La creencia más generalizada es que en este día se exigen acciones en cada nivel de la sociedad para alcanzar la “equidad”, y además, se celebran los logros de las mujeres en todos los campos.

Creencia hasta cierto punto cierta pero que hoy que contrasta con cada consigna que se escucha y se ve en las calles del mundo, gritos a todo pulmón que van reflejando, cuadra a cuadra, la violencia endémica machista que causa estragos en las vidas de mujeres niñas y adolescentes. Es un grito de supervivencia.

Las consignas actuales van más allá de esta creencia y se torna una fecha para recordar a las víctimas de la violencia machista en el mundo, y particularmente que en México las mujeres se hayan convertido en el blanco de la violencia institucional, que lanza un mensaje a sus aliados de que las mujeres pueden cosificarse, utilizarse para sus fines de grupo patriarcal; las usan como botín de guerra exacerbando las agresiones contra ellas.

Ellas marchan por sus madres y niñas muertas, por las amigas que ya no regresarán, por las niñas y adolescentes víctimas del consumo capitalista de mujeres, por las mujeres que son cosificadas por instituciones; por aquellas que reclaman y son calificadas como golpistas por exigir medicamentos para sus hijos e hijas con cáncer.

Marchan las adultas mayores por la discriminación a que son sujetas y son convertidas en solo números en la lista de dádivas gubernamentales, por ellas y por las que vienen, por defender sus derechos pisoteados por hombres y mujeres que recién arriban al poder y se les nubla el entendimiento que antes decían tener.

Marchan para no ser gobernadas por misóginos, violadores, mentirosos y traidores.

Marchan para romper el pacto de silencio a las que quieren confinarlas; porque les piden portarse bien en las calles aunque las estén matando y las dividen en buenas y malas.

Marchan por el desprecio de vallas de acero en lugar de respuestas y soluciones. Marchan por las niñas violadas, por la violencia económica, por las difamadas y perseguidas por seguidores del patrón,bque día con día las llenan de discursos de odio.

Ellas marchan porque son la única resistencia viva que no se esconde para oponerse, que no se conforma con monumentos de piedra cuando son ellas las que buscan, entre lágrimas, debajo de cada piedra de la indiferencia a sus seres queridos, arrebatados en reclutamientos, feminicidios, inseguridad y desapariciones forzadas.

Marchan por las desaparecidas, por ti, por mi, por todas. Libres, como mariposas l, imposibles de ser contadas, pues hasta en ello mienten los discursos oficiales.

Por eso y más marchan.

La conmemoración de esta fecha tiene un trasfondo histórico mucho más amplio, refiere agencias como CNN, sin olvidar que se trata del fortalecimiento de un vasto movimiento de solidaridad entre todas las mujeres y organizaciones de base es prioritario para que la Marcha constituya un gesto de afirmación de las mujeres del mundo.

La historia.

“El Día Internacional de la Mujer (…) encuentra sus orígenes en las manifestaciones de las mujeres que (…) reclamaban a comienzos del siglo XX el derecho al voto, mejores condiciones de trabajo y la igualdad entre los sexos”, explica la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en su página dedicada a esta fecha.

Por tanto, el Día Internacional de la Mujer tiene sus bases en los movimientos históricos de las mujeres, principalmente en Estados Unidos y Europa, que exigían justicia social y equidad con los hombres en los diversos campos de la sociedad.

Si bien los movimientos se dan a conocer con mucha más fuerza en el siglo XX, los esfuerzos de las mujeres para vivir en un mundo más igualitario vienen desde tiempo atrás.

Por ejemplo, el “movimiento femenino en Estados Unidos se remonta a 1848. Indignadas por la prohibición que impedía a las mujeres hablar en una convención contra la esclavitud, las norteamericanas Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott congregan a cientos de personas en la primera convención nacional por los derechos de las mujeres” en Nueva York, indica la ONU.

Estados Unidos
Décadas después de este acontecimiento, el 28 de febrero de 1909 se conmemoró el primer Día Nacional de las Mujeres en EE.UU. en honor a la huelga de mujeres de 1908 en contra de las malas condiciones de trabajo.

El Día Nacional de las Mujeres en EE.UU. se llevó a cabo los últimos domingos de febrero hasta 1913.

Europa
En 1910, se llevó a cabo en Copenhague, Dinamarca, la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas.

En dicha conferencia, participaron cientos de mujeres de 17 países, quienes decidieron “organizar anualmente una jornada de la mujer teniendo por mira reforzar su lucha por obtener el sufragio femenino universal”, dice la ONU.

La primera marcha del Día Internacional de la Mujer
Al año siguiente, en 1911, se conmemoró el Día Internacional de la Mujer en Estados Unidos y en varios países de Europa.

Las mujeres salieron a las calles el 19 de marzo de ese año en EE.UU., Austria, Dinamarca, Alemania y Suiza para exigir derechos para votar, tener cargos públicos, trabajar y poner fin a la discriminación laboral.

Esa se considera la primera marcha del Día Internacional de la Mujer.

La relación con el 8 de marzo
La exigencia de derechos y libertades de las mujeres en el mundo se habían dado, normalmente, a finales de febrero o mediados de marzo. Así que, ¿por qué el 8 de marzo?

Todo tiene una conexión con las exigencias sociales de las mujeres rusas, asegura la ONU.

Ellas conmemoraron su primer Día Internacional de la Mujer con mítines clandestinos el último domingo de febrero de 1913, en el marco de los movimientos por la paz en las vísperas de la Primera Guerra Mundial. En el resto de Europa, las mujeres se unieron para protestar por la guerra y solidarizarse con sus compañeras; esto lo hicieron en torno al 8 de marzo de ese año.

En 1917, las mujeres en Rusia se declararon “en huelga en demanda de ‘pan y paz'” como forma de reclamo ante los 2 millones de soldados rusos muertos en la Primera Guerra Mundial. La fecha de esta manifestación fue, nuevamente, el último domingo de febrero, el día 23.

La relación con el 8 de marzo está en los calendarios: en Rusia, se utilizaba el calendario juliano y en Europa el gregoriano. El domingo 23 de febrero de 1917, día de la histórica manifestación de las mujeres —que de hecho logró la abdicación del zar cuatro días después y luego se le concedió el derecho al voto a las mujeres—, estaba medida bajo el calendario juliano; esa misma fecha, pero en el calendario gregoriano, era 8 de marzo (razón por la que en 1913 las mujeres europeas salieron a reclamar en torno a ese día).

Y poco a poco la fecha fue ganando adeptos hasta ser ampliamente reconocida.

“Tras la Segunda Guerra Mundial, el 8 de marzo comenzó a tomar protagonismo en muchos países incluso antes de ser reconocido por la ONU, en 1977, como Día Internacional de la Mujer”, explica el organismo internacional.

Poco antes, “en 1975, coincidiendo con el Año Internacional de la Mujer, las Naciones Unidas conmemoraron el Día Internacional de la Mujer por primera vez, el 8 de marzo”.

Estudios antropológicos revelan otros datos en México.

En el estudio de investigadoras de la Universidad de guadalajara: “¿Qué motivó a las mujeres a marchar en el 8M? Análisis desde la teoría de marcos de acción colectiva”, se establece los siguiente:

En las últimas décadas, la participación de las personas en las protestas ha aumentado, lo cual da cuenta de una normalización de las movilizaciones sociales (Barnes y Kaase, 1979, citados en Vilas, Alzate y Sabucedo, 2016) y una diversificación de los perfiles participantes (Meyer y Tarrow, 1998, citado en Vilas, Alzate y Sabucedo, 2016). Las acciones de protesta han crecido en parte porque coadyuvan a la transformación social y también aumentan el bienestar personal y social (Klar y Kasser, 2009, citado en Vilas, Alzate y Sabucedo, 2016).

La crisis institucional y social de las últimas dos décadas en México ha costado la pérdida de confianza en las instituciones, el deterioro de la vida pública y del bienestar de los mexicanos (Ramírez Aguilar, 2020). Algunos indicadores dan cuenta de ello. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública (INEGI, 2020a), 74% de las personas mayores de 18 años en México se sienten inseguras viviendo en su ciudad. Porcentajes similares de ciudadanos desconfían de las instituciones encargadas de la seguridad pública (sólo el 19% confía en la policía) y de la impartición de justicia (sólo el 23% confía) (Latinobarómetro, 2018). Respecto a la corrupción, el 76% considera que hay mucha corrupción en cárceles y reclusorios, el 67% en el ministerio público y en la policía federal. Un amplio sector siente desafección por la democracia (solo 38% de los mexicanos está a favor de la democracia) (Latinobarómetro, 2018).

Al mismo tiempo, el auge de las redes sociales para comunicar, organizar, difundir ideas y acciones, han potenciado también el crecimiento de la participación y diversificación de los perfiles en diversas formas de acción social, fenómeno al que aluden términos como cibermovimientos sociales, ciberprotesta, activismo on-line, entre otros (Ortiz-Galindo, 2016). Si bien, podemos afirmar que estos fenómenos sociales on-line y off-line se nutren mutuamente en los movimientos sociales, donde se participa físicamente a través de marchas, intervienen otros componentes incorporados, debido a que literalmente implica movilizarse, salir a la calle y “poner el cuerpo” (Sutton, 2007), involucrando la voz, las emociones y el habitar el espacio físico. En este trabajo nos referiremos a la participación social, que, aunque puede iniciar on-line, culmina off-line, es decir, en las calles y en las plazas públicas a través de la participación en la marcha.

Las protestas masivas y los movimientos sociales abanderados por las mujeres han tenido dos demandas principales: por un lado, protestar por las condiciones laborales de las mujeres mediante el llamado al paro internacional del 8M1 y por otro lado, la denuncia por las violencias ejercidas contra ellas. En México, diez mujeres son asesinadas cada día (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2019) y el 66.1% de las mujeres mayores de 15 años han reportado algún tipo de violencia a lo largo de su vida (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2016).

Las movilizaciones de mujeres, algunas de las cuales son promovidas por colectivos feministas, tienen una larga historia en México, sin embargo, hasta hace algunos años transcurrían con una participación modesta de mujeres dedicadas principalmente al activismo y las protestas no gozaban de la simpatía del grueso de la población. A partir del 2014, este panorama empezó a cambiar. Durante este año se organizaron a nivel mundial las manifestaciones del 8M convocadas de forma on-line por colectivos y grupos feministas que culminaron en marchas simultáneas principalmente en países europeos y latinoamericanos. El movimiento se fortaleció y se le sumaron otras reivindicaciones para finalmente proponer en 2017 el llamado Paro Internacional de Mujeres, que busca denunciar y hacer conciencia del trabajo doméstico no remunerado. En México, además del 8M, y siguiendo la lógica del paro o huelga, se convocó a “un día sin nosotras”.

Finalmente, los colectivos de mujeres, principalmente feministas, se encontraban mejor organizados y apoyados por muchas mujeres que mostraron inconformidad por el aumento de la violencia contra ellas y el contexto de impunidad. Así, el año 2020 condensó la potencia y energía de los movimientos y las protestas transcurridas previamente tanto a nivel nacional como mundial, lo que según Cobo (2019), constituye la prueba de que el feminismo se ha constituido como un movimiento global.

En México, las expectativas y cobertura mediática sobre la marcha eran amplias; sin embargo, consideramos que algunos hechos en días previos podrían generar un clima emocional incierto, entre ellos el hecho de que en redes sociales se difundieron amenazas de ataques con ácido a las participantes (Mejía, 2020), así como las declaraciones controversiales del presidente del país respecto a la violencia, minimizando el problema2. Se especulaba en los medios de comunicación y las redes sociales que estos acontecimientos podrían desmotivar la participación de las mujeres en la marcha, debido al miedo o a la percepción de ausencia del problema.

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