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25.11.2025 México.- El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, conmemorado cada 25 de noviembre, tiene antecedentes históricos que explican la fuerza de las marchas feministas en México y en el mundo.
La fecha recuerda el asesinato de las hermanas Mirabal en República Dominicana en 1960 y desde entonces se ha convertido en un símbolo de resistencia contra la violencia de género.
En México, las marchas del 25N han ido ganando visibilidad desde la década de los noventa, cuando colectivos feministas comenzaron a denunciar públicamente los feminicidios en Ciudad Juárez.
Aquellas protestas marcaron un punto de inflexión: las cruces rosas en las calles, los velos negros de pies a cabeza y las consignas de justicia se transformaron en símbolos que aún acompañan las movilizaciones actuales.
A partir de los años 2000, las marchas del 25N en la Ciudad de México y otras capitales estatales se consolidaron como espacios de denuncia y memoria.
Cada año, miles de mujeres salen a las calles para exigir justicia por las víctimas de feminicidio, denunciar la violencia doméstica y visibilizar nuevas formas de agresión, como el acoso digital, violencia vicaria, y violencia institucional.
Estas movilizaciones se han caracterizado por la participación de colectivas jóvenes, madres de víctimas y organizaciones de derechos humanos y años con años suman a los colectivos de victimas de desapariciones, feminicidios, abusos sexuales, y toda violación a los derechos de las mujeres.
El 25N también se conecta con otras fechas clave del movimiento feminista en México, como el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Ambas jornadas han construido una memoria colectiva que recuerda que la violencia contra las mujeres no es un hecho aislado, sino una problemática estructural que atraviesa generaciones.
En los últimos años, las marchas del 25N han tenido un carácter masivo y simbólico. En 2019 y 2020, por ejemplo, miles de mujeres se concentraron en el Zócalo capitalino, colocando antimonumentos y pintas que denunciaban la impunidad.
En 2021 y 2022, las movilizaciones se extendieron a ciudades como Guadalajara, Monterrey y Puebla, mostrando que la exigencia de justicia es nacional.
La ONU declaró oficialmente el 25 de noviembre como Día Internacional en 1999, pero en México las mujeres ya habían tomado las calles desde antes, vinculando la fecha con la memoria de las hermanas Mirabal y con las luchas locales contra el feminicidio.
Hoy, las marchas del 25N son parte de una tradición de resistencia que combina denuncia, memoria y exigencia a los poderes que gobiernan.
Las hermanas Mirabal un símbolo de resistencia contra la violencia de género.
Las hermanas Mirabal, conocidas como Patria, Minerva y María Teresa, fueron tres mujeres dominicanas que se convirtieron en símbolo de la resistencia contra la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Su historia está marcada por el compromiso político y la defensa de la libertad en un contexto de represión y violencia.
Durante los años cincuenta, Minerva y María Teresa se integraron al Movimiento Revolucionario 14 de Junio, que buscaba derrocar al régimen. Patria, aunque con un perfil más discreto, apoyaba con recursos y espacios para las reuniones clandestinas. Las tres eran conocidas como “Las Mariposas”, nombre que se convirtió en emblema de su lucha.
El 25 de noviembre de 1960, las hermanas fueron emboscadas y asesinadas por agentes del régimen cuando se dirigían a visitar a sus esposos encarcelados. El crimen fue disfrazado como un accidente automovilístico, pero pronto se supo que había sido un asesinato político ordenado por Trujillo.
El impacto de su muerte fue profundo. La indignación nacional e internacional debilitó al régimen y contribuyó a su caída en 1961. Con el tiempo, las Mirabal se transformaron en símbolo de la lucha contra la violencia política y de género.
En 1999, la Organización de las Naciones Unidas declaró el 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en su memoria. En República Dominicana existe la provincia Hermanas Mirabal y un museo dedicado a su legado, que mantiene viva la memoria de su sacrificio y resistencia.
La historia de las hermanas Mirabal recuerda que la violencia contra las mujeres no es solo un asunto privado, sino un problema político y social que atraviesa generaciones y que exige justicia y transformación estructural.












