*Este año no marcho. No porque no crea en la lucha de las mujeres, sino porque este feminismo ha dejado de ser una lucha por todas.
/ LORENA HERNÁNDEZ BISHOP /
Nos dijeron que “si nos tocan a una, respondemos todas”, pero descubrí que esa consigna tenía letra pequeña: depende de quién seas, depende de quién te toque, depende de quién te mate, viole o humille.
El día en que las mujeres judías fueron masacradas, violadas, secuestradas y torturadas con una brutalidad que el mundo no veía en generaciones, esperé que el feminismo hablara. Pero las mismas voces que claman por justicia, las mismas que llenan las calles con rabia legítima ante la violencia de género, se quedaron en silencio.
Vieron el cuerpo de Shani Louk, una joven cuyo único crimen fue existir, desnuda, destrozada, arrastrada por las calles de Gaza, mientras hombres se reían, escupían y pateaban su cadáver. Pensé que el feminismo gritaría.
Callaron.
Vieron a Noa Argamani, arrancada de los brazos de su novio, secuestrada, golpeada, separada de su madre enferma de cáncer, exhibida como un trofeo en una motocicleta que la llevaba al infierno. Pensé que el feminismo exigiría su regreso.
Ignoraron.
Vieron a Shiri Bibas, una madre que intentó proteger a sus dos bebés de 10 meses y 4 años, secuestrada junto con ellos, mientras su esposo era arrastrado, ensangrentado, delante de su familia. Pensé que el feminismo exigiría justicia.
Minimizaron.
Vieron a Yocheved Lifshitz, de 85 años, secuestrada de su hogar, atada, golpeada y llevada a Gaza en motocicleta, mientras su esposo también era capturado. Pensé que el feminismo denunciaría la brutalidad.
Justificaron.
Vieron a madres desgarradas por el dolor, suplicando por sus hijas e hijos secuestrados en túneles oscuros. Pensé que el feminismo sentiría compasión.
Odiaron.
Vieron a sus hermanas sufrir la peor violencia imaginable. Las humillaron, las torturaron, las asesinaron con saña, dejando sus cuerpos como trofeos de guerra. Pensé que al menos alzarían la voz.
Callaron.
Un movimiento que calla, justifica, ignora, odia y minimiza la violencia dependiendo de la nacionalidad, religión o etnia de la víctima no es justicia, es hipocresía. No es sororidad, es conveniencia. Y un feminismo basado en la conveniencia no me representa.
Este 8 de marzo, no marcho.
No marcho porque este feminismo ya no es feminismo. Porque se ha vuelto selectivo, hipócrita, vacío. Porque ignora, traiciona, descarta a mujeres que amo.
No marcho porque este feminismo ya no me representa. Pero más allá de eso, ya no se representa ni a sí mismo.
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