/ Eduardo Sadot /
Porfirio Alejandro Muñoz Ledo Lazo de la Vega cambió la historia, es un hombre de su tiempo convocado a la posteridad por sus obras, sus ideas, su talento y su genialidad.
Porfirio, por lo pronto es un referente histórico, forma parte de la historia como Porfirio para diferenciarlo de Don Porfirio, de hoy en adelante, como también hace algún tiempo, al hablar de Muñoz Ledo, bastará decir solo Porfirio, en política no hay otro y seguramente no habrá otro, es un mexicano universal, que no se volverá a repetir, será quizá como Julio César, un referente político e histórico.
Porfirio – todos lo sabemos – fue el artífice de la última revolución mexicana, sin armas, sin sangre y sin violencia. Porfirio fue el artífice de la creación, primero de la Corriente Democrática en el PRI, luego de la primera gran alianza de partidos de izquierda, el artífice de la unión de la izquierda mexicana en aquella primera y gran alianza de partidos antes de la creación del PRD el Frente de Reconstrucción Nacional, el ferrocarril, que devino en el PRD, con Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio como Allende, Ignacio José María de Allende y Unzaga el héroe independentista que forjó a Hidalgo, ambos tuvieron el mismo talento y el mismo ingenio para hacer su revolución, Allende sabía que aunque él tenía las ideas y el talento, siendo militar, no podía iniciar la lucha de independencia porque se interpretaría como un militar sublevado con sed de poder y riquezas, en cambio un clérigo como Hidalgo, sacerdote, académico, exrector de la Universidad Nicolaíta de Valladolid hoy Morelia, tenía toda la autoridad e imagen para iniciar el movimiento de independencia, pues igualmente Porfirio, cuando intuyó que el próximo presidente sería Carlos Salinas de Gortari decidió que debían oponerse al método de imposición de la candidatura del PRI, también sabía – como Allende – que a él no lo seguirían igual, que a al hijo de Tata Lázaro, al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, que su arrastre y el nombre a nivel nacional podría levantar las esperanzas del pueblo y así lo hizo, nada más que el Estado operó en su contra y ganó Carlos Salinas en una elección cuestionada con una secuela de condiciones dudosas, donde hasta las boletas fueron razón para incendiar San Lázaro, donde se custodiaban las boletas, con tan mala suerte que se quemó todo, menos las boletas.
Después, cuando era la oportunidad de ser el candidato a la presidencia, que en orden cronológico le tocaba ser el candidato a Porfirio, Cuauhtémoc, se empecinó en volver a ser el candidato, cuando todos en el PRD observaban que ya su tiempo había pasado y Porfirio tuvo que competir por la presidencia desde otro partido político, no el que había ideado estructurado y fundado, Cuauhtémoc Cárdenas asumió con Porfirio, la misma actitud de Hidalgo con Allende, a pesar de su genialidad México y los mexicanos tienen una deuda pendiente con Porfirio, a veces se le vinieron encima, las miserias humanas, recelos y envidias hasta de sus mismos correligionarios o hasta de muchos a los que encumbró con su genio estratégico. Este año y dado el avance de su edad, era el momento de entregarle la medalla Belisario Domínguez y el resentimiento y rencor de un presidente y de muchos serviles lacayos del presidente se lo negaron, como también le negó el privilegio de repetir como diputados con todos los méritos para haber sido, habrán de escribirse ríos de tinta sobre él y las miserias humanas y los miserables que se le fueron encima a Porfirio, pero él ya comenzó su andar en la historia de México y su leyenda, porque las miserias humanas siempre serán eso. Miserias humanas, aunque hoy se digan maravillas en sus honras fúnebres y en sus exequias. Que son dos cosas diferentes. En la historia de México hay un Don Porfirio y distinto diametralmente del primero, Porfirio así nada más a secas y ya. Porfirio.
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