Pozos al pozo

ALMA GRANDE
Pozos al pozo

Por Ángel Álvaro Peña

El puerto de Tuxpan está donde siempre ha estado, pero hay algunos que parecieran querer llevárselo a su casa o, por lo menos, colocarlo en sus bolsillos, como si fuera de su propiedad.

Uno de ellos es el presidente de la mesa directiva del Congreso local de Veracruz, el diputado José Manuel Pozos Castro, quien, con el oportunismo que le caracteriza, está al acecho de toda actividad que se realice en el puerto para montarse en él.

Esta vez aseguró que había organizado un evento, mismo que fue coordinado y apoyado por el senador Pedro Haces, secretario general de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM).

La manera evidente de saludar con sombrero ajeno del diputado se muestra en Veracruz impunemente desde que militaba en el Partido del Trabajo, partido que al coaligarse con Morena, crean una alianza electoral, pero que aprovechó Pozos para decir que él era morenista químicamente puro, y con ese cuento quiere engañar a todos para colocarse en la fila de precandidatos para la presidencia municipal de Tuxpan.

Pozos Castro en 2018 utilizó al PT para conseguir una diputación local, para obligar a los veracruzanos a que voltearan a verlo renunció a ese partido y se sumó a Morena, tratando de olvidar su pasado en otras organizaciones. Para Pozos la utilización de gente es un vicio, así trata de convencer a propios y extraños de que goza de la amistad del gobernador, y a éste le asegura que goza de las simpatías de la gente. Situaciones que en ninguno de los dos casos es verdad.

Asegura que las simpatías que tiene entre los veracruzanos lo llevaron ocupar el cargo actual, de donde saltó inesperada e inmerecidamente a ser el presidente de la Mesa Directiva del Congreso local. Lo cierto es que Pozos es de los beneficiados de la ola electoral que el actual presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, provocó el 1 de julio del año pasado en todo el país.

Al tratar de confundir a la opinión pública, este hombrecillo oportunista niega la popularidad del Jefe del Ejecutivo y hace a un lado la autoridad del gobernador de su estado, en cuyo apoyo debe trabajar todos los días, sea del partido que sea; sin embargo, Pozos considera que los aplausos se los lleva él solo y que será el indicado para gobernar Tuxpan, seguramente de la manera poco higiénica que ha hecho al frente de la Mesa Directiva del Congreso local.
Mientras se advierte el gran atraco a la confianza de sus compañeros, coloca a familiares y amigos dentro de la nómina del gobierno estatal. Ya suma 42 personas que tienen que ver directamente con José Manuel Pozos.
El nepotismo de Pozos no tiene límites y prácticamente toda su familia vive del presupuesto estatal.
Según Pozos, la promoción de su imagen montado en un evento de corte empresarial le sirve a él para impulsar su candidatura a la presidencia municipal de Tuxpan, cuya población lo conoce de sobra y se sabe, desde ahora, que no ganaría ninguna elección.
Personas que actúan como él han sido señaladas como dañinas por el propio presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, al decir que el político tradicional que sólo piensa en cómo colocarse “ya no ayuda en nada”.
La defensa a ultranza de lo indefendible como de la pulcritud que asegura se maneja en la administración pública estatal, lo hacen ver como una persona que no está situada en la realidad. Defiende lo indefendible, y en esa confusión él mismo se considera libre de culpa, cuando en realidad tiene una larga cola que le pisen. PEGA Y CORRE.- La reprobable conducta de los autodenominados anarcos que en cada marcha en las calles de la ciudad de México se infiltran entre las filas de los contingentes tiene un hilo conductor que llega hasta un oscuro personaje de la administración capitalina pasada. Mario Alberto Izazola, antiguo y conocido asesor de Miguel Ángel Mancera, es señalado como el autor intelectual de organizar esos grupos de lastres de la democracia y un estorbo tanto para manifestantes como para las autoridades, ya que sólo se dedican a vandalizar los edificios públicos de la Ciudad de México que son un símbolo para todos y para los mexicanos otorgan identidad y personalidad. Estas conductas deben ser castigadas severamente para que no vuelva a haber nadie que intente organizar dichos grupos, quien seguramente tiene el dinero necesario como para mantener parásitos e intereses tan oscuros como para mantener a sus esbirros encapuchados… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

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