*Por Fabiola Guarneros
En esta nueva etapa, la Presidenta tiene la mayoría en el Congreso de la Unión y en los congresos locales para sacar al país adelante.
“…Gobernaré para todos y para todas, y tengan la certeza de que pondré mi conocimiento, mi fuerza, mi historia y mi vida misma al servicio del pueblo y de la patria”, dijo Claudia Sheinbaum en la toma de protesta del 1 de octubre, luego de recibir la banda presidencial.
Y en el marco de este hecho histórico, por ser la primera mujer Presidenta de México, es oportuno recordar que no hay nada más decepcionante que una promesa no cumplida.
Es momento de llamar a la concordia, a la reconciliación, México no puede marchar dividido, polarizado. Lleva seis años escuchando la “verdad absoluta” que dan los “otros datos”, y oyendo todas las mañanas que sólo hay dos pueblos: el bueno (pobre) y el conservador (clasista). Fue una terapia intensiva de discurso de odio.
Ser la primera mujer en llegar a la Presidencia es un paso enorme, que implica compromiso, sabiduría, preparación y claridad para responder ¿cómo se quiere trascender en la historia de este país?
Anhelo una Presidenta verdaderamente demócrata, inteligente y sabia para reconciliar al país, para escuchar todas las voces y diseñar políticas públicas incluyentes. Que tome la crítica como una oportunidad para revisar, recalcular y accionar y no como una afrenta de los adversarios.
“No llego sola, llegamos todas…”. La democracia se fortalece con las diferencias. Todas las voces merecen ser escuchadas, como las de los colectivos de madres buscadoras e hijos con cáncer, las feministas, las que perdieron las estancias infantiles y los refugios para mujeres violentadas, las trabajadoras del Poder Judicial, las progresistas y las conservadoras.
Quiero una Presidenta que no se deje vencer por la tentación que da el poder político y que gobierne para todos en un marco de respeto y diálogo. Una jefa del Ejecutivo que silencie a los grupos que sólo quieren la revancha y que manipulan la realidad para construir los discursos de polarización.
Una mujer Presidenta que priorice la construcción de nuevos acuerdos con la sociedad, que muestre apertura y sea receptiva ante la crítica, que tenga presente que la riqueza de México está en su pluralidad, diversidad y en el derecho a ejercer sus libertades.
En esta nueva etapa, la del segundo piso de la Cuarta Transformación, ya no hay pretextos. La Presidenta tiene la mayoría en el Congreso de la Unión y en los congresos locales para sacar al país adelante. La esperanza depositada es demasiada y tampoco es un cheque en blanco. Se exigirán resultados y en los temas que verdaderamente importan a los ciudadanos: seguridad, empleo, salud, justicia, vivienda e ingreso económico digno.
¿Cómo deseará trascender la primera mujer Presidenta de México?
Mis votos porque México reencuentre el camino del consenso y el equilibrio constitucional.
Diversos analistas insistieron mucho en la ausencia de la oposición. No se vieron ni oyeron en la ceremonia de toma de protesta de Claudia Sheinbaum, ni ella los mencionó en sus discursos, no valieron ni una palabra.
Yo preguntó ¿existen todavía los partidos de oposición? ¿Por qué esperar protagonismo si ellos mismos se anularon, se alejaron de los intereses de la sociedad y ya no representan a sus militantes?
La oposición fue castigada en las urnas, porque no atendió ni abanderó los reclamos de los ciudadanos. Otra explicación podría ser la desconfianza, el enojo hacia la clase política que gobernó el país por muchos años y que le pagó al pueblo con impunidad, corrupción, inseguridad, crimen y pobreza.
¿Oposición ausente? Sí, ¡desde hace años!