BIBIANA BELSASSO
Pasaron demasiados días desde que se nos informó que el Presidente López Obrador había dado positivo a Covid-19, a que lo viéramos en un video dando un corto discurso, en donde asegura que se encuentra estable de salud.
Qué bueno que el Presidente salió y así acabó con los rumores que se dieron por el mal manejo de la información.
Él sabe bien que los espacios vacíos se llenan con rumores; por eso precisamente desde que gobernó en la Ciudad de México ha hecho sus conferencias matutinas, para marcar los temas que le interesan.
La estrategia de comunicación, ahora que el Presidente ha estado enfermo, ha sido desastrosa. Se hubieran evitado tantos rumores si desde el primer día hubiéramos visto una imagen de él, tal vez descansando. La gente se hubiera sentido identificada, porque son miles los mexicanos que hemos, me incluyo, atravesado por el contagio de este virus.
REAPARECE EN VIDEO
El mandatario federal difundió en sus redes sociales un material audiovisual para disipar los rumores en torno a su estado de salud, el viernes pasado.
Pero no. Lo que vimos, después de varios días, fue un video en el que se muestra la opulencia de un Palacio y un Presidente con una chamarra larga de mangas, que algunos aseguran fue para ocultar la venda donde estuvo canalizado. Pero también vimos a un Presidente de la República sin tapabocas, contagiado, caminando por Palacio Nacional y de alguna manera, arriesgando a quienes frecuentan ese lugar y, sobre todo, a quienes hacen la limpieza.
Hugo López-Gatell dijo que informar sobre la salud del Presidente sería violar su privacidad, pero la realidad es que siendo precisamente el Presidente López Obrador quien maneja este país, por supuesto que los mexicanos merecemos saber cómo se encuentra de salud.
De no hacerlo se puede interpretar, incluso, como un vacío de poder.
Es una tranquilidad para todos los mexicanos saber que el Presidente se encuentra bien y recuperándose.
Y es que ha sido una constante querer ocultar la salud de los presidentes.
Antes era mucho más fácil, por ejemplo, con el presidente Adolfo López Mateos, quien estuvo muy enfermo, sobre todo al final de su sexenio.
Pero eran otros tiempos, el Estado controlaba los medios de comunicación y no había redes sociales.
Ahora las cosas han cambiado. Y es que Organizaciones de la Sociedad Civil han solicitado, desde hace por lo menos tres sexenios, que el Presidente de la República, o cualquier funcionario que ostente un cargo público, muestre un informe médico que revele las condiciones de salud en las que toma decisiones y ejerce el poder.
El excomisionado del Inai Joel Salas señala que entre 2003 y 2019 se realizaron 66 solicitudes de información sobre el estado de salud de los presidentes en turno. Incluso el instituto recibió nueve recursos de revisión sobre el tema; pero en todos ellos prevaleció la clasificación y confidencialidad de la información.
Eduardo Bohórquez, director de Transparencia Mexicana, comentó que “cuando un particular ingresa en el servicio público, acepta conducirse por un régimen especial que le obliga a dar más información de la normal. En este caso estamos hablando, además, del jefe del Gobierno y del Estado, la figura central de nuestro sistema presidencialista. Por seguridad nacional y estabilidad política es necesario saber”.
El propio Presidente López Obrador fue muy crítico con el estado de salud del expresidente Enrique Peña Nieto. Esto cuando fue operado de un problema serio en la tiroides. En junio de 2014, publicó en Twitter un mensaje en el que pedía su renuncia alegando motivos de salud: “Existe el rumor de que EPN está enfermo. Ni lo creo ni lo deseo. Pero es una buena salida para su renuncia por su evidente incapacidad”.
En julio de 2019, la diputada del PRI Dulce María Sauri propuso una reforma constitucional para que sea obligatorio que el Presidente de la República presente cada año un informe sobre su estado de salud.
La reforma al artículo 69 constitucional plantea que “el Presidente de la República presentará ante la Cámara de Diputados un informe médico en versión pública sobre el estado general de su salud”; además, propone en el artículo 93 que los secretarios de Estado estén obligados a enviar a la Cámara de Diputados un informe médico en versión pública sobre el estado general de su salud.
Sauri señaló en ese momento que “la justificación que se esgrime para tener acceso a información que, de otra manera, sería invariablemente considerada como confidencial, estriba en la posible afectación para el desempeño del encargo que, en el caso del Presidente de la República, concierne a su capacidad real de conducir asuntos de la mayor importancia para más de 100 millones de personas”.
Y es que el estado de salud de los presidentes es un asunto de seguridad nacional y para evitar cualquier especulación cuando sufren alguna enfermedad, percance o intervención médica, deben existir procedimientos claros para garantizar una estabilidad política.
El Presidente López Obrador no es ni el primero ni el último que tiene un problema médico estando en funciones.
El 4 de julio de 1997, Ernesto Zedillo fue operado de la rodilla derecha y su recuperación duró seis semanas, aunque no interrumpió sus actividades.
Vicente Fox fue intervenido quirúrgicamente de una hernia discal el 15 de marzo de 2003, en el Hospital Central Militar.
Debido a que la anestesia del exmandatario duró casi cuatro horas, el vocero de la Presidencia, Rodolfo Elizondo, informó que el secretario de Gobernación, Santiago Creel, sería el responsable de dirigir al gabinete y tomar decisiones pertinentes durante ese tiempo.
El 30 de agosto de 2008, el expresidente Felipe Calderón tuvo un accidente en bicicleta y se fracturó el hombro izquierdo, por lo que tuvo que ser atendido en el Centro Hospitalario del Estado Mayor Presidencial.
Mientras que el expresidente Enrique Peña Nieto tuvo dos operaciones durante su mandato. La primera el 31 de julio de 2013, por un nódulo benigno en la tiroides. La operación requirió anestesia general y el mandatario tuvo un periodo de recuperación de cinco días.
La segunda operación fue el 26 de junio de 2015, cuando se le extirpó la vesícula biliar. La cirugía fue de mínima invasión, duró 50 minutos y no tuvo complicaciones.
En el mundo hay otros ejemplos. François Mitterrand, en Francia, decidió hacer público su estado de salud, cuando no pudo ocultarlo más.
En el caso de Estados Unidos, durante su primer mandato, el presidente Barack Obama informó sobre su estado de salud cada seis meses, desde sus niveles de colesterol hasta con la frecuencia con la que bebía alcohol.
Mientras que, en el caso de Trump, pese a que siempre hizo lo posible por minimizar su enfermedad, desde el primer día que fue internado en un Centro Médico Militar por Covid-19, una comitiva del personal médico que lo atendía ofreció diariamente el parte médico a través de los medios de comunicación.
Y supimos hasta qué medicamentos le fueron administrados e incluso que abandonó el hospital antes de ser dado de alta.
Ahora, en pleno 2021, poco se ha querido decir de la salud del Presidente López Obrador.
Desde este espacio, le mandamos muchas bendiciones al Presidente López Obrador para su pronta recuperación.