¿Préstamos ¿sociales?

. Sin tacto. 

 / Por Sergio González Levet /

El presidente Andrés Manuel López Obrador reitera constantemente que su principal preocupación son los pobres.

Lo dice tanto y con tanta enjundia que en verdad dan ganas de creerle.

Y en particular cuando anuncia que hay cada vez más créditos sociales para que quienes ganan poco puedan adquirir una vivienda, que representa el patrimonio más anhelado por las familias mexicanas, muy dado nuestro espíritu en fincar el arraigo en los cimientos de una casa señorial.

Por eso caen tan bien entre las masas los anuncios de que habrá dinero, una gran cantidad de dinero público, para que muchos buenos mexicanos ya no tengan que estar con el alma en vilo para pagar la renta eterna.

Y eso está bien, muy bien. Nadie puede decir lo contrario.

Sin embargo, estos buenos programas sociales tienen un asegún, que proviene de los tiempos antiguos y se ha mantenido porque al parecer a las nuevas autoridades no les ha importado, o no lo han podido o querido ver

Se trata del costo exagerado que implican los trámites de petición de un crédito para vivienda.

Vamos, no es que las dependencias cobren muy caros sus servicios, que en realidad son gratuitos, sino que se trata de todo lo que hay que invertir en copias, solicitudes de papeles y viajes hasta conseguir toda la documentación que solicitan tanto el Infonavit como el Fovissste.

Sucede que una vez que usted consiguió integrar su expediente personal, empiezan a solicitarle una larga serie de documentos, que van teniendo un costo reducido pero que al sumarse terminan siendo una fortunita.

Que una constancia del Ayuntamiento, que otra del Registro Público de la Propiedad, que alguna copia inimaginada de cierta oscura dependencia desconocida.

Y son vueltas para acá y viajes para allá que hay que ir pagando, ya en taxi, ya en autobús o en coche propio, con lo cara que está la gasolina.

Y luego hay que hacer un costoso avalúo del inmueble, que paga el derechohabiente.

los gastos del notario, también contra la bolsa de la ilusionada familia.

Las reglas y los vericuetos burocráticos están diseñados para que el solicitante tenga que gastar lo que por lo general no tiene.

Y ahí el Presidente o sus funcionarios no se han dado por enterados.

Muchas familias terminan endeudadas de manera sustancial por esos costos adicionales de los que nadie habla.

Así que, señores de la 4T, ahora sí que ustedes tienen la palabra…

 

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