Profesionalizar el reto de Reyes Garcés en la seguridad de Veracruz.

*Astrolabio Político.

/Por: Luis Ramírez Baqueiro/

“Con audacia se puede intentar todo, más no conseguirlo todo”. – Napoleón I Bonaparte.

La seguridad pública en Veracruz atraviesa un momento singular. Colocarse como la octava entidad más segura del país no es un logro menor en un contexto nacional donde la violencia, el crimen organizado y la debilidad institucional han marcado durante años el debate público. Sin embargo, más allá de los anuncios y las cifras, el verdadero desafío radica en sostener —y demostrar— que la tendencia es producto de una política pública seria, sistemática y profesional. En este escenario, el papel del secretario de Seguridad Pública, Alfonso Reyes Garcés, cobra especial relevancia.

Reyes Garcés ha apostado por una estrategia que descansa en dos pilares: la profesionalización policial y la coordinación interinstitucional. Pero, como toda política compleja, su implementación debe ser evaluada con lupa. El reciente acto de graduación de 79 nuevos elementos del Curso de Formación Inicial para Policía de Proximidad Estatal, Municipal y Policía Penitenciario refleja ese esfuerzo continuo, aunque también exhibe la necesidad de dimensionar si ese ritmo de incorporación es suficiente para las exigencias actuales del estado.

La gobernadora Rocío Nahle García subrayó durante el evento que los nuevos elementos son “el pilar de la confianza” ciudadana. El discurso, si bien esperanzador, también abre la puerta a la reflexión: la confianza no se decreta, se construye con resultados, transparencia y disciplina institucional. Es aquí donde la conducción de Reyes Garcés debe ser analizada con rigor.

Un acierto estratégico ha sido fortalecer el Centro de Estudios e Investigación en Seguridad del Estado de Veracruz (CEIS), donde el mando operativo recae en otro marino, Hugo Humberto Bernal Hevia del Puerto. Su labor ha sido destacada por su profesionalismo y enfoque técnico, una pieza necesaria en un estado que aspira a dejar atrás décadas de rezago y corrupción policial. La formación continua, la capacitación especializada y el énfasis en el honor y la integridad son elementos que el CEIS ha comenzado a consolidar, aunque falta medir su impacto real en campo.

Durante la ceremonia, Reyes Garcés detalló la entrega de equipamiento estratégico: arcos y detectores portátiles, sistemas de Rayos X, drones, candados de seguridad, e incluso mejoras internas como 3 mil colchones para delegaciones policiales. Este componente logístico no es menor; sin embargo, la profesionalización no puede depender únicamente del equipamiento, sino de la capacidad de operarlo con ética, coordinación y disciplina.

La afirmación del secretario —“aquí solo hay espacio para oficiales honestos”— es un mensaje contundente hacia el interior de la institución. Pero también plantea una pregunta inevitable: ¿qué mecanismos existen para garantizar esa honestidad? Sin controles internos sólidos, evaluaciones permanentes de desempeño y sistemas de depuración claros, el discurso puede quedarse en buenos deseos.

Donde sí parece haber avances verificables es en la coordinación interinstitucional, un factor determinante para bajar índices delictivos. Es probable que este trabajo conjunto con fuerzas federales, estatales y municipales sea uno de los principales motores del descenso en delitos de alto impacto, más allá de la graduación periódica de nuevos policías.

El acto concluyó con la Jura de Bandera, el Decálogo del Policía Veracruzano y la entrega de constancias de aprovechamiento y tiro. Símbolos necesarios, sin duda, pero más simbólicos que estructurales. El reto para Reyes Garcés no está en las ceremonias, sino en garantizar que cada nuevo elemento salga del CEIS con la capacidad real de transformar su comunidad, y que el sistema sea capaz de remover, sin titubeos, a quienes traicionen esa misión.

Veracruz ha logrado colocarse entre los estados más seguros del país. Ahora el desafío —para Alfonso Reyes Garcés y su equipo— es demostrar que no se trata de una estadística ocasional, sino del inicio de un modelo sólido de seguridad pública que pueda sostenerse más allá de los discursos y las administraciones.

Al tiempo.

 

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