*Código Infarto, programa que atiende a pacientes con evento agudo al miocardio.
*Ha ayudado a más de seis mil personas y se aplica en hospitales, clínicas y centros de salud en el ámbito nacional.
El 11 de junio pasado, el abogado Esteban Córdoba fumaba afuera de su domicilio cuando sufrió un infarto. Comenzó como un fuerte dolor en el pecho que se extendió a su brazo izquierdo. Su pareja lo trasladó al Centro Médico Nacional Siglo XXI, donde fue recibido de forma inmediata, pues entró al protocolo de atención de urgencias Código Infarto.
“Por desgracia tuve que pasar por esto para dejar el cigarro, seguir una dieta baja en grasas y hacerme chequeos continuos de colesterol y triglicéridos. Nada mejor que cuidar el corazón, apapachémoslo”, cuenta Córdoba al recordar su experiencia.
Gabriela Borrayo Sánchez, especialista en cardiología por la UNAM, creó Código Infarto en 2015 como una estrategia de innovación en salud del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y fue adoptado en todo el país por otras entidades. Consta de una serie de tareas a realizar en los hospitales para detectar, oportunamente, un infarto agudo del corazón.
El programa busca garantizar el diagnóstico del paciente que demanda atención por infarto agudo de miocardio, pues así podrá recibir tratamiento de reperfusión con angioplastia primaria (restablecimiento rápido y sostenido del flujo coronario) en los primeros 90 minutos, o terapia fibrinolítica (administración de medicamentos a fin de disolver el coágulo y restaurar el flujo sanguíneo) en la primera media hora, tras su ingreso a los servicios de urgencias.
“Si una persona empieza a sentirse mal, tiene dolor de pecho, le falta aire o se desmaya, es preciso llevarla a urgencias, donde se le aplicará el protocolo, que comienza con un diagnóstico realizado en menos de 10 minutos y que implica la toma de un electrocardiograma para corroborar o descartar un infarto. De confirmarse, personal médico capacitado elegirá la mejor estrategia para destapar la arteria coronaria (la que envuelve al corazón) responsable del evento, pues ahí suele haber grasa acumulada y un coágulo”, explica la doctora Borrayo, quien actualmente es secretaria general de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Si el hospital tiene sala de hemodinámica, agrega, se empleará un mecanismo especial que opera mediante un catéter y una malla o stent a fin de mantener la arteria abierta, y si no hay uno de estos espacios, se suministrará un fármaco para deshacer el coágulo que obstruye el flujo sanguíneo. A veces se recurre a una estrategia combinada, primero el medicamento y después el stent en menos de 24 horas.
Código Infarto es un protocolo existente en otros países y adaptado a cada uno de ellos. En México es el primero en su tipo aplicado en la medicina institucional. Se enfoca en los servicios de urgencias y asigna actividades específicas al personal que atiende al paciente. Ha ayudado a más de seis mil personas y se aplica en hospitales, clínicas y centros de salud en todo el país.
A decir de Borrayo Sánchez, los primeros 60 minutos tras un infarto son cruciales y por ello se les conoce como “la hora dorada”. Para recibir atención en dicho lapso es preciso saber qué hospitales cuentan con Código Infarto, lo cual puede hacerse desde la aplicación IMSS Digital. “El beneficio se extiende hasta las primeras 12 horas tras el inicio de los síntomas, pero conforme pasa el tiempo es progresivamente menor”.
Según datos de las defunciones registradas en 2023 por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, las enfermedades del corazón son la principal causa de muerte en México, con 189 mil 210 casos.
Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indica que en las naciones con ingresos medianos y bajos, más de las tres cuartas partes de los fallecimientos están vinculados con cardiopatías y accidentes cerebrovasculares y, además, advierte que la exposición a productos relacionados con el tabaco es responsable del 10 % de las muertes ocasionadas por enfermedades cardiovasculares.
De acuerdo con la OPS, los síntomas podrían ser diferentes si el paciente es masculino o femenino, pero suelen manifestarse como dolor, angina de pecho, falta de aire, entumecimiento, debilidad o frío en las piernas o brazos, y malestar en cuello, mandíbula, garganta, abdomen superior o espalda. En jóvenes, mujeres, diabéticos y adultos mayores se pueden dar de forma atípica como falta de aire, sudor frío o desmayo.
La especialista en cardiología resalta que los factores de riesgo que causan estas afectaciones están asociados al estilo de vida, entre ellos la mala alimentación, poco ejercicio o carga genética (muy frecuente en Latinoamérica), además de enfermedades crónicas como la hipertensión arterial, diabetes y colesterol alto, que van en aumento en nuestro país.
En cambio, hábitos alimenticios saludables, actividad física regular e ir con regularidad al médico reducen el riesgo.
Egresada de la licenciatura de Médico Cirujano por la Universidad Autónoma de Nayarit y maestra y doctora en Ciencias por la UNAM, Gabriela Borrayo señala que “durante la pandemia por Covid-19 se incrementó el número de muertes por enfermedades cardiovasculares, al pasar de cerca de 160 mil a 250 mil, lo cual representa una de las mayores tasas de mortalidad por cada 100 mil habitantes”.
La integrante y fundadora de la Asociación de Medicina Basada en Evidencias manifiesta que, a fin de salvar más vidas, es relevante conocer las técnicas para detectar oportunamente un paro cardiaco y atenderlo mediante reanimación cardiopulmonar.
Otra de sus grandes labores es la preparación de las nuevas generaciones en educación de la salud, mediante programas en investigación, docencia, procesos de atención médica y de recursos humanos en pregrado y posgrado, así como realizar actividades de divulgación de la ciencia sobre temas médicos.
Ese compromiso llevó a la doctora Borrayo –con el apoyo de la FM, la Asociación Nacional de Cardiólogos de México, la Cruz Roja y otras instituciones– a realizar una Reanimación Cardiopulmonar (RCP) masiva en las explanadas de la Facultad de Medicina, Tienda UNAM y Rectoría.
“Un, dos, un, dos, mantén las manos estiradas”, repetía el conductor del evento, mientras las y los profesores checaban la técnica con la que durante 120 minutos, al ritmo de la música, mil 500 asistentes realizaban un millón de compresiones torácicas en 100 maniquíes.
“Necesitamos aprender a tomar el pulso. Si el paciente no lo tiene se debe aplicar de inmediato reanimación pulmonar, con compresiones firmes (hasta 100 por minuto). Si con esto no hay respuesta, lo siguiente es dar reanimación boca a boca en lo que llega ayuda especializada”, comenta la doctora Borrayo, quien es miembro del American College of Cardiology.
Como docente, ha sido asesora de 26 tesis de especialidad y cinco de maestría. Uno de sus cargos más relevantes ha sido el de directora médica del Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores nivel 1 y a la Academia Nacional de Medicina de México.