Pueblos originarios, resiliencia y construcción de alternativas .

/ Adriana Paola Palacios Luna /

12 de octubre, Día de la Resistencia Indígena, más de cinco siglos marcados por una historia de violencia, despojo y genocidio. Los pueblos originarios reclaman reparaciones, reconocimiento pleno de derechos culturales y colectivos ante la deuda histórica de los gobiernos que perpetúan la violencia desde la colonialidad del poder, del ser y del saber.

Los pueblos originarios pasan de la resistencia a la construcción creativa de alternativas. La historia de los pueblos no es estática, las culturas y expresiones indígenas se hacen visibles en múltiples matices, prácticas ancestrales y contemporáneas en sus modos de vida. Los aportes de las poblaciones indígenas a la economía, el trabajo, la ciencia, el arte, la filosofía son muchas e invaluables. La contradicción continúa siendo la violencia expresada en discriminación, opresiones y empobrecimiento de las regiones indígenas. La violencia estructural obstaculiza el acceso a servicios y recursos para el pleno desarrollo económico, político, cultural, académico, social, y ambiental.

Mucho falta por hacer, como sociedades para cerrar las brechas de inequidad que la colonialidad y el capitalismo heteropatriarcal han impuesto sobre los cuerpos y territorios en las regiones indígenas y sobre las personas indígenas en regiones rurales y urbanas.

Por otra parte, es desde la sabiduría ancestral y la creatividad histórica y contemporánea, que los pueblos y comunidades primigenias construyen proyectos de bienestar, de vida y felicidad. Muchas son las expresiones de resiliencia y construcción de alternativas que se expresan desde las prácticas comunitarias, el cuidado de la Madre Tierra, que la ciencia y los países industrializados, voltean a mirar la sabiduría indígena para aprender. Esto, debe, sin embargo, hacerse en marcos de respeto, evitando prácticas extractivistas de conocimientos y bienes. Son también las expresiones de arte y cultura, las prácticas y estrategias de economías con enfoques solidarios, comunitarios y redistributivos. La práctica de la medicina tradicional y herbolaria, que integra una mirada holística en el cuidado de la realidad socio-ambiental para el bienestar, son las demandas por sus derechos sociales, culturales, ambientales, económicos y políticos, a veces en diálogo y a veces en plena confrontación con los sistemas occidentales impuestos a escala global.

Desde las voces ancestrales, desde las voces de las mujeres indígenas, se cuestionan prácticas de poder arcaico, impuestos por la colonialidad y el capitalismo, y se van construyendo alternativas que posibiliten el cuidado y reproducción de la vida.

Proyectos agroecológicos, alternativas productivas por el cuidado a la Madre Tierra, movimientos para la defensa de los territorios, contra el racismo y la discriminación, son convocatorias a reconocer la opresión impuesta y desmontarla.

Resulta imperante tener corazones y oídos abiertos, no solamente para escuchar la sabiduría o los reclamos, sino para actuar como sociedad en la construcción de espacios valientes, de seguridad y bienestar para los pueblos. Por la historia presente y por la historia próxima, reclaman mejores prácticas de organización social y productiva, por el cuidado de la Madre Tierra, y en un marco de respeto por las culturas y pueblos originarios.

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