Que Dios lo perdone a él.

Cosas Pequeñas

Juan Antonio Nemi Dib

Más de uno intentará justificarlo alegando que sufre los efectos agudos de una senectud acelerada, porque en diez días cumplirá 80 años. Pero no se puede olvidar que cada instante de su vida ha sido marcado por el conflicto, dentro de sí y con los demás, marcado también por trances explosivos e innecesarios, contradicciones y muchos escándalos que gusta de protagonizar.

No se puede omitir que desde joven y por voluntad propia militó en los “Caballeros de Colón”, una de las asociaciones más radicalmente conservadoras del catolicismo; de allí, sorprendentemente, quiso brincar a los jesuitas, en el extremo ideológico opuesto. Pretendió estudiar Letras con la orden de los Carmelitas, pero abandonó apenas a los dos años. Los propios Carmelitas lo expulsaron. Ingresó al seminario para estudiar teología y filosofía, pero faltándole tres años de estudios, dejó la formación “por no estar de acuerdo”.

Nadie sabe cómo ni por qué lo ordenaron sacerdote católico, pero muchos opinan que su ministerio es irregular e ilegítimo. Parece gozar del escándalo: actuó en el cine, festinó una pastorela homosexual, disfrazó de AMLO al Niño Dios en un Nacimiento, concedió una entrevista a PLAYBOY, ha sido acusado de abusar sexualmente de al menos doce niños migrantes, entre otros muchos conflictos.

Es el mismo que satanizó al PRI y al PAN y defiende incondicionalmente a MORENA, incluso frente a las evidencias de corrupción, nepotismo, fraude y abuso; es el mismo que fundó organizaciones para “defensa de los migrantes” pero suele reunirse con su admirado Andrés Manuel López Obrador, con quién “colaboró” y a quien “apoyó” en la supuesta redefinición de la política migratoria luego de la muerte de 38 extranjeros detenidos por el Instituto Nacional de Migración dentro de una cárcel disfrazada de estación migratoria en Ciudad Juárez. Es el mismo “sacerdote” que abandonó México en medio de un gran escándalo por “amenazas de muerte” pero antes de dos meses estaba de vuelta sin que lo tocara ni una mosca, en busca de más reflectores.

Por eso no sorprende que lejos de la misericordia, de su papel como ministro de Cristo, haya festinado cruel e insensiblemente la muerte de Isabel Miranda de Wallace, a quien a falta de argumentos acusó de “Anti Mujer” y de quien ironizó y fustigó: «Qué suerte que no tuvo que enfrentar lo que le espera a Norma Piña»,

Nada sorprende porque es Alejandro Solalinde. Lo más ajeno a un hombre de Dios que haya existido. Muy probablemente un desadaptado que no entiende temas como la redención y menos aún la humanidad. Ojalá que para él si exista perdón.