¿ Qué es y qué no es la política?

/ Inocencio Yáñez Vicencio. /

La política es una vía para enfrentar los problemas comunes. Para encarar los problemas que nos son comunes existen muchas formas, pero no todas son políticas. Desde que el hombre alcanzó ese estado, vio que era en grupo o sociedad como podía tener éxito frente a las bestias, la caza, la recolección y demás retos que tenía para sobrevivir, pero también percibió que las diferencias entre ellos no podía dejarlas al más fuerte (Calicles), que lo terminaría por extinguir, por lo que acudió a mecanismos como la deliberación, la relación de mando y obediencia.. en estos vaivenes surge la experiencia de la Grecia Clásica de los siglos VI y IV antes de Cristo, del autogobierno, que no es la más antigua pero que se considera que la política como acción concertada para lograr el bien común, entendido como resultado de la deliberación, discusión, debate, consenso y acuerdo, un acuerdo parcial, por lo que el acuerdo total es un fin utópico, ya que una sociedad uniforme, unánime, que de antemano estuviera de acuerdo en todo y plenamente, no necesitaría de la política, sería su negación.

Cuando el más grande pensador de la Revolución francesa dijo que el Tercer estado, es decir, la burguesía era todo, negó la política, porque sin diferencia, se acababa la política, por eso actuó en consecuencia y encabezó la construcción de un Estado que siendo burgués, echó manos de una ideología que lo revistiera, que lo hiciera pasar como un Estado de todos, neutro, asentado o expresión de una nación o base social monolítica, procediendo de inmediato en 1791 a suprimir, mediante la ley Le Chepelier, dirigida contra gremios, sindicatos, logias, partidos…Este es propiamente el origen de que se vea a los partidos políticos como fuente de división de una nación que se considera de una sola pieza, siendo la política, no reflejo de la pluralidad sino como causante de la única división aceptada y creada por ella, la división entre gobernantes y gobernados y como para los fundadores del liberalismo no existen clases sociales ni lucha de clases, la política debe ocuparse de los asuntos de la política, como si hubiera salido de una quimera.

Fue Nicolás Maquiavelo, quien retomó la relación de mando y obediencia que viene de tiempos inmemorables para definir la política como lucha por conquistar, retener y reconquistar el poder, hilo que sigue Max Weber, para definir la política, no por su fin, porque según el fundador de la sociología comprensiva, le caben todos los fines sino por su medio, su instrumento para conseguir su fin, que es el poder. Grave que un hombre tan inteligente y sabio como Weber, diga, que a la política le cabe cualquier fin porque con ello le da la razón a quienes le atribuyen todas las monstruosidades y crímenes que se han cometido en su nombre.

Una tercera concepción sería, la segunda llevada al paroxismo, que es la conocida como esencialismo y que es enarbolada por el jurista de Hitler, el constitucionalista Carl Schmidt, que reduce la política a la relación amigo-enemigo, para el que sin enemigo no hay política y si no lo hay, pues se inventa, porque de alguien nos tiene que salvar el elegido o la elegida. Lo detestable del esencialismo es que la política no se concibe para competir, se concibe para liquidar al contrario, la lucha termina con el exterminio del enemigo.

Hacer pasar la política como lo que no es, ha sido muy rentables para sus adversarios. Los crímenes cometidos por los religiosos no merman sus adeptos porque los creyentes tienen muy claro que una cosa es su religión y otra los predicadores. La Noche de San Bartolomé y la protección que han tenido los sacerdotes violadores de niños, sería suficientes para una deserción masiva en el catolicismo, pero repito, los fieles distinguen muy bien entre su fe y sus pastores. Entonces ¿ Por qué no hacemos lo mismo con la politica? ¿ Por qué no distinguimos la política de los políticos? Vamos, tan siquiera ¿ Por qué no ponemos de un lado los malos políticos y entro lado los buenos políticos?

Urge darnos cuenta ya qué no es la política, sencillamente porque necitamos saber que sin ella no se puede vivir racional y civilizadamente, por lo que no podemos continuar permitiendo que nos den gato por liebre, que nos hagan pasar política lo que no es política sino sus desviaciones y aceptar que así como hay malos políticos ( que se apartan de sus reglas y principios ) también hay buenos políticos ( que se entregan al servicio público y a encauzar las diferencias para una mejor convivencia).

¿ Cuál es la razón de que se falsifique la política? La razón de que se falsifique la política es que los grupos que se benefician de la acumulación de capital, los grupos patronales, los grupos que se quedan con el excedente que producen los trabajadores del campo y de la ciudad no quieren que las grandes decisiones nacionales las tome libremente el Estado sino el mercado. Los grupos dominantes empezaron por imponernos un concepto de libertad como no intervención, negativa, esto es una libertad que no toque a los empresarios ni con el pétalo de una rosa y para eso no les bastan contrapesos y límites al poder político, quieren un Berlusconi o un bufón cualquiera que les sirva y vele por sus negocios. Son los grupos dominantes que a través de la televisión, prensa, iglesias, escuelas confesiones, teatro, radio, cine y demás medios electrónicos y paridos, quienes nos han inculcado que la política es violencia, guerra, exterminio, intrigas, espectáculo, circo, ventaja, corrupción, trampas…que justamente son sus desviaciones. La guerra, el golpismo, la violencia, la revolución, se dan cuando fracasa la política. La intriga, la ventaja, la corrupción, el oportunismo, la bufonería, el circo, son patologías de los conviven la política como mera lucha del poder por el poder, de quítate tu para ponerme yo.

Quienes luchamos toda nuestra vida porque por lo menos se racionalice la relación de mando y obediencia, que se consuma plenamente el traslado de las propiedades de mando de la persona a las instituciones, traicionaríamos nuestra palabra, que talvez es lo único que nos queda, aprobando a nuestros amigos o correligionarios lo mismo que le condenamos a nuestros adversarios, por eso hoy que combatimos a Andrés Manuel López Obrador, por retroceder hacia un gobierno de una sola voluntad, no voy a votar por Xochitl, porque estoy convencido que es también una persona que lo único que ha demostrado es su vocación de que está dispuesta a hacer lo que sea para ganar ella, no el pueblo.

Es claro que las grandes oligarquías están fabricando una candidata que aprovechando su origen nos la vendan como del pueblo, cuando expresa y representa los intereses  más reaccionarios y oscurantistas de este país, sin importarles que se pretende sacar a un populista, para meter a Palacio Nacional a una populista, que puede ser peor.

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