A juicio de Amparo.
MARÍA AMPARO CASAR
Quienes esperábamos un cambio en la política para enfrentar la pandemia o al menos en la oferta de información más precisa y realista, nos quedaremos con un palmo de narices. Ni que el Presidente se haya infectado ni que la doctora en Ciencias Médicas Ann Ximénez-Fyvie haya documentado y calificado la estrategia contra covid en México como criminal y causante de un daño irreparable ni la quiebra de cientos de miles de negocios ni el subregistro de más de 108 mil decesos por covid entre enero y agosto de 2020 exhibido por Inegi ni las recomendaciones de los expertos ni los reportes de Bloomberg que sitúan a México como el peor país en el Ranking de Resiliencia Covid, harán al presidente rectificar. Tampoco la tasa de mortalidad más alta del planeta y que es cuatro veces el promedio mundial (8.5% versus 2.1 por ciento).
¿Qué más quieren? ¿El quíntuple de contagiados, el triple de muertes, la quiebra total de la economía, el irremediable retroceso educativo?
Nada más reaparecer en el primer video después de su corto confinamiento el presidente reiteró que continuará la misma estrategia, insistió en que a nadie le han faltado camas, médicos, enfermeras, equipos y medicamentos. Siguió con la afirmación de que “afortunadamente no nos han rebasado las circunstancias y hemos podido atender a todos”.
Si no comienza por reconocerse que sí faltan camas, médicos, enfermeras, equipos y medicamentos y que hace tiempo estamos rebasados, no hay esperanza.
Lo mismo ocurre con el discurso sobre las vacunas a las que todos los países le apuestan para frenar la pandemia.
Dice el Presidente que habló con Putin, quien se portó “muy fraterno” para la vacuna Sputnik V que llegará “en unos días” (870 mil dosis), con el CEO de Pfizer quien “se portó muy bien” y quedó en “adelantarnos la entrega” para febrero (1.5 millones), con el embajador de China para CanSino (sin cifras), con los de AstraZeneca (870 mil) y con el mecanismo creado por la ONU (1.8 millones). Las cuentas no salen, pero asegura el mandatario que para febrero tendremos seis millones de dosis y en marzo “sin ningún problema” contaremos con el doble: 12 millones.
De aquí deduce el Presidente que para marzo vamos a tener vacunados a todos los adultos mayores y así reducir los fallecimientos por covid en 80 por ciento.
Según el Inegi, en México hay 15.4 millones de personas de 60 años o más. Si se suman las vacunas que el presidente dice que están aseguradas no alcanzaría ni siquiera para la primera dosis de esa cantidad de personas. Mucho menos, si les restamos las que supuestamente ya se han aplicado, con justa razón, a los integrantes del sector salud, 662 mil personas (primera de dos dosis), a los que faltan por vacunarse de ese mismo sector (438 mil), al número indeterminado de servidores de la nación que inexplicablemente forman parte de las brigadas de vacunación o a los 20 mil maestros de Campeche. No hay manera de lograr la meta y no hay manera de saber si las vacunas llegarán. La opacidad sobre su compra —cantidad, tipo, fecha de entrega, capacidad de distribución y costo— es absoluta. Tenemos que conformarnos con los dichos de los responsables. Se nos olvida que en el presupuesto de 2021 ni siquiera hubo una partida específica para las vacunas y por tanto será difícil, si no imposible, saber cuánto y cómo se gastó y, de qué partidas salieron los recursos.
Junto con la opacidad y, por tanto, la incertidumbre, resulta preocupante el ritmo de vacunación. Todos los países —salvo Israel que ha vacunado al 55% de su población— han quedado por debajo de la meta de vacunación que se habían propuesto, pero la de México nunca fue realista y parece inalcanzable. De acuerdo con el último reporte de Bloomberg, en Estados Unidos se han administrado 32.8 millones de dosis, lo que equivale a diez de cada cien personas. Esto se ha logrado gracias a un promedio de 1.3 millones de aplicaciones diarias.
En contraste, al 31 de enero, en México se habían aplicado 662,217 dosis, que significa 0.52 personas por cada 100 y 13,735 vacunados por día. O sea, sólo 0.5% de la población ha recibido una dosis y nadie (0%), las dos dosis requeridas. A este ritmo, el sistema de salud seguirá colapsado y los contagios y fallecimientos seguirán en aumento.
Decir a los mexicanos que la pandemia está bajo control, darles la esperanza de que serán vacunados en el corto plazo y decir que se logrará una inmunidad de rebaño a través de las vacunas es engañarlos. Al ritmo actual, para fin de año serán poco más de cinco millones los vacunados. Si quintuplicamos el ritmo, al terminar 2021 serán apenas 25 millones los vacunados, y con una sola dosis.