/ Michel Olguín Lacunza /
maginemos que, debido a un contratiempo, México se quedara sin internet; retrocederíamos a los años 80. En aquella época no existían las redes sociales, aplicaciones bancarias, GPS, clases virtuales ni el comercio electrónico, explica Leopoldo Vega, director de Telecomunicaciones de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (DGTIC) de la UNAM.
La primera gran afectación sería en las redes sociales; la comunicación inmediata con familiares y amigos se vería interrumpida, obligándonos a recurrir nuevamente a los teléfonos de línea fija, señala Vega. En aquel entonces, era común encontrar cabinas telefónicas en las calles, donde la gente esperaba su turno para hacer una llamada depositando una moneda.
Los bancos también sufrirían un duro golpe, ya que el acceso instantáneo a nuestras cuentas a través de aplicaciones móviles se perdería, imposibilitando las transferencias y pagos electrónicos. Es probable que la red de cajeros automáticos se redujera significativamente, dada la falta de una red de comunicaciones propia, o se tendrían que implementar sistemas alternativos para verificar nuestros fondos.
La ausencia de internet afectaría igualmente a aplicaciones cotidianas como el GPS, dejándonos sin mapas actualizados. El impacto en la economía no sería menor, ya que muchos comerciantes en línea desaparecerían.
Las instituciones educativas que ofrecen programas a distancia enfrentarían enormes desafíos, haciendo imposible la educación y los exámenes en línea; “nos veríamos obligados a asistir presencialmente”, afirma Vega. La forma en que nos informamos también cambiaría drásticamente; sin internet, volveríamos a depender de la televisión, la radio y los periódicos impresos.
La compra de boletos en línea sería cosa del pasado, llevándonos de vuelta a las largas filas en las taquillas. En los 80, era común acampar días antes para conseguir entradas. La música tampoco se salvaría; dejaríamos de escucharla en plataformas digitales para volver a los casetes, discos de vinilo y CD, reproducidos en voluminosos equipos conectados por cables.
En el ámbito laboral, las instrucciones diarias ya no se enviarían por correo electrónico o WhatsApp, sino que se comunicarían en persona. Asimismo, los trámites gubernamentales requerirían nuestra presencia física.
Si México fuera el único país afectado por esta falta de internet, sería imperativo implementar un plan de contingencia para mitigar las consecuencias económicas y financieras. “La vida, tal y como la conocemos, cambiaría radicalmente”, concluye Vega.
Las tres categorías más usadas
Por otra parte, Fabian Romo Zamudio, experto UNAM en tecnologías de la información indica que las aplicaciones más populares se dividen en tres categorías principales:
- Las aplicaciones de mensajería, como WhatsApp y Telegram, son las más frecuentes.
- Las redes sociales, incluyendo X (anteriormente Twitter), Facebook, Instagram y TikTok.
- Aplicaciones relacionadas con servicios bancarios, laborales, académicos o gubernamentales.
Además, seguimos recurriendo a medios de comunicación tradicionales como el correo electrónico, el comercio electrónico (por ejemplo, Amazon, Mercado Libre, Aliexpress, eBay), la entrega de alimentos (Uber Eats, Didi), los servicios de transporte (Uber, Didi), la geolocalización (Mapas de iOS, Google Maps, Waze) y los servicios de información como noticias y boletines.
Las aplicaciones de la salud
En el sector salud, aunque no hay una única aplicación vital, existen múltiples aplicaciones vinculadas a dispositivos de monitoreo de salud o suministro de medicamentos, indica Romo Zamudio. Por ejemplo, para los diabéticos, hay aplicaciones conectadas a dispositivos que miden el nivel de glucosa en sangre, y para condiciones como la epilepsia, hay dispositivos que alertan inmediatamente a familiares o médicos responsables del paciente.
¿Y si realmente nos quedáramos sin internet?
La pérdida del internet nos hace pensar que nuestra capacidad de actuar se ve severamente limitada, afirma Romo. Por ello, es crucial contar con medios alternativos de comunicación que no dependan exclusivamente de la red, añade.
Deberíamos mantener medios de comunicación tradicionales, como los teléfonos fijos, así como las transmisiones de radio y televisión y los medios impresos, explica Romo Zamudio.
¿Es posible vivir sin internet?
Romo opina que sí, aunque sería más complicado debido a nuestra dependencia de las facilidades que ofrece. Lo importante es disponer de medios alternativos que aseguren el funcionamiento de la sociedad en caso de una interrupción significativa del servicio de internet, señala.
En un escenario catastrófico sin dispositivos electrónicos de comunicación, lo primero sería establecer un plan de contingencia para minimizar el impacto en los sectores bancario, financiero y económico, sugiere Vega. Promover el uso del dinero en efectivo sería una estrategia para reducir las afectaciones.
Las nuevas tecnologías
Las nuevas tecnologías están íntimamente ligadas al desarrollo de los países y nos ofrecen amplias posibilidades de comunicación y desarrollo personal e institucional, comenta Vega.
En México, más de 90 millones de personas son usuarias de internet, lo que representa más del 80% de la población. La sinergia con otras tecnologías, como los teléfonos móviles, facilita la comunicación en cualquier momento y lugar, especialmente en zonas urbanas.
Sin embargo, las áreas rurales aún enfrentan grandes desafíos en términos de acceso a internet. Por ello, es crucial cerrar esta brecha digital. Ya existen medios que lo permiten, como los satélites de órbita baja.
En un mundo sin internet, nuestra realidad se transformaría drásticamente, regresando a formas de comunicación y operación que considerábamos obsoletas. Este ejercicio de imaginación no solo resalta nuestra dependencia de la tecnología digital, sino que también subraya la importancia de desarrollar y mantener vías alternativas de comunicación y operación. La adaptabilidad y la resiliencia se revelan como cualidades indispensables en un escenario donde lo impensable se convierte en realidad.
Ideas destacadas:
- Dependemos enormemente de internet y sus aplicaciones en la vida cotidiana.
- Las categorías más usadas de aplicaciones incluyen chat, redes sociales y servicios bancarios y gubernamentales.
- Las aplicaciones de salud juegan un rol vital, especialmente en el monitoreo de enfermedades crónicas.
- Es fundamental contar con canales de comunicación alternos ante una posible ausencia de internet.
- Es posible vivir sin internet, aunque sería más complicado debido a nuestra dependencia actual.