¿Qué significa vivir la incertidumbre de la ausencia, la desaparición?

* Cómo es que no se inmuta la burocracia

Ausencia
De Jorge Luis Borges-
Habré de levantar la vasta vida que aún ahora es tu espejo:

cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste, cuántos lugares se han tornado vanos y sin sentido, iguales a luces en el día.
   Tardes que fueron nicho de tu imagen, músicas en que siempre me aguardabas, palabras de aquel tiempo, yo tendré que quebrarlas con mis manos.
 
¿En qué hondonada esconderé mi alma para que no vea tu ausencia 
que como un sol terrible, sin ocaso, brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea como la cuerda a la garganta, el mar al que se hunde.

Sara Lovera

SemMéxico, 20 de enero 2020.- Probablemente no haya más tremenda experiencia que la ausencia y la desaparición de una persona amada, querida. Nada más lacerante que saberse inútil, frustrada frente a la ausencia de aquella persona que apenas unas horas antes de su desaparición podíamos escuchar su voz, sentir su alegría o reconocer a distancia sus gestos.

El 6 de enero, con esa frialdad que caracteriza a la burocracia la Secretaría de Gobernación dio a conocer el Informe de Fosas Clandestinas y Registro Nacional de Personas Desaparecidas o No localizadas, tremendo. Sólo en 2019 se contabilizaron 5 mil 184 personas desaparecidas, de todas ellas mil 277 fueron mujeres, es decir 4 cada día, una cada 6 horas. Ese informe, que no es completo y tiene fallas metodológicas, sin embargo, revela una realidad muy tremenda. La desaparición de ellas –dice el informe- en el 28 por ciento se trata de adolescentes de 15 a 19 años.

La ausencia, la falta de la hermana, la hija, la compañera, la socia, aunque en nuestras leyes desde 1870 es un término jurídico que se refiere a la incertidumbre o indeterminación acerca de la existencia de una persona, sin poderse precisar si está viva o muerta. Eso, ¿qué significa para alguien que vive esa incertidumbre?

¿Cómo es posible la frialdad? Una que parecía no compatible con las promesas del gobierno del cristiano Andrés Manuel López Obrador. Una niña, desaparecida cada 6 horas, una madre joven que ha dejado a sus hijas o hijos; una amante que se ha alejado del espacio de amor. Una nieta, hermosa que un día dejas de ver para siempre.

El informe, que se prometió sería completo y púbico en unos días, aún forma parte de los documentos que no da a conocer este gobierno.

En la conferencia de prensa el 6 de enero, como ya parece costumbre, para evadir la responsabilidad del actual régimen, se dijo que se hizo un análisis de 60 años, en los que se encontró que casi 16 mil mujeres  -en general jóvenes- se identificaron como desaparecidas, para luego afirmar que el 97 por ciento desapareció a partir del gobierno de Felipe Calderón -2006-2012-, y señalar al Estado de México como la entidad donde más de 3 mil 216 mujeres han desaparecido, sin rastro, sin investigación, sin explicación.

Las cifras son impresionantes. Tremendas. Una cada 6 horas, en el tiempo de la paridad y en el tiempo de la 4ª. Transformación. Se me cuela una indignación en el alma, pero al mismo tiempo se me ocurre que existe una oportunidad para pedir al régimen que además de hacer las estadísticas, nos diga cómo y con qué instrumentos resolverá esa ausencia.

Y se sabe más. Tras el Estado de México las entidades de mayor frecuencia de los secuestros, “levantones”, robo de mujeres se da en Tamaulipas (2,245), Puebla (mil 445), Jalisco (mil 188), Nuevo León (mil 65), Coahuila (746), Sonora (642), Veracruz (572) y Chihuahua (548), en esa cuenta de 6 décadas, donde además Gobernación no da cuenta de cómo indagó, que clase de investigaciones se hicieron, cuáles fueron las denuncias, las circunstancias, los escenarios. No hace referencia a la violencia feminicida, ni relata el trabajo de búsqueda de familiares que se ha extendido por todo México.

Tampoco alude el informe a la relación de la desaparición de esas jóvenes (28 por ciento entre 15 y 19 años) a las denuncias, los estudios conocidos y los datos económicos de la trata con fines de explotación sexual. Tampoco lo analiza el subsecretario, Alejandro Encinas, en su blog o en algún discurso. Él no ve, ni siente, ni tiene idea de cómo una cosa se conecta con la otra.

La protesta del miércoles

Mientras crece el dolor, y existe la convicción como dice el experto Daniel Mata (analista de investigación de la @CMDPDH), la desaparición es una incertidumbre absoluta para las familias/víctimas. La experiencia de los últimos 13 años en el país parece haber resultado en la traducción de la noción original de desaparición forzada que se había construido y experimentado tanto regional como localmente, pensando en la represión y los agentes del Estado o bien el narcotráfico, pero hoy, hay una nueva noción, se desdibujan las motivaciones que anteriormente tenían las desapariciones, aspecto que le da una apariencia azarosa. Hoy, está claro que desaparecer, ausentarse, no volver significa que además de líderes y/o militantes de movimientos sociales, pueden desaparecer estudiantes de preparatoria, profesionistas, policías, militares y casi cualquiera con mala fortuna.

Concepto de ausencia en México

En México la ausencia está determinada en el Código Civil federal. No se configura la ausencia por el solo hecho de no hallar a una persona en su domicilio; es necesario que la personal ausente no haya dejado quien lo represente, que se ignore su paradero y que no se tenga certeza sobre su existencia o fallecimiento. Y jurídicamente la ausencia es un estado de «incertidumbre» es lo que caracteriza a la ausencia desde el punto de vista jurídico.

El subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas Rodríguez, también habló de fosas clandestinas, y dijo que se hizo una búsqueda en 519 sitios, identificando 873 fosas clandestinas, sin señalar cuáles son las identificadas por los grupos civiles de madres y familiares, ni cuáles de los gobiernos de los estados. Si enfatizó cuántos cuerpos fueron ya entregados a sus familiares, desde el gobierno central. Las cifras de Encinas resultan muy poco científicas.

Explicó que el informe comprende del 1 de diciembre de 2018 al 31 diciembre de 2019 y cuenta con un registro histórico desde 1964 a la fecha. Ello para incluir a los y las desparecidas durante la guerra sucia de los años 70.

Nadie con la cabeza en su lugar puede estar en contra de la referencia histórica. En los 70 se trataba de persecución política, del régimen de Luis Echeverría, luego de la matanza de Tlatelolco.

Sin embargo, hoy el fenómeno, especialmente en las desapariciones de mujeres, tiene que tener otra mirada. El grupo de niñas de 10 a 14 años en este recuento de 60 años fue de mil 850; de 15 a 19 de 4 mil 433, de 20 a 24 de mil 945, de 30 a 34 de mil 277, y si como dijo Encinas, el 97 por ciento es a partir de 2006, entonces nada que ver con la Guerra Sucia, aunque sí con la represión caciquil contra periodistas y defensoras de derechos humanos. Pero tampoco habló de ello. También es un asunto de género, al que le es imposible entrar, entender, sentir, defender, es un clásico estalinista (de Stalin), que no puede mirar la discriminación femenina. En ese recorrido, mujeres de 35 a 40 años desaparecieron 940 y de más de 40 hasta 670.

En su oportunidad, la titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, Karla Quintana Osuna, indicó que de acuerdo con las cifras del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, hasta el pasado 31 de diciembre habría en el país 61 mil 637 personas desaparecidas o no localizadas, y 85 mil 396 localizadas, lo que da un total de 147 mil 33.

De las 61 mil 637 personas reportadas como desaparecidas, 74 por ciento son hombres, 25.69 por ciento son mujeres y 0.31 por ciento con sexo indeterminado; además el 53 por ciento de las personas desaparecidas tienen entre 15 y 35 años de edad.

La comisionada Karla Quintana indicó que estas cifras pueden variar, ya que aún falta que la Fiscalía General de la República y algunas fiscalías estatales hagan sus reportes, por lo que el número podría aumentar. Es decir, lo que ahora tenemos son números indicativos, nada más. La realidad puede ser mucho más tremenda. No me imagino como esas madres siguen viviendo, como se puede dormir con esas ausencias y esos recuerdos. Cómo es que no se inmuta la burocracia y cómo se puede privilegiar el discurso al dolor. Veremos.

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