¿Qué son las violencias machistas digitales?

*Una aproximación .

/Manuel Rodríguez Gago./

Las violencias machistas digitales no son nuevas violencias, si no un nuevo espacio en el que se reproducen las mismas violencias de siempre; es decir, su raíz es la violencia machista, el patriarcado adaptándose a los nuevos tiempos.

El espacio virtual ofrece ciertas particularidades que potencian el peligro de las violencias machistas, especialmente las psicológicas y las sexuales que son las más reproducidas en este nuevo formato. Algunas particularidades son la posibilidad del anonimato, la capacidad de ejercer violencias por tiempo ilimitado (24/7) o de ejercerlas contra cualquier persona en el mundo, ya que no hay una necesidad expresa de presencia física.

Estas suponen un peligro exponencial de este tipo de violencias y permiten, a su vez, la invisibilización (y normalización) tanto de las propias violencias como de los agresores que las cometen, ofreciendo un sentimiento de impunidad al respecto.

Para entender las violencias digitales tenemos que conocer cómo se está trasladando el sistema machista (y también el racista o el lgtbifóbico) existente en nuestras sociedades a estos entornos virtuales. Solo así, atendiendo las violencias desde las estructuras de poder y evidenciando que no son fruto de la individualidad, podremos visibilizarlas, nombrarlas, definirlas y eliminarlas.

El espacio digital se ha convertido en un nuevo espacio público central en las relaciones humanas, por lo que las violencias digitales contra las mujeres, contra el colectivo LGTBIQ+, contra las personas racializadas, contra las personas con discapacidad u otros colectivos suponen, de nuevo, un intento de restringir la ocupación de espacios, normativizar las vidas y los cuerpos y expulsar a los márgenes.

SIETE EJEMPLOS SOBRE LA ESTRUCTURALIDAD DE LAS VIOLENCIAS MACHISTAS DIGITALES:

1. Poner nombre a las ciberviolencias es visibilizarlas:

Sexting sin consentimiento: envío de fotos con contenido sexual sin el consentimiento de la otra persona.

Sextorsion: se trata de la utilización de técnicas de chantaje, coacción o amenazas respecto a la publicación de fotos o material íntimo de la víctima con contenido sexual.

Grooming: un adulto que se pone en contacto con un niño, niña o adolescente con el fin de ganarse poco a poco su confianza para luego involucrarle en una actividad sexual.

Stalking: acoso reiterado en el que se menoscaba la libertad y seguridad de la víctima.

Doxing: publicación de información privada para humillar o denigrar a la víctima.

Pornovenganza: difusión de contenido íntimo de una persona con carácter sexual para humillarla públicamente.

Molka: instalación ilegal de cámaras ocultas/espía en lugares públicos como baños para la obtención de material sin consentimiento y su posterior publicación en webs pornográficas.
Identificar, conocer y aplicar la perspectiva de género en el entorno virtual es esencial para erradicar las violencias.

La pornografía digital, una (des)educación sexual a través de las pantallas.

La pornografía mainstream, es decir, el porno consumido en masa, reproduce agresiones sexuales contra las mujeres erotizando la utilización de la violencia, el chantaje sexual, el uso de la insistencia masculina como algo morboso, la fetichización de la raza/etnia, de la juventud/niñez o de ciertos rasgos físicos.

Las plataformas de porno están entre las páginas web más vistas del mundo, por lo que no hablamos de un consumo marginal, si no de vídeos cuyas visualizaciones alcanzan los cientos de millones. Las violaciones en grupo, su variante definida como gang bang o el porno considerado duro (violencia muy explícita) están entre lo más consumido de toda la red.

Haz la prueba, entra en una de estas plataformas: las imágenes que se presentan nada más entrar son mujeres mirando a cámara, haciendo de la mirada masculina la protagonista. Caras de mujeres sufriendo, llorando y títulos repletos de incestos, referencias a violaciones y violencias explícitas. En el margen, donde aparecen las categorías hay clasificaciones de las mujeres por raza/etnia (asiáticas, latinas…), donde el uso del poder es la intersección género y raza/etnia; por rasgos físicos (culonas, tetonas…) donde el uso del poder es la intersección género y normatividad física; por edad (sugar daddy y sugar baby, viejo y jovencita…) donde el uso del poder es la intersección género, edad y clase social y económica.

Esto enseña a los hombres y a las mujeres, jóvenes y adultos y adultas, a estar en el mundo, a comportarse sexualmente como mandan los cánones patriarcales y a entender las relaciones sexuales como relaciones de poder.

La Inteligencia Artificial (IA) Donde la realidad y la ficción se mezclan.

La inteligencia artificial ha venido para quedarse y transformar nuestras formas de socialización, de trabajo, de realización de acciones. La IA no es neutra ni objetiva si los datos que se introducen para sus predicciones no representan la diversidad social existente, si sus equipos de creación, diseño y ejecución están masculinizados y si los algoritmos que emplea están sesgados.

Las voces de las asistentas virtuales que tenemos en nuestras casas son de mujeres, ¿por qué? Siri, Alexa, Cortana, Google Asistant, el GPS… se considera que las voces femeninas son más agradables, menos autoritarias, cuando la autoridad debe provenir de quien manda. Este sesgo de género no solo perpetúa estereotipos relacionados con la docilidad y la servidumbre femenina de la asistencia en general, sino que también ha hecho que las asistentas virtuales reciban violencia de género, e incluso que sus respuestas a la violencia explícita fueran de sumisión, obediencia y aceptación. Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) sobre ello le dijo a Siri “Eres una cualquiera”, a lo que ella respondió, “si pudiera me sonrojaría”.

Los datos que se introducen en las IA deben ser diversos, sino sucederán cosas como las de estos ejemplos:

Amazon realizó una IA para la elección de sus empleados y al tiempo de utilizarla se dieron cuenta que solo escogía a hombres porque los datos introducidos solo tenían hombres, así que la variable “mujer” la entendía como algo que descartar.

Algoritmos utilizados en la justicia para obtener condenas más justas se descubrió que culpaba de manera sesgada a hombres negros frente a hombres blancos.

Google Photos confundía a personas negras con gorilas, puesto que su IA de reconocimiento facial solo habían utilizado datos de personas blancas.

Los filtros utilizados para difuminar el fondo en las videollamadas que realizamos han usado solo siluetas masculinas, por lo que se ha comprobado cómo las siluetas femeninas se recortan peor, dejando por ejemplo el pelo largo, una coleta o un moño mal difuminado.

Las plataformas de música recomiendan más artistas hombres que mujeres, situando a los hombres en una ventaja de posicionamiento y, por tanto, económica.

Robótica, máquinas con género. 

Cuando los robots se humanizan (humanoides), es decir, se presentan con una forma humana, se vuelcan los estereotipos de género sobre ellos.

Los androides, robots con formas masculinas, realizan acciones más pesadas (trabajos relacionados con la industria, la fuerza), son más autoritarios, y en el imaginario creado por los productos culturales como el cine, son los que tienden a rebelarse contra los humanos porque se vuelven demasiado inteligentes.

Las femoides o ginoides, realizan acciones de cuidados y/o ayuda a las personas, trabajos vinculados a la hostelería como camareras y, por encima de todo ello, prácticas sexuales creadas para satisfacer necesidades masculinas. Las muñecas sexuales, robots sexuales o los prostíbulos de muñecas refuerzan un sistema sexual patriarcal que utiliza la violencia y dominación contra las mujeres o, en este caso, la idealización de las mujeres.

Manosfera, el inmenso lugar de la misoginia virtual.

La manosfera es todo el universo virtual (foros, chats, webs, plataformas…) donde los hombres han encontrado un lugar en el que afianzar espacios exclusivamente masculinos para canalizar la misoginia, rabia y violencia contra las mujeres, utilizando el victimismo y el antifeminismo como catalizador.

Incels, movimiento MGTOW, Activistas por los derechos de los hombres, Gurús de la seducción, gamers, Bloggers e influencers… Todos estos subgrupos tienen en común el antifeminismo y van desde técnicas de ligue que son, en realidad, violencia, separación social de las mujeres como respuesta, consejos para responder de forma misógina a las mujeres y al feminismo o el fomento de violaciones en masa y la respuesta a lo que consideran una estructura que va contra ellos. Los espacios de la manosfera son múltiples y variados, se utilizan lenguajes comunes para crear comunidad, sentido de pertenencia, y dan respuestas, principalmente emocionales, a unos hombres que se aferran a la masculinidad hegemónica como respuesta a un orden social que no para de cuestionarlos.

Roles, estereotipos y violencias en aplicaciones de ligue.

El uso de aplicaciones de ligue ha trasladado las tácticas de flirteo a entornos virtuales, a veces sanas y en muchas ocasiones, igual que en espacios físicos, usando el chantaje y la manipulación. Los perfiles personales de estas aplicaciones se han convertido en la venta de un yo-producto, ante tanta oferta. Los estereotipos de género condicionan dichos perfiles, puesto que, si queremos que nos compren, tenemos que vendernos bien. Se ha comprobado cómo los hombres utilizan en estos perfiles más fotos-experiencia, fotos “haciendo cosas” (realizando algún deporte o haciendo actividades) mientras que las mujeres tienden a poner fotos donde se muestra únicamente su cuerpo, objetivizándose.

De la misma manera, en la utilización de las aplicaciones, los hombres suelen dar más “síes” a más mujeres mientras que las mujeres son más selectivas y, además, las mujeres suelen buscar hablar más antes de quedar que los hombres, por el miedo.
Algunos estudios alertan de la captación de mujeres jóvenes en redes de prostitución y trata mediante las apps de ligue, de la glamurización de la prostitución y ponen el foco en la creación de nuevas redes específicas como Onlyfans, donde los usuarios pagan por acceder a contenido sexual digital que publican las creadoras de contenido, que en un 97% son mujeres, y a través de las que pornografía y prostitución están desdibujando sus fronteras.

 Sobre la validación en redes, la hipervigilancia y el control

Likes, seguidores, comentarios… la validación de un yo-producto en las redes sociales digitales se ha convertido en el nuevo medidor de atractivo, de valía y, muy peligrosamente, de autoestima. Las interacciones sociales en el siglo XXI pasan, inevitablemente, por el entorno virtual, y la necesidad de ser validado o validada ha crecido exponencialmente igual que la cantidad de interacciones posibles. Así, el traspaso del éxito entendido como fama, dinero y belleza normativa hacia influencers, tiktokers, youtubers o gamers, ha hecho que el éxito social esté influido por el número de personas que siguen tus redes sociales, hagas lo que hagas. Seas quien seas, no lo eres si no está publicado en redes y si no has triunfado en ellas. Los modelos de hombre y mujer exitoso y exitosa se han atrapado más, si cabe, en el dinero y el autocontrol para ellos y en la hipersexualidad para ellas.

¿Qué PODEMOS HACER?
El ciberactivismo feminista es primordial para visibilizar las ciberviolencias contra las mujeres y para tejer redes feministas que unan sus protestas en todo el mundo y denuncien violencias estructurales compartidas. La violencia hacia activistas digitales feministas está aumentando en cantidad y en virulencia, por lo que es importante denunciar estos ataques y visibilizar y apoyar a creadoras de contenido feminista para afianzar comunidades. Aplicar la perspectiva de género e interseccional a la creación de la tecnología, al funcionamiento y utilización de las redes sociales, a los medios de comunicación como difusores de contenido e información o a cada nuevo avance frenará las violencias patriarcales y creará un progreso sobre una base de derechos humanos