¿Quién manda aquí?

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/ Verónica Malo Guzmán /

¿Quién manda a quién? Hace dos días, en su mañanera, López Obrador se vio en la necesidad de anunciarle al pueblo de México que el Ejército le hace caso a él. Por algo será… Quizá porque nos parece que quien obedece a las Fuerzas Armadas es él.

Y es que un día antes, durante el marco del aniversario del Heroico Colegio Militar, la condecoración que le impuso el presidente López Obrador al general Salvador Cienfuegos generó muchas suspicacias y hasta una que otra airada protesta. Desde mi punto de vista, tan solo el hecho de que se empiece a preguntar quién es el verdadero Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas —el primer mandatario o algunos de los altos rangos de las Fuerzas Armadas— es en sí mismo preocupante.

Pero el último que debiera sorprenderse de los cuestionamientos (menos aún decir que quién mueve el avispero son “los conservadores”) es el mismo que antes, siendo candidato, señaló a los militares. Él fue quien los fustigó con su flamígero dedito y sus peroratas cansinas.

Después de decir que quería llevar al Ejército de regreso a sus cuarteles, le entregó a los militares —el sí como todo un conservador— el manejo del país en más de un sentido. Aduanas, aeropuertos, construcciones, transporte, empresas y ámbitos estratégicos, turismo; todo eso y más llevado, operado, administrado, usufructuado por las Fuerzas Armadas. Hasta ahora con resultados cuestionables.

Nuevamente, las suspicacias no son para menos. El mismo que dijo —afirmó, gritó a los cuatro vientos— que Cienfuegos era el responsable de la masacre de Tlatlaya y de forma indirecta de las desapariciones —asesinatos— de Ayotzinapa, ahora le otorga un reconocimiento al militar en retiro. Pero claro, de acuerdo a Andrés Manuel, ¿quién fue el culpable del extravío de sus dichos? Estados Unidos, que “inventó” la investigación en contra del hoy condecorado general. Maroma 4t de grado mortal.

La contradicción de lo que se vivió en el aniversario del HCM con respecto a lo que sostenía el López Obrador candidato —o el mismo López Obrador de hace algunos años (ya siendo presidente)— es descomunal. ¿Qué tal cuando apresaron a Cienfuegos en Estados Unidos y en la mañanera del día siguiente dijo que ello era muestra de “la descomposición del régimen anterior”?

Inusualmente calladitos andan muchos miembros de la 4t . Debe ser difícil y muy complicado dedicarse un sexenio (poco más) a decir que se tienen “pruebas” en contra de Cienfuegos, para ahora tener que cerrar la boca.

López Obrador definitivamente no puede fingir amnesia. De hecho dijo que él sabía que en algún momento tendría que salir a defender al Ejército… por eso reitero aquí: aunque él diga que el Ejército le obedece, más parece que AMLO tiene que desempeñar el papel de defensor de oficio para las Fuerzas Armadas. ¡Qué bajo ha caído la investidura presidencial! Esa que, cuando el mandatario no quiere dar la cara, usa de excusa.

¿Qué cambió? Sencillo: AMLO les ha dado tanto dinero y poder a un grupúsculo de las cúpulas de la SEDENA y de la Marina, que estos ya están tomando las decisiones. López Obrador lentamente pasa a ser un actor más; el rehén de los otros. Quien tanto presume de conocer la historia de México y de Latinoamérica, olvidó la necesidad de mantener a los militares lejos —muy lejos— del poder.

Y era obvio, casi de sentido común; ni siquiera necesitaba saber mucho de historia. Pero sí saberse de memoria un poderoso argumento: mientras los civiles tenemos el valor de la libertad y del libre arbitrio como unos de nuestros valores más importantes, y consideramos que a la autoridad se le puede cuestionar, a los soldados y a los marinos se les enseña a obedecer, a acatar la orden de su superior, pues de eso depende su vida.

El que los militares cada día tengan mayor número de atribuciones y de derechos NO va de la mano de la democracia. No señoras y señores.

Y hablando de señoras: ¿a estas alturas los mexicanos estamos absolutamente seguros de que las Fuerzas Armadas acatarán las órdenes de una mujer presidenta? Ahí se los dejo de reflexión…

Por ello, la pregunta ‘¿quién manda aquí?’ no es ociosa. Va un adelanto: AMLO tendrá que contestarla cada vez más seguido. Así será hasta que un día ya no pueda o no le dejen responderla.