Todos, absolutamente todos son planteamientos positivos que revelan el propósito de que le vaya bien a México. La pregunta es, a cuántos han escuchado el gobierno o los legisladores. Prácticamente a nadie. En la memoria quedará, como sello del nuevo ejercicio del poder, la descalificación por motivos políticos de las sugerencias de seis ex-secretarios de salud para contener la pandemia y aquella frase burlona de López Gatell: “que patenten sus recomendaciones”. Esto dijo el subsecretario de salud ante la catástrofe que supusieron las 300 mil muertes que no hubieran sucedido “si México hubiera tenido un desempeño apenas promedio en la gestión de la emergencia sanitaria” (Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia).
También habría que recordarle al actual gobierno que destruyó a todos aquellos órganos independientes que hacían diagnósticos y proponían soluciones para mejorar el desempeño del gobierno y del país en materia de competencia, regulación energética, evaluación educativa, estimación de la pobreza o defensa de los derechos humanos.
La gran mayoría de los sectores organizados de la sociedad que han abrazado causas diversas como el medio ambiente, la corrupción, la transparencia, la competitividad, la justicia, la democracia, las mujeres, los derechos humanos o la seguridad son, sin duda, analistas competentes. Vigilar el ejercicio del poder y señalar las consecuencias de las políticas gubernamentales con base en evidencia comprobable es parte de las funciones de la sociedad. La otra parte es ser propositivos. Han cumplido ambas tareas. Y no, no hay nada que sustente que quieren que le vaya mal a México.
La reforma electoral en ciernes hubiese sido una gran ocasión para que la presidenta reconociera que se están “haciendo planteamientos positivos” para salvar una de las últimas piezas de la democracia: la independencia y autonomía de las autoridades electorales, los procesos electorales justos y equitativos y el derecho de los partidos a estar representados conforme a la proporción de votos obtenidos.
El nombramiento de los integrantes de la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral -todos del gabinete y de la Oficina de la Presidencia- indica que dejará pasar la ocasión. |