* Escrito por Luz Cecilia Andrade .
21.08.2024 /Cimac Noticias.com/ Ciudad de México.- En el último mes, el reality show con la versión más renovada de Big Brother o Gran Hermano cuyo origen se remite a una novela con una trama de vigilancia excesiva e invasión de la intimidad, en las últimas semanas se ha vuelto tendencia por sus contenidos misóginos y machistas contra las mujeres participantes del mismo y estos contenidos siguen siendo emitidos en un país que no logra revertir el número de 11 mujeres asesinadas cada día.
Uno de los momentos que más ha desatado indignación y generó acercamiento de algunas autoridades, se suscitó la madrugada del 6 de agosto, cuando el reality transmitió cómo un hombre integrante de este programa violentó psicológicamente a una actriz al poner en tela de juicio su diagnóstico de depresión y negarlo.
Estas declaraciones no solo ponen en evidencia la misoginia y violencia sistemática contra las mujeres, también estigmatiza a las personas que viven con depresión o con algún trastorno de salud mental, problema que afecta a más de 3.6 millones de mexicanas y mexicanos diagnosticados, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y que de forma particular afecta a más mujeres que a hombres, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
No obstante, es necesario señalar que los contenidos machistas y misóginos que se han convertido en una pedagogía o manual del violento están diseminados por la mayoría de contenidos mediáticos y esto ha sido medible.
Por ejemplo, el 6to proyecto de Monitoreo Global de Medios señala que entre 7 y 9 de cada 10 historias sobre acoso sexual, violación u otras formas de violencia de género y cuestiones específicas de desigualdad de género; los medios de comunicación y programas de televisión refuerzan o no hacen nada para desafiar los estereotipos de género, con las consecuentes implicaciones de normalización y continuidad de las injusticias que constituyen el foco de las historias y los programas.
La violencia mediática que viven las mujeres no es una novedad, es una práctica permanente. Esto lo demuestra la investigación de la académica feminista Aimée Vega Montiel, titulada La responsabilidad de la televisión mexicana, publicada en 2009. Tras analizar 544 horas de televisión abierta, la investigadora descubrió que, en promedio, cada 30 minutos hay un comentario machista.
Al respecto Cirenia Celestino Ortega, integrante del Observatorio de Medios de Comunicación de CIMAC señala que lo que vemos a diario en programas de televisión es la violencia permanente y constante contra las mujeres que se banaliza, normaliza e incluso termina por justificarse:
“Rita Segato desarrolla que existe algo llamado ‘pedagogía de la crueldad’, este concepto dice que los medios de comunicación hacen una pedagogía de cómo violentar a las mujeres de tal manera que si yo quisiera asesinar a una mujer o burlarme, tenga una receta ahí para hacerlo, pero además la pedagogía de la crueldad señala que vamos aprendiendo empatía pero con el agresor porque la narrativa justifica la violencia”.
De acuerdo con monitoreos del Observatorio de medios, de CIMAC, a los agresores se les da hasta cuatro veces más espacio en los medios de comunicación que a las víctimas de sus agresiones debido a una cuestión comercial, donde importa más el clic y el número de vista, por ello, vale la pena señalar que las empresas encargadas de difundir información y crear programas como los reality shows tienen una responsabilidad ética y social con sus audiencias.
Frente a esta situación, la Secretaría de las Mujeres, señaló a través de un comunicado dirigido a Rosa María Noguerón, productora ejecutiva del programa, que uno de sus integrantes del reality show había ejercido violencia de género en contra una actriz, perpetuando “esterotipos, prejuicios, discriminación y violencia contra las mujeres debido a que, de forma reiterada, desvalorizó y se burló de la salud mental y emocional de la ella; situación que además fue difundida a través de redes sociales”.
Pero esta no ha sido la única ocasión en la que una integrante de este reality experimenta violencia machista, patriarcal y mediática. En una emisión pasada, otra actriz y comediante fue una de las integrantes de la primera temporada de este formato y durante las primeras semanas manifestó un cuadro de ansiedad y enfrentó violencia psicológica tras externar alguna sintomatología de su menopausia.
En repetidos momentos la actriz aclaró que esto se relacionaba directamente con sus hormonas, por lo que también experimentaba cambios de humor que no podía controlar. Sin embargo, esta situación le valió discusiones y momentos violentos.
Esta situación, mandó un mensaje claro a otra mujeres en el país quienes también viven la menopausia y transitan situaciones similares, pues en México existen aproximadamente 14 millones 847 mil mujeres de 50 años o más que viven este proceso, según datos del Censo de Población y Vivienda 2020 indican que en México.
Violencia mediática se acrecenta en el discurso televisivo
Programas que perpetúan la desigualdad, el machismo, el lenguaje sexista y/o misógino e invalidan los procesos de las mujeres dentro de los programas de televisión para entretener a las audiencias son sólo un primer acercamiento de cómo hemos normalizado la violencia mediática hacia las mujeres.
La Ley de Acceso a una Vida Libre de Violencia de la Ciudad de México señala en su artículo 20 la violencia mediática como:
“Todo acto a través de cualquier medio de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva estereotipos sexistas, haga apología de la violencia contra las mujeres y las niñas, produzca o permita la producción y difusión de discurso de odio sexista, discriminación de género o desigualdad entre mujeres y hombres”.
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Esta violencia puede ejercerse por cualquier persona física o moral que utilice un medio de violencia contra las mujeres, por ello, los nuevos medios pueden servir de plataforma para convertir a mujeres y niñas en objetos, desde imágenes cotidianas hipersexualizadas y sin matices de mujeres y niñas hasta violencia manifiesta.
Además, la misma Ley indica que se debe vigilar a los medios de comunicación y esto le corresponde al Gobierno Federal. Como principal coordinador interinstitucional tendría que vigilar y promover directrices para que los medios de comunicación fortalezcan la dignidad y el respeto hacia las víctimas y sancionarlos.
No obstante, aún falta camino por recorrer, pues la investigadora Aimé Vega Montiel señala que la difusión acerca de las formas de discriminación y violencia contra las mujeres y las niñas se ha multiplicado en el discurso televisivo no solo en programas como reality shows, también a través de noticieros, series, y telenovelas que estereotipan a las mujeres.
“No basta con visualizar: es necesario conocer cómo se percibe este problema y si la manera de informar sobre él induce a una lectura consciente, responsable y crítica, o más bien arbitraria y superficial”, señala la académica.
Por su parte, Cirenia Celestino hace hincapié en que los medios de comunicación son responsables de sus contenidos y audiencias, de la agenda que manejan y desde dónde lo hace, pero también es responsabilidad del Estado preservar la dignidad y los derechos de las mujeres como garante.