Por: Zaira Rosas
Las ideas innovadoras, los grandes descubrimientos e inventos, surgieron gracias a una dosis de rebeldía, a buscar formas distintas de pensar y actuar. Hacer las cosas fuera de lo común y desafiar normas a veces es necesario, sobre todo cuando se busca algo diferente en pro de un bien común, aunque los rebeldes no siempre son aceptados, son necesarios para transformar el mundo. Gracias a personas rebeldes surgieron los derechos humanos, las personas viajaron a la luna, se descubrió la penicilina y hemos aprendido más sobre nuestra humanidad.
La rebeldía va ligada a la creatividad y definitivamente en estos tiempos todas las personas deberíamos hacer uso de esta característica, pensar en nuevas posibilidades en todos los rubros, no por desafiar algo o alguien, sino para seguir expandiendo nuestra consciencia e identificar nuevas rutas para una mejor economía, comunicar nuestras ideas, impactar en el entorno.
Estamos tan acostumbrados a seguir patrones de comportamiento, que determinamos a estos como únicos, dentro de los cuáles un poco de nuestra humanidad, nuestra conexión con los demás, a veces se ha ido perdiendo. Cuando la rutina se vuelve monotonía es normal que la tragedia no nos asombre, pues es parte del día a día y que la injusticia a muchos no les inmute. Sin embargo, detrás de esto hay historias de personas que quizás necesitan soluciones diferentes, escuchar alternativas para poder crear una mejor realidad.
Lo cotidiano en las noticias han sido accidentes, inseguridad, escasez. Centramos la atención en eso que a cualquiera preocupa, pero que nadie resuelve. Nos olvidamos de quienes en medio de esa cruel realidad han buscado compartir sus mensajes y cuando intentan alzar la voz a algunos se les etiqueta de manera negativa por desafiar sistemas, esas estructuras en las que tanto gobierno como sociedad han fallado. Donde una base de datos es insuficiente para localizar a un ser querido y la justicia puede tener distintos dobleces según se le patrocine.
En medio de este panorama se necesitan perspectivas diferentes, dejar de hacer lo mismo para encontrar nuevas propuestas, maneras de expresar con claridad la inconformidad, aunque estas puedan de repente incomodar a quienes no ven más allá. La rebeldía puede tener dos matices, la de personas que creativamente generan destrucción o quienes con esta misma cualidad buscan alternativas para el bien, para hacerse notar.
¿Dónde se define la línea del bien y el mal? La respuesta es sencilla si partimos de la empatía con el otro, del respeto a lo más básico: la vida. Partiendo de estos principios podremos ser rebeldes que persigan nuevas teorías como la redondez de la tierra, aunque el mundo la considerara plana, integrar grupos que a través del arte tejen búsquedas de su dolor y dar respuestas a los cuestionamientos que llevan miles de generaciones pendientes.
Durante años principalmente a las mujeres, se les ha juzgado cuando buscan desafiar las normas de una sociedad patriarcal, “que no son formas”, pero sólo bajo nuevas formas se ha notado su inconformidad, sólo bajo la apropiación del entorno se ha considerado parte de su transitar. Pese a ello en medio de la polaridad de opiniones, hay propuestas disruptivas, que utilizan nuevas formas de expresión para presentar sus posturas ante el mundo. Así lo hizo en su momento Eleanor Roosevelt, quien buscaba que las mujeres tuvieran mayor participación política, libertad para compartir sus ideas e incluso ejercer los roles que quisieran.
Eleanor conocía las normas de la época, así que comenzó a reunir a diversas mujeres, a quienes convocaba para hablar de recetas y así tener conformes a los asesores de su marido, quien era presidente de los Estados Unidos, bajo estas recetas compartía fórmulas de pensamiento y nuevos ideales que pronto dieron fruto en las mujeres de la época.
Actualmente ante distintos escenarios de crisis, la creatividad es necesaria, ¿cómo podemos crecer de forma distinta? ¿cómo nos cuidamos colectivamente?, algunas de estas preguntas son constantes en las búsquedas de desaparecidos, madres y padres que durante años han buscado a sus seres queridos, así lo vemos en el filme de RUIDO, donde el bordado se vuelve también una herramienta de escucha y memoria. Los bordados son también una manera de representar a los colectivos, de plasmar físicamente eso que no se expresa mediante palabras, esperando que así como se tejen los hilos, se enlace la solidaridad humana y un día el dolor de los cuerpos perdidos sea parte de una historia pasada.
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