*Cátedra Inés Amor en Gestión y Políticas Culturales
Foto: Andria Giunta, curadora de la muestra censurada de León Ferrari. Foto: Rob Verf.
En 2004, la retrospectiva del artista argentino León Ferrari fue clausurada en el mítico espacio de exhibición de artes visuales Centro Cultural Recoleta, tras una denuncia del entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, quien después se convertiría en el Papa Francisco.“El caso de Ferrari es un ejemplo claro de los debates entre libertad de expresión y censura utilizada para favorecer intereses gubernamentales o comerciales”.
“Hace 20 años, este debate se desarrollaba en medios más tradicionales; hoy, las redes sociales han propiciado un ambiente de descalificación y encono”, comentó Andria Giunta, curadora de la muestra censurada.
Giunta, participó el jueves 21 de agosto en la “Jornada: Censura y libertad de creación”, organizada por la Cátedra Internacional Inés Amor en Gestión y Políticas Culturales de Cultura UNAM. En su charla hizo notar y coincidió con sus colegas invitados, en que, aunque hace ya muchos años que sucedió esta clausura, hoy en día se observa un retroceso general en el debate.
La jornada virtual, encabezada por la gestora cultural Graciela de la Torre, abordó los límites entre derechos culturales, censura y libertad de creación en el contexto actual. En las cuatro sesiones participaron destacados pensadores, curadores, artistas y especialistas, quienes discutieron casos emblemáticos, tensiones institucionales y fenómenos culturales contemporáneos, como el narcocorrido.
El antropólogo y crítico cultural, Néstor García Canclini, mencionó otros casos de censura, como la exposición de Fabián Cháirez en 2019, en el Palacio de Bellas Artes, que incluía el cuadro Revolución, que representaba a Emiliano Zapata desnudo y con tacones.
“La censura demuestra la recomposición de los vínculos entre el arte, la política y la religión, un proceso erosionado desde el siglo XX. Es necesario desarrollar nuevos criterios estéticos y morales para comprender lo que ocurre en nuestros días, porque el rol de los gobiernos, los medios de comunicación, impactados por las redes sociales, han establecido cambios profundos en la sociedad”, señaló.
García Canclini enfatizó cómo las instituciones artísticas atraviesan procesos de mercantilización. “Antes, la censura era ejercida por gobiernos o instituciones religiosas; hoy, se crea confusión a través de la hiperinformación, desdibujando lo que se pretendía como específico en lo estético”.
Helena Chávez Mac Gregor, del Instituto de Investigaciones Estéticas, resaltó en la sesión “Las instituciones frente a la censura”, que las redes sociales han cambiado la esfera pública y la movilización social.
“Las infraestructuras de redes sociales están dominadas por oligarcas, y las instituciones culturales se encuentran en la mira del juicio público. La manipulación de los medios permite procesos sociales desarticulados”, destacó Chávez Mac Gregor.
Centrando su intervención en la sesión “La libertad de creación frente a los nuevos públicos y las nuevas exigencias”, Lázaro G. Rodríguez, actor y activista, reflexionó sobre cómo las expectativas de vida han cambiado para las nuevas generaciones, creando frustración y moralización en el arte y la política.
“La brecha entre lo deseado y lo que se puede lograr se ha ampliado. Las redes sociales han instaurado una vigilancia y autoexposición que generan paranoia en los usuarios. Las leyes se utilizan para restringir lo que un ciudadano puede expresar, lo que refleja una grave situación de censura”.
En el panel “El narcocorrido como fenómeno social y los intentos de censura”, la escritora y activista Dahlia de la Cerda destacó que estas expresiones juveniles, estigmatizadas por su origen, han sido objeto de censura y controversia.
“Los jóvenes ven como aspiración ser músicos exitosos, pues tienen una forma de vida inalcanzable para ellos, por el contexto social en que viven saben que la educación formal no garantiza mejorar sus condiciones, por lo que se percibe cada vez más distante”.
Luis Astorga, del Instituto de Investigaciones Sociales, dijo que las autoridades intentan justificar el incremento de la violencia al considerar que es provocada por las historias que narran los intérpretes del género.
“La prohibición de ciertas sustancias en los años 20 creó un nuevo mercado de traficantes; los narcocorridos narran estas historias desde entonces porque forman parte del contexto en que crecieron esos músicos, no son la causa, sino un reflejo de su realidad”, insistió.
La fama lograda por los intérpretes del género conecta con los jóvenes porque representan una oportunidad de lograr superarse en la vida, describió. “Por ejemplo, el caso de Peso Pluma. Aunque estos artistas resuenen a nivel global, el impacto de sus canciones varía según el contexto social en el que se encuentren”.
La Jornada, que es un espacio esencial para reflexionar sobre el estado actual de la libertad de creación en un entorno donde la censura y las redes sociales desempeñan un papel cada vez más ambivalente, podrá disfrutarse en la página de YouTube de la Cátedra Inés Amor.
Fuente: Gaceta UNAM