¿Regresarán los burócratas?

Sin tacto

Por Sergio González Levet

Estamos a una semana de que termine el mes de julio y con él los efectos del decreto presidencial del 22 de abril del presente año, que mandó a los burócratas a su casa, publicado en el diario Oficial dos días después.
Decía así:
“De conformidad con los criterios que nos rigen de eficiencia, honestidad, austeridad y justicia, y ante la crisis mundial del modelo neoliberal, que sin duda nos afecta, propongo la aplicación urgente y categórica de las siguientes medidas:
(…)
“III. Se extenderá hasta el 1º de agosto la suspensión de labores con goce de sueldo a quienes ya se encuentran en esta situación debido a la pandemia del coronavirus.
“IV. Deberán de” (sic) “permanecer cerradas la mitad de las oficinas, con excepción de las que atiendan de manera directa al público o aquéllas que son esenciales para el bienestar del pueblo. En este periodo, se hará un esfuerzo de reubicación de servidores públicos en función de lo prioritario, con el fin de dejar de rentar edificios, vehículos, bodegas e inmuebles, entre otros ahorros.”
Y lo firmaba Andrés Manuel López Obrador, Presidente de la República.
Pues bien, están por completarse los tres meses y una semana del vigor del decreto, y hasta la fecha no ha habido un anuncio oficial o algún comunicado que explique qué va a pasar a partir del lunes 3 de agosto, cuando deberían regresar a sus trabajos todos los servidores públicos que fueron mandados a sus casas porque representaba para ellos un riesgo mayor el contagio por el coronavirus.
Pero sucede que ahora que estamos a finales de julio, el pico de la pandemia está en niveles superiores y no se ha podido aplanar la cresta, no obstante que López Obrador insiste en declarar sin ninguna prueba y a contrapelo de la realidad nacional, que están bajando los contagios y las muertes, y subiendo las recuperaciones.
Las cifras que ofrece el propio subsecretario López Gatell revelan que estamos perdiendo la batalla contra el contagio, y que no debemos bajar la guardia si no queremos enfrentar consecuencias catastróficas.
Sin embargo, el patriarca de Morrena insiste en velar la realidad, en minimizar la tragedia, en negar el peligro inminente, y quiere que volvamos a la “nueva normalidad”, como le ha llamado al regreso sin gloria.
En estos días se tendrán que dar a conocer los lineamientos que tomará el consejo técnico de salud nacional, y ahí sabremos si los servidores públicos serán regresados a arriesgar la vida o si podrán permanecer en sus hogares a resguardo de la amenaza mortal.
De buena fuente me han dicho que el Gato Gatell ha estado insistiendo ante su ayatola que sería un suicidio colectivo regresar a los empleados a sus oficinas. Falta ver hasta dónde se dejará convencer Andrés Manuel.
Porque ya se sabe que el señor es necio, como él mismo lo confiesa.

sglevet@gmail.com