*Escrito por Wendy Rayón Garay .
21.12.2024 /CimacNoticias.com/ Ciudad de México.- Juana I de Castilla y Aragón es recordada como la reina de España que nunca gobernó debido a una supuesta pérdida de cordura, quien fue catalogada como»loca» como consecuencia de intereses políticos de los hombres de su familia, la influencia de un sistema patriarcal y la narrativa construida por algunos historiadores a lo largo del tiempo.
Desde la Historia, la cultura patriarcal se ha encargado de trazar el papel de las mujeres relegadas a un papel secundario, borrando su participación o en el caso de Juana, mostrando una versión alterada de los hechos. En consecuencia, diversas mujeres son catalogadas como “locas” al no obedecer a mandatos machistas y misóginos que determinan su forma de ser.
Pese a los escritos redactados en la época sobre la condición mental y la incapacidad de la reina Juana, es el padre agustino Enrique Flórez el primero en atribuirle el calificativo de “loca” a Juana. En 1761 durante su escrito “Memorias de las Reinas Católicas” se establece que debido a la tristeza que la inundó tras la muerte de Felipe se le “oscureció la razón”.
Después de él, diversos textos de historiadores y escritores reforzaron esta narrativa. Por el contrario, la visión de las mujeres como sujetas de locura es propiciada por el patriarcado, según autoras como Marcela Lagarde y Franca Basaglia, las mujeres están sujetas a estructuras patriarcales que determinan su libertad y espacio, el cual siempre es menor que el de los hombres.
Al alejarse de las normas, son castigadas con diagnósticos mentales sobre su capacidad de raciocinio. Asimismo, todas las mujeres son catalogadas como “locas” según obedezcan o se rehusen a cumplir los estereotipos de género dados en este sistema.
Entendiendo esto, Juana I de Castilla y Aragón no era una mujer loca, sino prisionera de un conflicto político y de manipulación por los hombres de su familia.
De acuerdo con el artículo ‘Juana I de Castilla, una restitución historiográfica’, la reina que nunca gobernó fue hija de los reyes católicos de España: Isabel y Fernando. Nació en 1479 siendo la tercera hija del matrimonio, por lo que nunca se contempló la posibilidad de que gobernara. En 1496, cuando cumplió dieciséis años, la casaron con Felipe “el Hermoso”, hijo del emperador Maximiliano I de Habsburgo, y se fue a vivir a Flandes conocido hoy como Países Bajos.
La intención del acuerdo entre los reinos fue casar a Juana con Felipe y a su hermano Juan, heredero al trono, con Margarita, también hija de Maximiliano, para que Francia no llegará a la corona. No obstante, la nobleza Borgoña, entidad política de Europa Medieval y quienes fungieron como consejeros de Felipe, tenía la intención de hacer una alianza con Francia y no con Castilla.
Debido a esto, decidieron controlar la casa de Juana como lo hicieron con Felipe y negarle el poder de decisión en asuntos económicos y territoriales a los que tenía derecho. Con la muerte de Juan y más tarde la de Isabel y el príncipe Miguel, su hermana y sobrino, Juana y Felipe son llamados a España para jurar los fueros ante la corte de Castilla y Aragón. A partir de aquí, inicia una pelea de manipulación y una campaña de desprestigio contra la capacidad mental de Juana.
Felipe, Fernando y Carlos: los hombres que controlaban la vida de Juana
Juana sufrió de manipulación política por los hombres más cercanos a su vida: su esposo, Felipe el Hermoso; su padre, Fernando el Católico; y su hijo, Carlos V. Cada uno usó su supuesta locura como herramienta de marginación y justificación para gobernar.
Al comienzo de su matrimonio, Juana sufrió aislamiento político y personal, ya que Felipe permitió que sus consejeros controlarán la casa y expulsaran a sus sirvientes castellanos que habían llegado con ella, dejándola sin apoyos leales. Esto la despojó de independencia en la gestión de su entorno.
En 1504, tras la muerte de su madre, Isabel, Felipe difundió rumores que pusieron a Juana en la incapacidad de gobernar. Se aprovechó de sus episodios emocionales como celos para alimentar la narrativa de su “desequilibrio mental”. Además, intentó persuadir a los nobles de las Cortes de Valladolid para que reconocieran la incapacidad de su esposa, a lo que se negaron, ya que en realidad se percataron de su lucidez y cordura.
Aunque en 1506 logró que Fernando se retirara del gobierno de España y que Juana fuera declarada incapaz, asumiendo así el poder, en septiembre de ese mismo año cae enfermo y muere, dejando a su esposa a la espera de su sexta hija y con una depresión que no le permitió tomar decisiones de Estado sin consultarlo con su padre.

Es entonces que entra en escena su padre quien tampoco tuvo intención de que Juana gobernará. La muerte de su esposa Isabel le da pie a casarse con Germana de Foix y después de una reunión con Juana de dos horas en Tortoles de Esgueva, se designa a Fernando a continuar el reinado por la incapacidad de su hija.
Esta decisión se empleó haciendo efectivo la cláusula de su ex esposa en su testamento donde se estipulo que Fernando podría continuar siendo rey, si Juana no presentaba señales de mejora en su salud mental. Además, en 1509 traslada a su hija al pueblo de Tordesillas para su seguridad junto a los restos de Felipe de los cuales ella nunca se separaba.
Su estancia, que al principio sería provisional, se convirtió en permanente para asegurar el control de Juana y otorgó al antiguo embajador Mosén Luis Ferrer el cargo de cerrero mayor de su hija para limitar su comunicación con el mundo exterior. Asimismo, Fernando firma un acuerdo con Maximiliano para que sea él quien gobierne Castilla hasta que tuviera un hijo con su segunda esposa o que Juana muriera.
En 1516 muere Fernando causando que los residentes de la casa de Juana se levantaran en contra del cerrero mayor por los abusos de poder. También se dio a conocer que este ejerció violencia física contra Juana, ya que “era la única forma de mantenerla viva porque se negaba a comer”.
Y aunque el testamento de Fernando deja a Juana como legítima reina, su hijo Carlos V toma el poder de Castilla, León y Aragón de Bruselas a los dieciséis años sin el consentimiento de los reinos afectados. Las cortes de Castilla y Aragón estaban de acuerdo con su reinado, pero no concordaban en que gobernará cuando su madre seguía con vida. De esta forma, decide gobernar en conjunto con ella ya que esta forma de reinado se había visto en otros reinos.
Sin embargo, en realidad era Carlos quien tomaba las decisiones y emitía documentos con su nombre antes que el de Juana. También continuó con el encierro de su madre y le puso mayores restricciones aún más estrictas. Designó al marqués de Denia y al conde Lerma como gobernadores de la casa de su madre y del pueblo de Tordesillas.
En varias ocasiones Juana manifestó su deseo de tener un papel activo y salir de su encierro, así que el marqués Denia la aisló, restringió sus movimientos y controló a las personas a su alrededor. La única comunicación que tuvo fue con él y su tesorero, pero ambos sostuvieron una versión en la que su padre Fernando aún seguía con vida.
No fue hasta 1520 que Carlos abandonó España después de pedir un impuesto extraordinario y nombrar a un Habsburgo como rey de Castilla, violando su juramento de reservar los oficios para los nativos, acción que provocó el levantamiento comunero para liberar a Juana e instaurarla como reina. Al final, ella se negó para no perjudicar a su hijo, pasando un total de 46 años recluida en Tordesillas. En 1555 muere por enfermedad y es enterrada junto a su esposo en el Monasterio de Santa Clara.