Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno.
En su desquiciada carrera por desmantelar todas las instituciones que se lograron
construir durante la inacabada –y al paso que va, malograda- transición a la
democracia en México, el lopezobradorismo le asestó un golpe durísimo a la
transparencia y la rendición de cuentas. Valores que detesta, por cierto.
A partir de este sábado 1 de abril, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a
la Información y Protección de Datos Personales (Inai) se volverá inoperante,
luego de que el Senado de la República fue omiso en el nombramiento de tres
comisionados que sustituyeran a los que concluyeron sus respectivos periodos.
¿Por qué inoperante? Porque el Pleno del Inai no contará con el quórum legal
para poder sesionar, lo que literalmente lo paraliza e inutiliza, pues no puede
resolver absolutamente ningún asunto, pues sus actos no tendrían validez jurídica.
El Senado –órgano que nos sale demasiado caro para actuar como una vulgar
oficialía de partes del Ejecutivo- debió nombrar desde marzo del año pasado a dos
comisionados que dejaron vacantes sus puestos, y en este mes debió designar a
uno más, en sustitución de Francisco Javier Acuña, quien dejará el Inai el próximo
sábado.
Con uno de los tres que hubiesen nombrado, se habría salvado la viabilidad de la
operación del Instituto. Pero a pesar de los llamados de la oposición, de la
sociedad civil y del propio Inai, Morena simplemente se negó a nombrar a nadie
que no fuera afín a sus intereses. Y aunque el plazo vence mañana, la Cámara ya
no sesionará.
Hay que precisar que a principios de mes habían sido nombradas dos personas
como comisionadas, nombramientos que fueron vetados por el presidente Andrés
Manuel López Obrador con el pretexto de que ambas tenían nexos políticos
inaceptables. Pero la realidad es que se trataba de un mero pretexto para
acuchillar al órgano que ha hecho posible que se conozcan todas las corruptelas
de éste y los anteriores gobiernos.
El operador de la paralización del Inai no fue otro que Ricardo Monreal,
coordinador de la bancada Morena y presidente de la Junta de Coordinación
Política del Senado, al que algunos ingenuos –por llamarles amablemente- todavía
lo veían como una opción desde la oposición una vez que sea oficialmente
descartado como candidato presidencial por López Obrador. Repugnantemente
simulador, es un alfil más de un régimen destructor.
La transparencia y la rendición de cuentas eran conceptos inexistentes en el
entramado institucional del país antes del año 2000. Sin temor a exagerar, son el
principal logro de la transición democrática y de la alternancia en el poder en el
México post PRI-hegemónico.
Sin el Ifai-Inai, organismo que surgió de una demanda de la sociedad civil y no
como graciosa concesión de gobierno alguno, no habrían podido conocerse casos
como el de las empresas fantasma de Javier Duarte, la Estafa Maestra del
gobierno de Enrique Peña Nieto y, por supuesto, los contratos de la prima Felipa
Obrador con Pemex o la monumental estafa de Segalmex, estos dos últimos
casos botones de muestra de la corrupción rampante en el gobierno de López
Obrador.
Y por eso quieren acabar con el Inai, porque no soportan –y no pueden- rendir
cuentas. Y justifican la embestida bajo argumentos pueriles y estúpidos como que
representa un gran gasto o que es una institución “neoliberal”. Pendejadas propias
de la retórica de un régimen impresentable, antidemocrático, opaco, autoritario y
deshonesto.
Aunque en algo sí son congruentes. Como herederos del priato, como la “cuarta
transformación del PRI” que es Morena, detestan de la misma manera que
aquellos la rendición de cuentas. Por eso la quieren dejar morir de inanición.
Asueto
La Rúbrica y su autor se tomarán un descanso durante el periodo vacacional que
inicia. A sus lectoras, lectores y editores, muchas gracias y felices Pascuas.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras