FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO.
DESDE A JANELA.
Vamos a comenzar con algo que veo que ha llamado mucho la atención tanto en medios políticos como en redes sociales y eso se trata de la gran cantidad que existe tanto de reportajes como de comentarios favorables respecto a la nueva vicepresidenta de los Estados Unidos.
Destacan su trayectoria profesional y familiar, sus orígenes étnicos, que es mujer y sobre todo que es joven y prácticamente novata en las calles de la capital federal, ya que escasamente lleva poco más de cuatro años en la política de Washington casi todos ellos como senadora júnior (es así como se les llama a los senadores que llevan representando a su estado menos tiempo que su compañero) por el estado de California a los que se les suma la semana que lleva en la vicepresidencia.
Y todo ello a pesar de que ha obtenido el único cargo meramente ornamental que hay en ese país, ya que el vicepresidente a excepción de que falte el presidente no gobierna y solo se limita a cumplir con roles de protocolo o de diplomacia si así lo dispone el ejecutivo.
Dato curioso aparte es que la vicepresidente fue precandidata de su partido a la presidencia en esta última elección, pero no lo logró el apoyo partidista suficiente y se retiró de la contienda antes de las elecciones primarias y solo llegó al cargo porque el vencedor de las mismas, ahora presidente la nominó como su compañera de fórmula.
Sin embargo, mediáticamente su figura sobrepasa en este momento a la del propio presidente, quien además es un político de la vieja guardia que tiene décadas en Washington y ha estado en casi todos los cargos públicos de su país; lo cual es una muestra de que posiblemente su candidatura vicepresidencial contribuyó y mucho a derrotar al populismo ramplón que había en la Casa Blanca.
Siendo así que lo que comento es un fenómeno muy extraño en Estados Unidos, ya que normalmente el candidato a la vicepresidencia es un miembro más de la tripulación y todo el carisma radica en el jefe de la fórmula.
Sin embargo, creo que ese fenómeno es explicable debido a que lo que atrae de la vicepresidente es precisamente la novedad que representa en la política y por eso es más comentada que su propio jefe; ya que aunque el partido apostó por alguien de los de siempre, el resultado al menos es que de arranque quien despierta más interés en la sociedad es la compañera de fórmula y aunque con el pasar del tiempo la naturaleza del cargo ponga a cada quien en su lugar, lo cierto es que sin la frescura que aportó su compañera en la campaña Biden no hubiera podido ganar la elección.
Y ese mensaje es el que al parecer aquí en México los partidos de oposición no están entendiendo, ya que ahora que empiezan los tiempos electorales vemos como están reciclando a políticos de administraciones pasadas para enfrentar al populismo ramplón que aquí gobierna y así difícilmente van a poder ganar.
Y es que esta última afirmación se basa en que los partidos opositores al gobierno están registrando como precandidatos a personajes que ya estuvieron en cargos públicos y que fueron parte de uno de los episodios de mayor corrupción que hubo en el país y ese fue el del que era llamado “El Nuevo PRI”.
El cual como es sabido, fue desplazado por el gobierno actual con la falsa promesa de componer todo lo que hicieron y aunque no lo han cumplido ni lo cumplirán; con esa clase de candidatos opositores, le dejan las banderas intactas para seguir diciendo que el cambio viene por gotas como las vacunas pero que algún día llegará y para que ese día llegue no hay que votar por los corruptos de antes.
Y, además créanme que no es nada motivante votar por personajes del pasado y para colmo de un pasado ¡Nada glorioso!, ya que eso equivale a que para curar una enfermedad que ahora no está matando, el único remedio es volverse a enfermar de algo que hace unos pocos años nos tuvo en terapia intensiva.
Y un buen ejemplo de lo que comento es que en la zona centro de Veracruz vuelven a sonar nombres como los Zúñiga, Mota, Velasco, Kuri y muchos otros cuyo denominador común es haber sido parte de los gobiernos de la docena trágica que vivió el estado en tiempos de Herrera y Duarte y que son recordados por el saqueo al estado, el dispendio con el que vivieron, por las dosis de agua para curar a los enfermos de cáncer entre otras muchas cosas que esas administraciones dejaron como su legado.
Si en verdad los partidos de oposición quieren ser una alternativa a uno de los peores gobiernos de la historia de México, todavía están a tiempo de buscar sangre nueva y ofrecer candidatos diferentes que realmente sean una oferta de hacer las cosas de una manera no sólo mejor sino hasta diferente a como lo hacían antes de la llegada del populismo al poder, porque ofrecer como alternativa ese pasado inmediato no es nada atractivo para el electorado.
No hay que olvidar que los partidos políticos son instituciones y éstas por muy longevas que sean son entes abstractos que se materializan a través de los individuos que las componen y que por lo mismo deben de adecuarse a los tiempos que viven y más si su existencia y trascendencia depende de la popularidad que alcancen, como es su caso.
Así que si realmente buscan una alternativa que sea un contrapeso real al populismo que nos gobierna, los partidos de oposición deben de arriesgarse a abandonar lo que conocen y buscar candidatos nuevos, ya que como vimos al principio de esta columna, la renovación que ofrecieron los demócratas a su electorado en la figura de Kamala Harris fue bastante efectiva y tan es así que hoy por hoy ella es la política más comentada de Estados Unidos y eso que Biden solo representa el pasado inmediato de Estados Unidos, mismo que por mucho no fue tan malo como el de aquí.
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