Linotipia
/ Peniley Ramírez /
Karina Villeda, la “influencer” de la Suprema Corte, tuvo ayer su último día de trabajo como directora del archivo institucional. En una carta que el ministro presidente aceptó el jueves, escribió que renunciaba “a efecto de no afectar la imagen institucional”.
Con la renuncia, acepta que ella grabó sus videos de “coach consciente” en su oficina, como publiqué aquí. Y su conducta errática no se limitó a los videos.
Villeda pasó de ser jueza de distrito en Chiapas a ser candidata fallida a la elección judicial. De ahí, la nombraron directora del archivo de la Corte, aunque no tenía experiencia. En el proceso, ella dijo que completó su doctorado en un solo año, pero no encontré ningún registro ni cédula profesional que lo acredite. Ya en la Corte, usó su oficina para grabar videos que invitan a reflexionar, a respirar y a comer papaya con conciencia.
El sábado pasado, después de que se publicó mi Linotipia, Villeda bajó de su cuenta de Instagram los videos que había grabado en su oficina. Yo los había guardado y los volví a publicar en mis redes. Horas más tarde, comenzaron a buscarme empleados de la Suprema Corte para contarme sobre Villeda, los cambios en el tribunal y por qué están molestos.
Antes de que Villeda llegara a la Suprema Corte, había flexibilidad en el horario de los empleados del archivo. Algunas personas podían trabajar desde casa; algunas madres podían salir a recoger a sus hijos en la escuela y luego volver al trabajo; algunas personas podían comenzar más temprano o más tarde. Ahora, las reglas para toda la Suprema Corte son más estrictas: todo el mundo trabaja desde sus sedes, en horarios de 9 am a 6 pm o 7 pm. “Para los nuevos horarios no hubo circular. Nos informaron verbalmente”, me dijo una fuente que trabaja en la Corte. Aunque esta regla no se aplicó solo a Villeda ni al archivo, se sumó a otras molestias hacia ella.
En la Suprema Corte, los nombramientos laborales en cada plaza se clasifican por letras. Una letra más cercana a la A indica un nivel más alto y un mejor salario. Algunos empleados de ese tribunal pasan años haciendo méritos para ascender de nivel. Ahora, vieron cómo llegaron empleados de confianza de Villeda y los colocaron en puestos de alto nivel, sin experiencia ni el perfil adecuado para un puesto en archivo.
Una de ellas fue Brenda Morales. La Corte la contrató como profesional operativa con un sueldo neto de 35 mil pesos mensuales y nivel B, el segundo más alto en la SCJN. Algunos empleados creen que Morales grababa los videos de Villeda en su oficina. Adrián Hernández, con salario neto de 31 mil pesos y rango D, también llegó con Villeda. “A Adrián lo trajo como espía”, me dijo otra fuente. “La gente se enoja porque lleva muchos años esperando ascensos y, pues, esa gente que acaba de entrar se lleva todas las plazas y les dan niveles altos”, me dijo otra fuente. Además, en la Corte están molestos porque Villeda ha usado a su chofer institucional para que le lave los trastes.
Esta semana, tuve acceso a otras quejas contra Villeda cuando era jueza en Chiapas. Allí, según documentos y testimonios a los que accedí, ella pedía a sus subordinados que le organizaran fiestas en su oficina, que cooperaran en viajes de trabajo de otros compañeros y que recolectaran comprobantes de comida para cobrar estipendios de 20 mil pesos mensuales ante el Poder Judicial. Varios colegas presentaron una licencia colectiva y una queja, que aún se encuentra bajo investigación.
Ayer, después de que le aceptaron su renuncia, Villeda me envió una carta. Allí dice que sus actividades de “coaching emocional” forman parte de su vida privada y que “nunca implicaron la prestación de un servicio remunerado”. Dijo que cometió un “error” al grabar “algunos de esos contenidos dentro de mi oficina” y que ello fue “inapropiado”. Aseguró que los videos los grabó ella, no su colaboradora, y que las otras quejas de sus colegas actuales y anteriores en Chiapas presentan “afirmaciones que faltan a la verdad”, aunque no dijo cuáles.
Espero que la renuncia de Villeda a la Corte permita que llegue a ese puesto alguien con un perfil técnico o, al menos, con un doctorado válido. Por ahora, me alegra que la Corte haya tomado medidas para que esa oficina no vuelva a usarse para decirnos que “tu cuerpo puede hacer maravillas” o que el crecimiento llega cuando empiezas “a soltar, a confiar y a escucharte”.












