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Los artistas plásticos suelen representar iconográficamente a la Independencia de México como una mujer. Sin embargo, resulta irónico que la memoria colectiva e incluso la historiografía suelan olvidar o relegar la participación de las mujeres en ese episodio de la historia de nuestro País. Cuando pensamos en la Independencia, por nuestras mentes desfilan algunos pocos nombres femeninos: acaso los de Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario o Mariana Rodríguez del Toro.
Por fortuna, historiadoras como Carmen Saucedo Zarco han rescatado del cementerio del olvido a una gran cantidad de mujeres que participaron en la Independencia, entre ellas, a un grupo a quien califica como las seductoras.
Gertrudis Bocanegra. Después de que la guerra le arrebató a su esposo e hijo, se entregó por completo a la causa insurgente. Le fue encomendada la tarea de ir a Pátzcuaro para averiguar el estado de las tropas realistas, conspirar y convencer a sus elementos de desertar. Fue capturada y pasada por las armas en octubre de 1817.
Carmen Camacho. Solía convencer a soldados realistas de cambiarse al bando insurgente mientras compartía con ellos algún trago. Pero cuando trató de convencer a José María García, éste la acusó con sus superiores, quienes la sentenciaron a muerte. Fue fusilada el 7 de diciembre de 1811. De su cuerpo colgaron un cartel que decía “seductora de tropa”
María Tomasa Esteves y Salas. Además de fungir como espía consiguiendo información del ejército realista, se encargaba también de persuadir a los soldados realistas de integrarse al ejército insurgente. El propio Agustín de Iturbide reconoció que de no ser por el patriotismo de su tropa “habría sacado mucho fruto por su bella figura”. Fue ejecutada el 9 de agosto de 1814 y su cabeza expuesta en la plaza de Salamanca.
Juana Barrera, María Josefa Anaya y Luisa Vega. Fueron delatadas por el Cabo Ignacio Ibarra y detenidas por el Coronel Ordóñez, quien le informó al virrey Calleja que “franquearon hasta sus propios cuerpos al logro de sus ideas”. También fueron fusiladas.
Si bien solemos relacionar la palabra seducir como el acto de atraer sexualmente a otra persona y, aunque algunas de ellas sí lo hicieron, su principal fin no era carnal, sino político y la extrema severidad del castigo que recibieron, es la muestra del peligro que constituían para los realistas.
Así como ellas, son muchas las mujeres que participaron en este y otros episodios de nuestra historia y son afortunadamente cada vez más los historiadores e historiadoras que nos hablan de ellas.
Nota original de: UNAM Global
Fecha de publicación: 3 de abril de 2017