Ricardo Ahued y Alberto Islas entregan una capital con orden, estabilidad y transparencia.

Editorial

A días de concluir la administración municipal que inició Ricardo Ahued y que cierra Alberto Islas, la capital veracruzana se entrega a un nuevo gobierno con una condición clara: estabilidad institucional, cifras claras y confianza social.

El balance de la gestión saliente es positivo y se sostiene en datos verificables. Se concretó inversión histórica en obra pública y equipamiento urbano, las finanzas se mantuvieron ordenadas, sin subejercicios, y la administración transitó sin escándalos que comprometieran la confianza ciudadana. En tiempos de gobiernos municipales cuestionados, Xalapa cierra con cuentas claras.

La relación institucional con los gobiernos federal y estatal, así como con los distintos sectores sociales, fortaleció la gobernabilidad. Académicos, empresarios, organizaciones civiles y vecinos encontraron interlocución en un gobierno que entendió la complejidad política de la capital.

Xalapa no es un municipio más. Es sede de los poderes estatales, de universidades que forman opinión y de sectores críticos e informados, con alta exigencia política y cultural. Gobernar aquí no admite improvisación.

El desempeño de Ricardo Ahued y Alberto Islas también se reflejó en la percepción pública. Ambos alcaldes se posicionaron en rankings y encuestas nacionales entre los mejor evaluados, un parámetro que hoy forma parte del contexto político de la ciudad.

En este escenario, el equipo que encabeza Daniela Griego enfrenta un reto mayor. No recibe una administración colapsada, sino una ciudad con estabilidad, cifras claras y confianza social. El desafío no será corregir el desorden, sino sostener el nivel alcanzado y evitar retrocesos.

Ahued e Islas cumplieron. Ahora, el mensaje es inequívoco para el nuevo gobierno: Xalapa no perdona la improvisación y la ciudadanía medirá con rigor cada decisión. Porque Xalapa no es cualquier cosa.