Ricardo Yáñez, poeta/2

Sin tacto

Por Sergio Gonzalez Levet

He dicho que Ricardo Yáñez, además de poeta invicto, es un hombre magnánimo y de una gran generosidad literaria. He ahí por qué ahora puedo compartir en exclusiva este poema inédito suyo, que acaba de salir prácticamente del horno, y está calientito y aromado aún.
Vean cómo el poeta le da la vuelta al tema amoroso, tan trabajado por sus colegas a lo largo de la historia, y se vuelca en un texto lleno de cadencia y ritmo, de humor y filosofía, de vida y llanto:

Se me cayó una muela, completita,
pero eso ya pasó, fue ayer, qué importa.
¿De menos una muela el sueño quita?
Pues no me lo quitó. La vida es corta,
se sabe, y bien dormir es saludable.
La olí, la muela, sí, qué feo que olía.
La enterré junto a un cactus memorable
y de ella me olvidé por todo el día.
Ahora la recuerdo. Despedirse
aparte de educado es necesario.
Poco a poco de sí hay que desasirse,
decirse adiós sin aires de calvario.
Adiós, muelita, adiós, en paz descansa;
más temprano que tarde se te alcanza.
¡Poeta!

Del siguiente soneto endecasílabo, me dice Yáñez que “lo publicamos en Punto y aparte, un día que no había podido hacer mi columna… Fue escrito prácticamente en la carretera, grabado más que escrito. Pero los últimos dos versos los trabajé dos días, pienso que en el Hotel Limón de Xalapa.

Echó un poco de sal en su corbata
mas no se la comió, cual pretendía.
Quizá le pareció que estaba fría
aparte de que no era muy barata.

Pintó en su corazón, de hoja de lata,
una dulce canción que se sabía,
pero le reprocharon la alegría
y se compró un chaleco color rata.

Consideró que el sol era la luna,
y que la luna nada finalmente
y se quedó mirando su presente

como quien ve llover y no se moja,
como quien huevos fritos desayuna
mientras la rosa suya se deshoja.

Y por último, un poema que “se acaba de publicar en La Jornada el miércoles 10 de junio pasado”. Ricardo Yáñez, por cierto, es fundador de ese periódico al igual que de unomásuno, en los que trabajó como corrector de estilo y reportero.

¿Es el amor metáfora del canto
o metáfora el canto del amor?,
¿es esta nada todo, este sabor
a sinsabor sabroso y casi espanto
de terrible dulzor, este quebranto
del rosal del amor el canto en flor?
Retrocedo de pronto y me adelanto
a la vez que me quedo en el dolor
de por amor cantar, y saber –cuánto–
que en el canto acreciéntase el fervor
de haber amor sabido ser y tanto
no obstante inmerecido ese favor.
De oídas doy de amor señal y santo
y decanto su son abrumador.

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